CAP 5

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La rutina de mi última semana tras lo ocurrido, se había pasado en mi enferma sin ánimos de levantarme de la cama ni de mirar el celular. Tras lo ocurrido en la cita, y caer sobre una fuente como parte de mi humillación, el domingo desperté con las defensas más bajas que nunca había tenido.

Esa misma tarde había recibido llamadas constantes de Nail, no tuve tiempo de atenderlas porque me vi envuelta en un interrogatorio de porqué había llegado empapada en casa, el domingo no sentía los ánimos de siquiera ver el celular.

El lunes después de clases había aparecido Sandra, muy preocupada por mi e igual dijo que Nail lo estaba, ella volvía todos los días para ponerme al corriente con mis pendientes escolares y ver como me encontraba. Una vez el lunes se fue ella llegó mi terapeuta quien accedió a venir tras saber mis inconvenientes de salud. Nos veríamos la próxima semana.

Hoy era viernes, solo quedaban unos días más y eso me tranquilizaba.

Hoy mis energías habían regresado un poco, ya no necesitaba de la supervisión de Galliard pero el igual se había aparecido en mi cuarto 3 veces durante las últimas dos horas. Según el era mejor quedarme en casa para reponerme por completo y de paso terminar mis pendientes. Supuse tenía razón así que después de despertarme tarde decidí culminar estás. Ya habían pasado unas cuantas horas desde que inicie. Casi daban las 6:00 pm.

Tomé mi celular que había dejado olvidado en el escritorio tras no tener ánimos de él, tenía solo dos chats recientes, el primero era Nail de quien tenía alrededor de 100 mensajes preguntando por mi estado, reclamando una respuesta y cuestionandose si seguía viva. A la última pregunta le respondí que no. El siguiente chat era de un número desconocido del cual solo tenía un mensaje preguntando por mi estado de salud.

No sabía de quién se trataba pero igual respondí amablemente que bien, debería ser alguna persona de la materia, su conciencia no lo había dejado.

Dos toques en la puerta me hicieron salir de mis pensamientos, me giré. Era Galliard.

—Dice mamá que si quieres lasaña o spaghetti —dijo recargándose en el marco de la puerta.

—Lasaña —respondí y Galliard se lo hizo saber en un grito.

—¿Cómo sigues? —preguntó mirándome, ese era el Galliard al que estaba yo acostumbrada no a la bestia que conocí antes de mi cita.

—Bien, no te preocupes —dije. Igual se acercó y miró mi laptop.

—¿Aún no terminas? —Habló a mis espaldas.

—Ya casi —respondí en un quejido.

El iba a decir algo pero el grito de Aquiles pidiéndole ayuda en algo lo hizo despedirse de mi.

Y era como si Sandra estuviera esperando el momento exacto porque entró mi madre con el teléfono de casa y la chica en línea.

—Hola —dije cuando mi madre ya se había ido.

—¿A que no sabes quien va para tu casa? —preguntó tranquilamente, por el ruido de fondo supuse que seguía en clases, los viernes Sandra tenía el peor horario.

—¿La única amiga que tengo? —vacilé yendo a buscar unos cuadernos que se habían quedado en mi cama.

—Me gustaría decir que así es —levanté una ceja intrigada, si ella no iba a venir y su primera información es que alguién ya venía en camino eso me resultaba extraño— Pero en unos minutos tengo clase de Sociología y continuó con historia de la ciencia, tengo que ponerme de acuerdo con Cristal para terminar el proyecto de psicoanálisis. Así que me tendrás ahí hasta dentro de mil horas. Intentá vivir sin mi.

La última y nos vamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora