PRÓLOGO

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—¡¿Se puede saber a dónde vas con esa maleta!? —aprieto los ojos ante el grito de mi madre.

—A casa de Carlos, voy a pasar el verano con él y Kattia. —susurro con miedo a su respuesta pero disimulo el miedo todo lo que puedo.

Se ríe amargamente y tira el mando de la tele contra el suelo con tanta fuerza que lo rompe en varios trozos.

Aprieto mis labios para evitar soltar un sollozo mientras siento mi respiración acelerarse.

—Muy bonito. —se acerca a mi a pequeños pasos. —Tú te vas de vacaciones mientras yo me quedo aquí pudriendome en la miseria por lo que hiciste. Por tu culpa.

—Mama. —trago saliva cuando se coloca delante de mí, interponiéndose entre mi y la puerta. —Sabes que yo no tengo la culpa de lo que pasó.

—¡Claro que si la tienes! ¡Esto es por tu culpa! —se gira hacia la puerta y empieza a dar patadas y puñetazos en esta mientras grita. —¡Esto es tu culpa, tu culpa, tu culpa!

No deja de repetir esa frase y la verdad es que estoy harta de escucharla.

—Mama, los vecinos van a llamar a la policía por quinta vez este mes.

No me hace caso y sigue golpeando la puerta y gritando. En un momento dado pierde la fuerza en las piernas y cae al suelo llorando.

Me agacho para agarrarla y ayudarla a levantarse pero ella me empuja y casi me caigo.

—¡No me toques! —la forma en la que me mira me duele.

—Mama... —ya no puedo aguantarlo más y una lágrima cae por mi mejilla.

—No me llames así, —dice entre dientes. —yo ya no soy tu madre.

La miro un par de segundos más sintiendo mi corazón romperse. Lo bueno es que ya estoy acostumbrada.

La veo intentar levantarse y caerse varias veces, tengo el impulso de intentar ayudarla de nuevo pero su mirada me deja claro que no quiere ni que me acerque.

Logra levantarse y va hacia la cocina, escucho como abre la nevera y un par de segundos después se sienta en el sofá con una lata de cerveza en las manos.

Me dedica una última mirada antes de darle un sorbo a su cerveza y apartar la mirada hacia la tele que ha quedado encendida.

Trago saliva y sin esperar más abro la puerta y me voy.

Tengo el impulso de dar un portazo pero el miedo a que se enfade me detiene.

Ojalá nunca más tenga que volver a esta casa.

BAILANDO SOBRE EL MAR ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora