IV.- Nada como tú

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Rosé y Lisa habían crecido juntas, casi desde bebés se podían recordar una a la otra, se amaban profundamente aún cuando jamás lo hubieran dicho en voz alta.

Eran como dos hermanas y mejores amigas a la vez, desde muy pequeñas se destacaron por ser un par de diablillas, siempre estaban planeando que nueva travesura hacer.

Pero justo ahora, a sus 14 años algo había cambiado, Rosé podía sentirlo, Lisa ya no le contaba todo lo que le pasaba, y cada día se notaba más la relación especial que tenía con Jennie.

Y no, para nada odiaba a Jennie, después de todo, ¿quien podría hacerlo?, la misma Rosé aceptaba que Jennie era quizá la niña más dulce, bondadosa e inteligente que jamás hubiese conocido.

Era tan perfecta, que solo se podía comparar con un ángel.

Rosé sabía todo esto, lo sabía y lo respetaba, lo que no podía soportar es que aún con todas sus cualidades, aún con todo su encanto propio, jamás podría hacer que Lisa la tratara o la quisiera como a Jennie.

Pues muchas veces ya la había observadomirándola con una ternura tan inmensa que hasta nauseas le habían causado, Lisa era tan empalagosa con Jennie que podría resultar hasta exagerado.

Y no, tampoco eso le molestaba.

Lo que realmente hería a Rosé, es que Jennie, desde hace mucho la desplazó del lugar de mejor amiga de Lisa, quizá desde el mismo día en que la conocieron en aquel salón de clases.

Donde Lisa le comentó desde antes de salir al receso, que compartiría la segunda porción de comida que su madre le había puesto, con la niña de múltiples lunares en el rostro y de mirada tímida.

Según esto por qué quería ser amable con ella, ya que los demás niños no era como que se le acercaran mucho, ya que su gran estatura y seriedad, hacía que los otros más bien le tuviesen un poco de miedo.

Rosé no estaba enojada por todo aquello, solo estaba triste, y si, tal vez un tanto celosa, pero quien no lo estaría de pasar por lo mismo.

Había sido remplazada, y ahora siendo ya unas adolescentes todo era más obvio.

Quizá Lisa no le contaba tampoco sus cosas a Jennie, pero entonces, ¿por qué tampoco a ella?, ¿que había pasado?, ¿por que Lisa ya no le decía todo?, ¿acaso Jennie tenía algo que ver en todo aquello?.

Rosé no lo sabía, y quizá nunca lo haría, pensaba en todo esto mientras veía desde la distancia como Lisa y Jennie se daban miradas cómplices y sonrisas divertidas, mientras se suponía pintaban un cuadro al aire libre.

Ya llevaban casi cuatro años desde que tomaban estos cursos, aún que para ser sinceros, si bien Rosé y Jennie no eran malas, digamos que esto también a fuerza de la ya mucha practica que llevaban, Lisa se destacaba y no solo de ellas tres, si no de entre todas las demás.

Era realmente buena, además de que era tan original y única que todos amaban mirar el resultado final de sus obras.

Mientras tanto en ese preciso momento Lisa y Jennie estaban en su mundo, riendo y haciendo bromas.

El maestro de pintura les había dicho que serían libres de pintar lo que quisiesen, y que para que la inspiración las inundase, las sacaría a pintar a un paisaje hermoso, justo en una colina desde donde se podía mirar la inmensidad del bosque, el río y hasta un pequeño lago.

Así que Lisa, no tardó en ponerse a pintar parte del paisaje que sus ojos marrón veían, tenía aproximadamente una hora muy concentrada pintando, así que ya iba muy avanzada, entonces decidió que se daría un respiro, se levantó de donde estaba y camino hacia Jennie que estaba justo a un lado de ella, podía mirar de reojo que Jennie llevaba ya rato mirándola y luego volvía a su cuadro.

