Final

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- ¿Entonces cómo les fue? ¿Pudieron encontrarlos? - Fue lo que les preguntó Julieta esperanzada cuando el grupo volvió a Encanto.

- Si, los encontramos. Pero- Dolores fue cortada por Toñito.

- Decidimos irnos y dejarlos en paz.

-¡¿Qué?! - Fue lo que dijeron el resto de la miembros Madrigal al unísono.

- No tenían ningún motivo para volver. - Habló Luisa con tristeza. - Mirabel en verdad quedó muy dañada emocionalmente por todo lo que dijo la abuela el día en que se fueron. Era como si nos tuviera miedo. - Dijo esto último bajando la mirada recordando el estado de su hermanita.

Ya de ahí tuvieron que contarles todo lo ocurrido con ellos en aquel lugar, claro que prefirieron omitir el nombre de aquel pueblo. Cómo ahora tenían su propia versión del Milagro, una casa mágica, el como Mirabel ahora tenía un don después de que Alma le negase el suyo, y que ahora ella y Bruno eran una pareja muy querida y estimada por todos en el pueblo. Y que la razón por la que no podían ir a verlos era porque les prometieron no volver y dejarlos en paz.

Los rostros de Julieta y Agustín decayeron con cada palabra que decían, una vez que terminaron de contar lo ocurrido fue cuando Toñito decidió hablar.

-Pero no estén tristes tíos, Mirabel y el tío Bruno dijeron que aún podíamos escribirles.

...

Más tarde ese día Agustín veía a su esposa acostada en la cama de costado.

- ¿Crees que está bien dejarlos continuar con su vida?- Fue lo que le preguntó Agustín.

- Mi madre le hizo mucho daño, y yo no la defendí. No la culpo si no quiere volver a vernos en persona. Si ella es feliz con Bruno y aún podemos escribirle, con eso me conformo.

Esa respuesta fue lo que le bastó a Agustín para salir de la habitación que compartía con su esposa y dirigirse a la de Alma. Cuya puerta ya perdió todo rastro de brillo, y la mostraba a ella con la manos vacía, sin la vela. Al entrar vio a su suegra postrada en la cama, se veía demasiado delgada, casi esquelética y lucía muy demacrada, estaba mirando al vacío, pero en cuanto vio a su yerno, su mirada se posó en él.

- Bruno y Mirabel no volverán, ahora están en otro pueblo, siendo felices lejos de ti y de tus manipulaciones.- Empezó a hablar el hombre con voz dura. -Solo quiero que sepas que no siento lástima por ti, te lo mereces, mereces todo lo que estás sufriendo en estos momentos, aunque no es nada en comparación a lo que sufrió mi pequeña Mirabel por tu culpa cuando le negaste su don, por tu maldito egoísmo. Si te soy sincero, no veo la hora en que mueras y todos puedan estar tranquilos sin ti, aunque no mereces volver a reunirte con tu esposo, aunque dudo que merezcas hacer eso último.

Con cada palabra que le decía el rostro de Alma solo se contorsionaba más en agonía, pero Agustín ni se inmutó, simplemente salió de la habitación dando un portazo.

XXXXX

Para Bruno, esto fue como volver a verla por primera vez. Muchas cosas han cambiado en ella, pero su miedo al abandono es constante incluso a través de su cambio de personalidad. Hay una pequeña parte a la que se ha aferrado a lo largo de los años. Como si tuviera miedo de dejar ir incluso el pasado que la lastimó. El horror de esa noche siempre se queda con ella. Tal vez nunca se iría del todo. Una dependencia de su vida antes de que todo cambiara irreversiblemente y antes de que lo perdiera todo.

No. Ella no lo había perdido todo, aún lo tenía a él, Bruno jamás la abandonaría, ni mucho ahora que pronto sería su esposa.

- Solo dime... ¿Qué puedo hacer ahora para mejorarlo?"

Mi Frágil Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora