1 de Diciembre, 1965
Habían sido los días más aburridos para Berbi desde su llegada a este colegio, incluso se atrevía a decir que eran los días más tediosos de su vida, todo el mundo andaba centrado en los exámenes finales, las dos semanas que todos odiaban antes de sus preciadas vacaciones de navidad, era aquello que los limitaba de tan ansiada libertad y, obviamente, aquel motivo de estrés que el albino aún no podía comprender del todo, para él no eran más que unas simples pruebas, tan iguales como los de su escuela muggle, sólo que en este lugar no encontraba nada de esas ecuaciones, divisiones, los onomatopeyas, géneros literarios ni sobre la monarquía de tal o cual Rey, acá eran sobre los usos de una planta de nombre extravagante, el hechizo impronunciable con un movimiento de muñeca raro, el brebaje que ¿Quién sabe qué rayos hace? y las estrellas a las cuales a alguien se le ocurrió nombrar sin saber para qué. No entendía la finalidad de nada de todo eso, en su antiguo colegio estudiaba porque su mamá siempre le había dicho que las matemáticas eran tan importantes en la vida y las necesitaba para absolutamente todos los trabajos, pero ¿Las estrellas? ¿De qué le servían? ¿Acaso Jimmy Hendrix sabía algo sobre esos astros? ¿No le dejarían ser músico por no conocer el nombre de algún lucero o de esas plantas? Era una completa estupidez y pérdida de tiempo aprender algo de ello, bueno, los hechizos no, esos al menos le eran útil para gastarle bromas a los Slytherin, pero el resto ni al caso, no tenía pensado invertir si quiera un poco de su esfuerzo en memorizar algo de todo esto, ya tenía suficiente con los pergaminos de tarea que les estaban dejando los profesores como para gastar más de su "Preciado tiempo" entre libros que no entendía el porqué. Pero al parecer era el único que pensaba de dicha forma, porque incluso Antu y Dennis andaban con la cabeza metidas en los textos, intentando memorizar y analizar todo, la sala común, la biblioteca, el gran comedor e incluso su dormitorio se habían vuelto salas de interminables sesiones de estudios, todas absolutamente llenas de gente susurrando entre sí algunas cosas, unos cuantos hechizos realizados por los estudiantes y algunas explosiones de aquellos hechizos que salían mal, aunque esas situaciones eran sus favoritas, no podía negar que le había causado una gracia enorme ver que Alice Gilwell había quemado, sin querer, el sofá de la sala común y los prefectos tuvieron que correr a apagarlos "Aquamenti" pudo escuchar y memorizar el chico albino en sus intentos por escapar de esta locura colectiva en la que se encontraban todos en esos momentos, aunque debía admitir que estaba amando el hecho de que gracias a esta demencia y preocupación innecesaria, a vista de Berbi, el resto del castillo estuviera casi desértico, no había casi alumnos que recorrieran el resto de los lugares, incluso la torre de astronomía se encontraba totalmente vacía, era como si hasta el amor hubiera pasado a segundo plano para todos, «Vaya babosada» pensó, encontraba que el romance y los besos era una estupidez, pero aún más estúpido era dejar todo de lado por los estudios.
No dudó en disfrutar de aquella silenciosa calma que sentía en los lugares solitarios, al fin podía estar tranquilo en el baño del 6° piso sin que nadie lo molestara o incluso sin que nadie entrara allí mientras hacía sus necesidades en paz, también gozaba de poder jugar con la nieve que se juntaba cerca del lago, la cual no dejaba ver el verde olivo típico del pasto que allí crecía y que estaba quemado por las heladas temperaturas de esa temporada, inclusive pudo hacer una fortaleza sin que nadie se la derribara, sin embargo, se entristeció al sentir que no tenía con quién jugar en ella, aunque se divirtió patinando con sus zapatos sobre aquella fina capa de hielo que había sobre las aguas de dicho lugar, hecho que le hacía sentir rebelde, ya que en cualquier otro momento su papá le hubiera llamado la atención por lo peligroso de sus actos, y no es como que les prohibiera patinar o algo así, es más, iban cada año en las vísperas de noche buena a patinar en el lago que quedaba a las afueras de Cardiff o a la pista que armaban junto a la feria navideña en el centro de la ciudad, pero si le preocupaba cuando lo hacían sólo con zapatos por las fuertes caídas que podían tener consecuencias tan graves como la fractura de algún hueso, más aún cuando la capa de hielo era tan delgada como la que estaba bajo sus pies y ponía en riesgo el que se quebrara y cayeran a las aguas sin tener a nadie cerca para evitar que muriera ahogado o congelado.
ESTÁS LEYENDO
Star-Man
RomanceBerbi Aeneas es un joven albino inglés que realmente sabe poco y nada del caótico mundo exterior de los años 60'. Siempre ha estado concentrado en la pequeña burbuja que lo rodea, la cual contaba de unos papás amorosos, hermanos revoltosos y la músi...