Vincenzo caminaba con paso lento por uno de los tantos pasillos que le rodeaban, aún con su rostro adormecido porque se levantó hace relativamente poco y se vistió con lo primero que encontró.
Aconteció que, desde hace semana y media, el pintor había empezado su trabajo de manera magnífica, no tenía ninguna queja sobre él, incluso él mismo ha seguido con lo encargado en su hogar. Días en los que sus pensamientos no dejan de atormentarlo por la noche y cualquier hora del día, más cuando Notte se encontraba frente a él, intentando averiguar qué escondía aquel velo y ojos brillantes.
Las habladurías del pueblo siempre llegaron a sus oídos, en una cadena donde su principal emisor era su propia hermana, Rosa, quien siempre estuvo interesada en tener una vida fuera de la sombra de su madre, emocionándose por la más mínima cosa que sucedía fuera de las cuatro paredes de su habitación. Entre aquellos rumores, claramente se encontraba el artista sin rostro.
En un principio, realmente le interesó poco y nada quién era este hombre, agradeció en silencio su talento al plasmar la belleza de quien podría ser una salida fácil a un matrimonio para complacer a terceros. Aun así, los cuentos que se decían de él, los dejaba pasar como el río permite el paso a pequeñas piedras.
Hasta ahora, específicamente, la noche anterior.
Su apodo se escribía frente a él y en completa oscuridad, recapitulando e intentando analizar sus acciones, comportamientos y más, queriendo tener todo lo que esté a su alcance bajo su control como el maniático que era, dándole vueltas al mismo asunto hasta fastidiarse él mismo.
La paranoia incluso le llegó a jugar una mala pasada, pensando que fue un gran error llevarlo hasta su hogar. Sus manos, su mandíbula, las pequeñas muestras de piel manchadas que ha logrado ver con el paso de los días.
Quiere creer que esa preocupación nace por el miedo a dejar entrar a un hombre peligroso a su hogar, sin embargo, sabe que no es así. Porque no estaría buscando la manera de recordar qué era lo que su hermana le decía o bien usar la lógica para pensar en qué tipo de armas u objetos te dejan ese tipo de cicatrices. Mismas que ha ayudado a ocultar, aunque cree que el pintor no esté consciente de ello, puesto a que no espera una buena reacción por parte de su familia, al menos, por el lado de su madre.
Miraba sus manos involuntariamente, aunque eran un poco delicadas en cuanto a usarlas mucho, puesto que le dolían demasiado rápido, su textura era áspera y no muy grata de sentir después de haberlas ocupado toda su vida en diferentes trabajos; a veces, su progenitora le obligaba a untarse un poco de aceite sin ningún resultado favorecedor.
Se asemejan a las de la cocinera principal de la casa, Berenice, una mujer de Grecia que llegó a la residencia antes de la muerte de su padre. Le tenía un gran aprecio, se puede decir que es como una segunda madre para él y Vincenzo se convirtió, a su vez, en el hijo que nunca tuvo; siempre lo intentaba animar cuando lo veía con una mueca triste, como hace unos días le preparó un postre de frutas mientras una nueva batalla se desataba en su interior.
La griega tenía sus manos igual de ásperas, un poco más que él. Eran pequeñas y con dedos finos, pero arruinadas por su arduo trabajo sin descanso. En ese aspecto, eran semejantes. En cambio, con Notte, eran totalmente idénticos en cuanto a lo que podían hacer.
La comida de Berenice era sumamente exquisita, es lo que más extraña de la casa cuando tiene que abandonarla por ir a otras ciudades y comparte opinión con todos de su familia, incluso con su Fiorella, quien rara vez puede admitir en voz alta lo que los demás hacen bien a su alrededor.
Luego estaba el pintor, quien se ocultaba de la vista de todos, ya sean por sus cicatrices y, seguramente, por algo más que está dispuesto a averiguar; aun así, su talento era expuesto gracias a las mismas manos maltratada, dando paso a que lo más caótico puede generar una hermosa sensación.
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Bella Mujer.
Teen FictionChi è quella bella donna? | ❝¿Quién es esa bella mujer?❞ El amor es engañoso, fantasioso y manipulador. En un pequeño establo de madera en pueblo de la ciudad de Firenze, un hombre el cual oculta su rostro bajo un velo, es conocido por retratar la b...