Siempre he creído en los finales felices‚ en el amor verdadero y en que todo lo que pasa‚ pasa por alguna razón.
Siempre he pensado que desde que nacemos nuestro destino está escrito. Nuestro destino final. La muerte y el modo en que volveríamos a ser polvo.
También he llegado a la conclusión de que las personas buenas al final no resultan ser tan buenas y que las personas malas son muy malas y la envidia nos corroe junto con la codicia y la mentira las cuales son unas de las peores cosas en las que un humano puede verse envulento sin percatarse de ello.
Uno de los diez mandamientos dice: "No matarás"‚ y hemos llegado a matarnos los unos a los otros. Animales de la misma especie incluso sin ningún tipo de explicación racional. Aún sigo preguntándome‚ ¿quiénes somos? O mejor dicho‚ ¿qué somos?
El amor es quizás una de las cosas más poderosas y a la vez más inexplicables de la vida. Esos gusanitos en la tripa‚ que tan pronto nos pueden hacer recorrer kilómetros‚ gastarnos la mayor fortuna que tengamos u otro tipo de cosas similares como también nos puede hacer llorar y sentir que el mundo entero se nos viene encima. No me estoy refiriendo sólo al amor de una pareja‚ sino también al de una madre‚ que probablemente sea uno de los más fuertes que haya existido en el universo entero‚ porque no se trata sólo de caricias y besos sino de hechos.
Con todo esto‚ sólo me limito a decir que me he dado cuenta de que no todos los finales son felices y que el príncipe no siempre besa a su princesa al terminar la historia.