No había otra manera de hacer oh decir. No existía nadie. Sus manos empezaron a rosar entre sillones lo cual ocasionaba ardor y quemaduras. Las Paredes de su clóset era el desahogo de su mente quemada. Aquí en iba dirigida sus frases? Aquél el cual creo este mundo. No sentía nada de pena siempre deprimida. Las piedras eran sus amigas la cual llena en el clóset platicaba con ellas riendo con ellas y insultando a aquél que creo este mundo. No había nadie más figuras las cuales quemaba y con ello creía que sería suficiente para rescatar de su mente quemada. Hasta que un día llegó un joven lindo. Empezaron a platicar y mostró que aquél que creo el mundo podría dar alivió a cualquier situación. Causo risa; el joven insistió en mostrar que se podía apagar las quemaduras. Solo decidió creer. El joven siguió visitando. Le ganaba con 6 años. Se hicieron muy buenos amigos, pero nuca supo su secreto...