Capítulo 13

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Narra Victoria:

¿Qué harías tú si pudieras congelar el tiempo ahora mismo?
Sé que muchos no sabrían qué decir, qué responder ante esta "absurda" pregunta, pero yo lo tengo muy claro. Clarísimo. Me bajaría de este coche, y correría. Correría hasta que mis piernas se cansasen y me impidieran caminar, hasta que el corazón estuviese a punto de salírseme por la boca, hasta que no pudiese más. Pero no puedo. No puedo hacerle esto a Finn, simplemente no. No después de que él estuviera siempre a mi lado, sin importar el motivo, sin importar nada, solo conmigo. No sería justo. Aunque viendo todo lo ocurrido... no hay nada justo o ético en esta familia.

—Ya falta poco.— dijo Michael, alzando levemente su mirada para después dirigirla hacia el espejo retrovisor, provocando que nuestras miradas se conectaran por un efímero instante, ya que la aparté de inmediato.

Finn asintió levemente con la cabeza, sin mirarlo, mostrándole que no todo iba a ser tan fácil. Que no todo iba a ser como antes. Su mano estaba sobre la mía, a la vez que dejaba leves caricias con su pulgar. Podía sentir como tan solo su tacto me reconfortaba, me hacía sentir y me hace sentir segura. Siempre.
Volví la vista hacia la ventanilla, admirando el paisaje. Aún era de día, y las nubes danzaban en el claro cielo azulado.
Cuando el coche comenzó a reducir la velocidad, y las calles de Birmingham empezaron a apreciarse, especialmente esa en concreto, supe que habíamos llegado. Estábamos en Birmingham. Estábamos en lo que antes considerábamos "nuestra casa", "nuestro lugar seguro". Irónico, ¿no?

[...]

El coche frenó unos metros antes de llegar a la casa, dándoles a entender de que habían llegado, aunque todos lo sabían. Michael bajó del coche, y caminó hasta el maletero, para poder agarrar el equipaje. Vicki, aún con sus gafas de sol puestas, siguió mirando por la ventanilla, sin despegar su vista de la calle.

—Si quieres podemos...— Finn se apresuró a decir, ya que sabía perfectamente lo que estaba pasando.

Sin emitir palabra, negó con la cabeza rápidamente y bajó del coche, cerrando la puerta de un portazo. Alzó sus gafas, hasta colocárselas sobre la cabeza, y agarró un cigarrillo para, acto seguido, posarlo entre sus labios y prenderlo. Por unos instantes, deseaba no haber abierto esa puerta, no haberle dejado entrar en casa, haberlo echado sin escuchar lo que tenía que hacer. Pero, como siempre, las palabras le perdían. Necesitaba una simple explicación para así poder entender el porqué de todo lo que habían hecho, lo necesitaba, al menos, para poder dormir por las noches, para no sentirse, en parte, culpable por lo que había pasado.

—Nos están esperando dentro.— Michael interrumpió el silencio, provocando que el pecoso se girase para mirarlo, al igual que Vicki.

—No hace falta que lleves nuestras maletas, no vaya a ser que las quieras vender también.— comentó, alargando el brazo, aún con el cigarrillo en su boca.

—Sabes que eso no es justo.

—No te atrevas a hablar sobre justicia.— dijo, mirándolo directamente, sin darse cuenta de que sus rostros se encontraban bastante cerca. —No tengas tanta cara, Gray.

Dicho esto, avanzó varios pasos hacia atrás, quitándole bruscamente el equipaje de sus manos, a la vez que éste no dejaba de mirarla. Ambos querían decir más, pero sabían que no era el momento.

—Vamos.— habló el chico finalmente, caminando hasta la puerta, sacando las llaves de su bolsillo.

Los pecosos, que avanzaban detrás de él, compartieron una mirada al ver como la puerta se abría. Finn se apresuró y entró primero, sintiendo ese tan añorado calor hogareño. Vicki, unos segundos después, hizo lo mismo. Colocó el equipaje en el suelo, y cerró la puerta a sus espaldas. Estaban allí, ya no había vuelta atrás. Se habían metido, de nuevo, en la boca del lobo.

𝐊𝐈𝐄𝐋 (2) | Finn ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora