Capítulo 5: Prima volta.

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El sol entró por la ventana, iluminando una bonita escena digna de ser plasmada. Ambos jóvenes seguían en el sofá, se habían quedado despiertos hasta altas horas de la noche hasta llegar a un punto en el que el cansancio les cobró factura y terminaron irremediablemente dormidos.

Entre empujones y juegos bruscos del día anterior, Zoro quedó recostado sobre el pecho de Sanji, quien, a su vez reposaba el respaldo del sofá, disfrutando inconscientemente de la calidez que el otro le brindaba.

Acostumbrado a despertar temprano por sus estudios en casa, fue el rubio el primero en hacerlo. En su intento de levantarse, todavía adormilado, se dio cuenta de que había algo pesado y cálido reteniendolo.

Al abrir un poco más los ojos pudo ver lo que parecía un pequeño campo de césped de un tono inusual de verde, lo tocó y vio que era muy suave, se quedó acariciándolo, disfrutando de la sensación que le brindaba, la calma, la suavidad y el aroma. Un pensamiento lo sacó del trance "Que es esto?" La pregunta lo hizo abrir bien los ojos.

Pudo contemplar el resto del cuerpo de el idiota con el que había estado peleando. Mentalmente pidió a cualquier deidad que le escuchará, que el desgraciado no se hubiese dado cuenta de lo que estaba haciendo.

Se animó a revisar. Para su suerte, seguía dormido, pero sonriendo como estupido, lo cual, aunque no quisiera admitirlo, le pareció tierno.

Con un gemido, cuál cachorro berrinchudo, Zoro se quejó debido a la ausencia de caricias en su cabello, lo que provocó que Sanji tuviese una sensación, hasta ahora desconocida, que se manifestó con el enrojecimiento de sus orejas.


        -¡No hagas esos ruidos maldito bastardo!- con una patada en la espalda, lo sacó volando del sofá, produciendo un sonido seco al caer, como si hubiesen lanzado un gran costal de harina. Aún así, y para el alivio de Sanji, el pobre estúpido no se había despertado.


                                                            [....]


Quería seguir durmiendo, pero ese delicioso aroma lo tentaba a levantarse para ir a investigar. Decidió seguir su instinto, encontrándose con que estaba acostado en el piso de la sala.

Esto no era raro para él, podía dormir en cualquier lugar, sin embargo, no lograba recordar cómo había terminado ahí, ni por qué le dolía la espalda.


        -Te tomaste en serio lo del césped y ahora vives en el suelo- Esperaba que los insultos lo alejaran de pensar demasiado.


        -Que. . .- Admitir que no tenía idea de lo que había pasado, sería admitir la derrota, por lo que prefirió responder a la provocación. -¿Desayunaste payaso?-


        -No, pero preparé el desayuno para uno. Levántate, está servido-


La mañana continuó de forma tranquila. Con pocos ingredientes, Sanji de nuevo se había lucido. Esa forma de cocinar tan alegre y apasionada, no era algo común de ver.


        -Siquiera masticas lo que entra a tu boca?- regaño al ver a Zoro comer como animal.


        -Si, quieres ver?- respondió abriendo la boca para mostrarle la comida masticada, cosa que sacó de quicio al cocinero.

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