prologo

99 6 0
                                    




No podía quejarme diciendo que tenía una mala vida porque no la tenía, pero tampoco sentía como si tuviera una vida increíble. A lo largo de mi vida, 23 años para ser exactos, he sufrido demasiado, como si hubiera vivido por cincuenta años ya. Quizá mi sufrimiento sea algo insignificante para muchos, pero algo que aprendí en mis años de vida es, que si me duele es importante. Quizá no para los demás, pero para mí sí y no debería dejar de lado mi sufrimiento, mucho menos ignorarlo.

La primera vez que alguien me hizo llorar fue cuando tenía cerca de doce años. Estaba en sexto de primaria e hice amigas. Mi primer error fue confiar en ellas. Viví todo el año escolar rodeada de insultos, en donde me decían a mí, una niña de doce años que apenas hacía amigas, que era una puta, una mosca muerta, y que "esa cosa ni a animal llegaba". Lo decían en mi cara y se reían. Las manos amigas que sostenía se convirtieron en dedos puntiagudos que me señalaban. Me marginaron todo el año escolar y ni una persona, ni adulto ni niño fue para prestarme su hombro para descansar o llorar. Fue la primera vez que tuve deseos de morir y terminar con el dolor que sentía. En ese entonces, mi único refugio era la música y los libros. Mi madre casi no estaba en casa, no tenía una buena relación con mi hermano mayor, y ni hablar de mi padre. Lloraba cada noche y, cuando miraba al cielo estrellado, le preguntaba a la Luna ¿por qué tenía que sufrir tanto si era tan sólo una niña? En una de esas noches, en las que mi pregunta era llevado por el viento sin rumbo alguno, cuando lloré tanto hasta quedarme dormida, fue cuando en mis sueños llegó un chico más alto que yo y de voz un tanto ronca. Él sólo dijo "¿hola?"  Después, todo a mi alrededor era negro, pero su voz me hizo desperar aturdida, pues no sabía cuando me había quedado dormida. No recordaba el rostro de aquel chico, pero su voz seguía rondando en mi cabeza y lamenté no haberle respondido. Pero ¿qué más daba? Era sólo un sueño... ¿no?

Después de esa noche, no volví a soñar con él, hasta años después.

La mitad de mi vida esta borrosa, como si mi mente hubiera preferido distorsionar esos duros recuerdos de mi vida para no hacerme sufrir más por lo que venía.

A los diecinueve años viví sola por un tiempo. Cuando me gradué de la preparatoria decidí no estudiar ninguna carrera porque odiaba la escuela, pero amaba aprender. Quería enfocarme en los idiomas y no tener la obligación de sacar buenas notas en materias que no me gustaban, incluso si decidía estudiar alguna carrera. Mi madre me apoyó. La relación con mi hermano mejoró, pero a un 70%; con mi padre empeoraba. Trabajé en una cafetería coreana, porque me gustaba Corea. No sé cómo ni porqué ocurrió aquella fascinación. Fue de la noche a la mañana y por ello, el coreano fue el primer idioma que estudié por gusto, no como el inglés que tenía que estudiarlo en la escuela.

En esa cafetería conocí a gente, pero tenía miedo de salir lastimada, como siempre. Para ser honesta, hice cosas de las que me arrepiento, pero mi dolor era tanto, que no me importaba lo que pasara conmigo. Era como si intentara recordarme que estaba viva a través del dolor y las malas decisiones. Vivir sola contaminó mi mente aún más. Las ganas de morir se avivaron, pero el trabajo y las clases de coreano me mantenían ocupada y lejos de esos pensamientos. Por lo menos en una gran parte del día. Recuerdo que tanto era mi desinterés en mí misma, que me iban a atropellar dos veces mientras iba en la bici camino a casa. Nadie en mi familia sabía lo que me estaba sucediendo ni que mi mente se estaba torciendo tanto que ya nada me importaba. El dolor y yo éramos uno mismo y la depresión me envolvió y me ahogó hasta lo más profundo del oscuro océano.  Lo más extraño era que durante ese año, los sueños que tenía eran cada vez más extraños. Sin significado, ni pies ni cabeza y, a pesar de ello, los sueños que tenía con él eran lo único que tenía sentido y lo que me mantenía a flote. Sentía que sólo quería llegar a mi casa y dormir con la esperanza de verlo en mis sueños.


––––––


Hola! Sigo viva y vengo con algo que nunca había hecho. Algo hetero jiji. En sí es una idea que ha estado rondando por mi cabeza desde hace ya varias semanas, pero hasta ahora decido plasmarla con palabras. Espero que se vayan enamorando de esta historia mientras la leen.

, gracias por leerme.

12,044 km • suga •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora