Quise que mí padre aprendiera de sus errores.
Que si él de arriba existía lo hiciese pagar.
Pero escucharlo decir que deseaba morir para así acabar con el dolor que sentía, me perforó el corazón.
Y supe que el sufrimiento de clavar algunos clavos en su cuerpo, sería infinitamente doloroso para él. Pero nunca pensé que sería yo quien agregaría mí sangre.
Aún cuando el impacto era hacía él, siempre era yo quien moría.
Mí padre estaba herido de gravedad.
Pero yo estaba irremediablemente seca, echa polvo, conformada por cenizas y barro.Era justicia divina.
Lo maldecí a ser el portal del dolor.
Y terminé siendo yo quien sentía la muerte atravesarme una, dos, tres, cuatro...Había temblado de frío muchas veces.
Esta era mí primera vez temblando por dolor.