Un filósofo preguntó una vez:
¿Somos humanos porque miramos las
estrellas?
¿O las miramos porque somos humanos?
Intrascendente.
¿Las estrellas nos miran también?
Es una buena pregunta.
En Nueva York vivía un campesino, en un pueblo al otro lado de un muro que se extendía a lo largo.
Un muro que, según los rumores locales, escondía un extraordinario secreto.***
— Mi trabajo es cuidar el portal al otro mundo y tú... ¿¡Me estás pidiendo que te deje cruzar!? — exclamó el viejo Stick revolviendo el inútil bastón entre sus manos, con la mirada perdida tras sus lentes negros y su gorra azul, aún así, se podía admirar su expresión incrédula, acompañada de un bufido irónico.
— Sí — respondió el joven — solo es un campo — comenzaba a exasperarse, llevaba un buen rato insistiendo sin ningún resultado, el viejo hombre solo le dedicaba esa mirada inexpresiva tan conocida por todos en el pueblo del muro — sé que no lo puedes ver, pero créeme, solo hay césped, no hay ni un solo monstruo, ni hadas volando por todas partes.
— Por cientos de años se ha cuidado de este muro — explicó tranquilamente el hombre mayor, como si no lo hubiera explicado miles de veces ya — y por cientos de años se ha vigilado las veinticuatro horas del día.
— Pero...
— ¡Joven Murdock! — el joven había logrado acabar con la paciencia del imperturbable hombre — si sigue insistiendo, le diré a su padre, y no pienso que esté muy complacido con su actitud.
El menor pareció considerarlo por unos momentos, sin embargo, un suspiro resignado fue lo único que salió de sus labios.
— Bien — dijo finalmente — regresaré a casa.
— Es lo mejor — Stick regresó a su posición relajada en su silla — adiós, Jack — escuchó como daba media vuelta y se disponía a irse.
Subestimaba las habilidades del viejo ciego, por lo que, en su ignorancia, corrió hacia la grieta en el muro a toda velocidad solo para ser devuelto al suelo con un bastón interpuesto en su camino. Claro que, únicamente bastaron un par de vueltas por el suelo para rodar hacia el otro lado del campo donde, para su suerte, el viejo ya no tenía jurisdicción alguna.
El ciego le gritó que volviera, una sola vez, a lo que Jack hizo oídos sordos mientras se alejaba corriendo con una sonrisa. Él tampoco insistió.
El bosque era tenebroso, no iba a mentir, pero no tenía planeado regresar, y después de que la adrenalina se disipara de su organismo, contempló a su alrededor. No sabía dónde estaba, y a pesar de eso, siguió caminando hasta encontrarse con un pequeño camino y como cualquier persona normal haría en su situación, decidió que lo mejor era seguirlo sin saber su destino.
Tras varios minutos caminando, logró llegar a un pequeño mercado donde el bullicio y los colores inundaban el ambiente. En el pueblo del muro los mercados no se veían así, la alegría y la magia no se sentía en cada rincón, la música no se respiraba y evidentemente, no se vendían sueños embotellados.
— ¡Ojos, ojos! ¡Ojos nuevos a cambio de viejos! — gritaba una mujer menuda ante una mesa cubierta de botes y jarras llenas de ojos de todo tipo y color. Pensó en qué tal vez al viejo guardián le vendrían bien, quizás así estaría menos amargado.
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Stardust [Fratt]
FanfictionMatthew Murdock está dispuesto a hacer cualquier cosa para conquistar el corazón de su amada Karen, incluso prometerle que le conseguirá la estrella que ve caer una noche. Con la ayuda de un unicornio, un barco pirata que surca el cielo y una florec...