Ari recordaba claramente su "enamoramiento". Horas de mirar al horizonte. De sonreír. Luego, de dudas, ¿le gustaría de vuelta? Respuesta sencilla: No.
Sin embargo, no se había sentido demasiado desgraciada al descubrir, por no decir confirmar, que no era correspondida. ¿Cómo iba a gustarle a un chico como Él, una chica como Arizona? Tonterías varias como esa se preguntaba constantemente, y parecían consolarle.
Él era un chico de película, de libro. Medianamente alto, cabello castaño claro, casi rubio; ojos verdosos y siempre risueño, haciendo bromas. Cuando reía de verdad se le arrugaba la nariz y los ojos se le rasgaban.
¿Personalidad? Bueno, era majo y a veces, hasta gracioso. Pero sus aficiones diferían de las de Arizona.
Él era más del estilo GTAV -realidad virtual en la que comportarse como un criminal. Por otro lado, no era un malotes en la vida real, lo cual era bueno, pero Él parecía creer que lo era. Demasiado creído, aunque con notas decentes.
Aunque por aquel entonces Ari lo consideraba un buen amigo, hasta pensaba que se complementaban.
Ari también era graciosa, aunque de un modo muy distinto. Empleaba la ironía sobre todo. Pero Él, Él se reía de la gente. Y eso no estaba bien.
Ari era una persona completamente diferente. Su madre había nacido en los Estados Unidos de América, y tras acabar la universidad, había querido hacer realidad su sueño de conocer Europa. Mochila al hombro, 500€, y un viaje Low Cost a Alemania.
Su madre siempre contaba que al principio, habían sido unos meses duros. Alojandose en hostales sucios y baratos, moviéndose en autobús y con autostop.
El caso, es que tras casi seis meses de recorrer Alemania y Francia, llegó a España: fiesta, toros, olé, paella, sangría.Y así, fue consumiendo su dinero. Nadie entendía a Adison cuando hablaba. Pero todos parecían muy contentos allí en el sur. Cuando fue incapaz de seguir pagando la habitación compartida de la pensión mala, se vio obligada a buscar trabajo. No fue difícil. La pusieron como profesora de inglés en una academia. Sabía Castellano bastante bien, teniendo en cuenta que había acudido a clases desde el instituto y llevaba dos meses en España.
Conoció a otro profesor de la academia, Pablo, que estaba estudiando. Él era del norte de España, Cantabria. Dónde no hacía tanto calor ni había fiesta, toros, olé, paella, sangría. Realmente, eso no había en ningún sitio.
Terminó el año sabático de Adison, tenía que volver. Pero Pablo le pidió matrimonio, ella aceptó. Se casaron, luna de miel, detalles que no hace falta explicar, y nueve meses después Arizona.
Creció criada entre dos lenguas ydos culturas. Y con tres nombres. Su madre y toda la familia materna la llamaban Arizona pronunciado en inglés. Era chulo, molaba, pero nadie en España lo decía bien. De ahí, el segundo nombre, Arizona pronunciado tal y como se leía en español.
Ese otro seguía siendo bonito, pero para ahorrarse explicaciones de por qué tenía nombre de estado americano, estaba el tercero. Ari para los amigos.Y ahí estaba Ari, catorce años y supuestamente enamorada. Con los sueños y las pretensiones de una película americana. Con ganas de un primer beso maravilloso, y avistando un futuro sin cabida a imperfecciones.
Luego, rechazada. Realmente era algo que se esperaba, así que el mundo no se le vino abajo. Pero ella, seguía jugando a imaginar un futuro espléndido. Jugaba a todas horas, en el patio, en clase, en los partidos de fútbol y en las partidas de ajedrez. Durante los viajes en coche y los viajes andando. Arizona vivía en el futuro.
Nunca antes había sentido nada parecido, ¿de qué se trataba? Lo calificó como amor. Estaba enamorada.
El río de la vida seguía corriendo al ritmo habitual, y ella seguía su rutina. Le encantaba la rutina. No alcanzaba a entender como había gente que no le tenía aprecio. La rutina le ofrecía estabilidad. La rutina le ofrecía algo por lo que levantarse temprano e ir al colegio feliz. El problema, la rutina de Ari era demasiado inestable, y le obligaba a andar con prisas. Y si había algo que Ari odiaba, eran las prisas.
Le hacían correr, y vivir apresuradamente, sin disfrutar. Eso no era lo que deseaba. Por suerte, tenía un buen recurso a su alcance. Un recurso con el que comunicarse, transmitir. Las redes sociales.
¿Perjudiciales? No para Ari, al menos. Un tweet de buenos días, chequear Snapchat e Instagram. Poner lo enamorada que estaba para que todo el mundo le atosigara a preguntas-cosa que agradecía, puesto que le hacía sentir interesante. Y mirar Soboys. Una cuenta en Instagram de tíos buenos. Cuerpos impresionantes, pero realmente, la definición de guapo para Ari, era diferente.
Logan Lerman: monísimo, y muy muy guapo.
Liam Hemsworth: por favor, que cara tan bonita.
Josh Hutcherson: super mono.
Theo James: que guapo. Como Liam, aunque en un futuro dejaría de ser tan de su agrado.
Ansel Elgort: ¿se podía ser tan majo y guapo?En definitiva, lo que Ari deseaba era una relación Percy-Annabeth (Héroes del Olimpo). Alguien tan guapo como Gale, y tan romántico como Peeta (Los juegos del hambre). Un Augustus Waters con final feliz (Bajo la misma estrella) . O a Charlie en su clase (Las ventajas se ser un marginado).
Arizona era indudablemente Fangirl. Esos actores eran guapos, algunos muy guapos, pero a Ari eso no le importaba tanto cómo que tenían el papel de sus personajes favoritos. Es más, solo hacia como que los actores le importaban tanto. Cuenta de fans en Twitter. Tweets la primera semana y se olvidaba.
A Ari lo que le gustaba era leer, alimentar sus expectativas del futuro y formar su opinión y carácter con esos libros. Jugar a imaginar que era semidiosa o que ganaba los juegos del hambre.
Soñaba despierta continuamente. Soñaba que le ocurrían aventuras que otros imaginaban. Puede que no escribiera Fanfiction, y que quisiera triunfar con sus propios mundos y personas. Pero seguía siendo más Fangirl que nadie que conociera en persona.
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YO
Non-FictionArizona es una chica normal. Como miles de personas en todo el planeta. Claro que, ni en su clase, ni en el colegio, hay mucha gente como ella. Antes contemplaba la vida y veía un camino claro, unidireccional y con un destino inevitable y maravillo...