Dimitra acababa de llegar a la ciudad de Los Angeles, California, con su novio. Tenían planeado mudarse pronto a Estados Unidos, pero este era primero un viaje para hacer turismo y poco más. Llevaban ahorrando por mucho tiempo y ella tenía muchos días de vacaciones acumulados, así que podrían estar ahí varios meses y disfrutar del verano.
Dimitra no pudo aguantarse las ganas y, apenas llegaron al departamento que un familiar de Abdel, su novio, les permitio usar, se cambió y fue a una playa cercana.
Habían pocas personas pues ya estaba atardeciendo. Dimitra decidió ir a una zona más apartada, donde no haya tanta gente. Siguió caminando por la orilla hasta que se encontró con el cuerpo de un hombre que era empujado por la marea. Preocupada, Dimitra se acercó para verificar que estuviera bien, pero cuando se arrodillo frente a él y reviso si aún podía respirar, el hombre abrió los ojos y se incorporó.
El hombre, de cabello negro y ojos de un color celeste pero ligeramente grises, miró a Dimitra a los ojos, se puso de pie y comenzó a caminar dispuesto a irse. Dimitra intento seguirlo pero tropezó con una piedra enterrada en la arena. Cayó al suelo y su audífono se le salió.—¡Espera!— Exclamó Dimitra —Se cayó mi audífono. Ayúdame a buscarlo.— Lo había dicho sin pensar, casi recriminandole.
El desconocido se detuvo, como si pensara en que decisión tomar, y finalmente se dio la vuelta para ayudarla. Le pareció curioso que la hubiera ayudado cuando hace unos segundos parecía muy interesado en huir, pero no negaría la ayuda.
Al poco rato, luego de quitarse la arena, el desconocido encontró el audífono y se lo entregó a Dimitra. Esta se lo coloco y volvió a escuchar con suma claridad.—Gracias por eso.— Dijo mientras acomodaba el aparato en su oído.
—No hay de que.— Respondió amablemente el hombre, aunque con un rostro serio.
Había algo raro en él, casi conocido, familiar. Su actitud, su comportamiento, todo era como un recuerdo muy vago.
—¿Estás bien? ¿Cómo te llamas?— Preguntó de repente, sin apartar su mirada analítica de él.
—Kaleb. Tengo que irme.— Respondió él secamente. No parecía incómodo por la mirada de Dimitra.
Él comenzó a alejarse nuevamente y Dimitra salió de su embotamiento para seguirlo corriendo y bloquearle el paso. No sabía porque, pero quería pasar más tiempo con él. Tenía un aura misteriosa e interesante y ella, siendo como es de curiosa, no quería dejar pasar.
—Te invito un trago, me pareció ver un bar al aire libre en la playa. Mi novio no tardará en venir, podemos esperarlo.— Dijo Dimitra a modo de propuesta.
Nuevamente, Kaleb, parecía pensar demasiado en sí aceptar, o no, la propuesta. La chica se preguntaba que pasaría por aquella cabeza que debía pensarse tanto las cosas.
Finalmente Kaleb suspiró, como dándose por vencido.—Está bien.— Respondió, cambiando su rumbo a la zona más poblada de la playa, donde estaba el bar que había mencionado Dimitra.
Él caminaba en silencio, con la mirada perdida en cualquier lado. Dimitra lo observaba de reojo, preguntándose porque había hecho la oferta. Algo le decía que debía estar con él, no podía sino sentir curiosidad así que sería solo eso.
—Te encontré desmayado en la orilla ¿Estas bien?— Preguntó nuevamente, por si acaso.
—Sí, solo quería dormir un poco.— Respondió.
Dimitra pensó en un principio que se trataba de una broma, sobre todo por el tono tan serio en que lo dijo.
—Ya, claro. Seguramente no te caíste de tu tabla.— Dijo riéndose levemente.
—¿Cuál tabla?— Preguntó Kaleb. Sonaba más a ironía que a confusión.
Dimitra tardó un rato en darse cuenta de que él no llevaba ninguna tabla, ni tampoco alguna vestimenta para surfrear.
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Notas de un Inmortal
Romance¿Cuanto puede durar el amor? ¿Si tu vida fuera eterna amarías a la misma persona por siempre? ¿Puede el vínculo de dos Almas trascender el tiempo? Khalid, un ser Inmortal que vive hace más de 2000 años. Habiendo amado a una mujer durante toda su vi...