Estaba justo detrás del caballete de Jennie, y le pregunto, — ¿Que pasa Nini? ¿Me hice bigotes con pintura sin darme cuenta o por qué sonreías tanto mientras caminaba hacia acá?.— Jennie negó tímidamente con ahora una risita nerviosa y divertida, Lisa entre cerro los ojos, viéndola con incredulidad y un poco de gracia también, y le volvió a preguntar, — ¿Entonces qué pasa? ¿Acaso se atreve a estarse riendo de mí señorita Kim? Y lo peor es que no me va contar el chiste a lo visto.— Dio un paso más y ya estaba por ponerse de frente a lo que Jennie pintaba, cuando Jennie se levantó gritando entre risas, — No, no mires Lili.— Abalanzándose sobre ella para no dejar que mire lo que pinta, juguetean por un momento hasta que Lisa ágilmente se suelta del agarre de Jennie, y mira, más bien se mira en el cuadro. A lo que Lisa sorprendida pero aún entre risas le dice a Jennie, — ¿Pero como es posible esto?, salimos al aire libre, a este paisaje tan hermoso e inspirador y tú, tú terminas, ¿pintándome?.— frunció el entrecejo y río un poco más.

A lo que Jennie, también riendo le contesta, — Ay Lili, ¿que no se suponía que era pintura libre? Además, no veo aquí nada más bonito para pintar, nada como tú.— Esto claramente lo había hecho con la intención de sonrojar a Lisa, cosa que había logrado. Ella solo la mira sonriendo con sus ojitos chinos y sus marcados  hoyuelos adornando su mejilla, le da un pequeño empujón para después decir, — Ay Nini, si serás tonta.— Luego sin saber muy bien por qué, busco entre toda la vergüenza que sentía, los ojos de Jennie, pues tenía unas inmensas ganas de mirarla aún que fuera por un segundo.

No sabía muy bien cómo es que esto estaba pasando, pero por primera vez, se estaban mirando, realmente mirando a los ojos, se sostenían la mirada, pues querían decir tantas cosas, unas en broma y otras en serio, sin embargo de los labios de ambas no salió palabra alguna.

Lisa quería decirle a Jennie cuánto es que le había conmovido el hermoso gesto de haberla pintado, quería que Jennie tocara su pecho y sintiera como su corazón se había acelerado con ese simple pero tierno gesto. Jennie por su parte quería decirle, que sin saber muy bien por qué, cada vez que pintaba pensaba en ella, quizá la inspiraba, pero no sabía que esa palabra podía usarse para describir a una amiga, aún que también muchas veces buscándole lógica a lo que sentía, suponía que como Lili, era quien la animaba a seguir y además era una excelente pintora y dibujante, pensaba en ella cada que lo hacía.

Lisa rompió el momento al percatarse de que el profesor la miraba con severidad, decidió regresar a su lugar, sin dejar de darle miraditas y sonrisas de complicidad a Jennie, que fue justo cuando Rosé las estaba observando.

Lo único que diré es que aquel día Lisa decidió que también pintaría a Jennie, y ese día llegando a su casa fue lo que hizo, incluso al día siguiente que era domingo, fingió estar enferma para no ir a misa y a dar una vuelta con su familia y mejor quedarse a retocar el cuadro que con tanto cariño y empeño estaba haciendo de su amiga Jennie Kim.

En cada pincelada Lisa sentía una emoción que desbordaba su joven corazón, realmente no entendía nada, pero le gustaba, se sentía bien y cálido en su pecho.

Lo único que sabía es que quería conservar aquel cuadro hasta el final de sus días, como el más preciado tesoro, lo único que entendí es que Jennie iluminaba sus días con aquella sonrisa suya que de tan hermosa y perfecta le parecía indescriptible.

Lisa puso todo su empeño en que aquello quedara plasmado en lo que pintaba, y casi lo logró, pero según ella, jamás lo haría en su totalidad, pues como Jennie tampoco había nada, ni nadie, ni aún el cuadro más perfecto.

Y si, aquel cuadro que enmarcaba la evidente belleza de Jennie, efectivamente acompañó a Lisa hasta el día de su muerte y más haya. Y si, también la pintura que Jennie hizo de Lisa la acompañó a donde quiera que ella fue.

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Hola a quien lee y apoya esta historia, quiero contarles que este capítulo es hasta ahora uno de mis favoritos.

Un abrazo 🤗

120 AÑOS (JENLISA) *ADAPTACION*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora