She - Ed Sheeran.

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Michael tomó el pomo de la puerta, dispuesto a marcharse del departamento antes de que Lenna despierte y note su ausencia en la cama. Ya tenía todo encima; su teléfono, sus llaves, su mochila. Quería ya marcharse, pero al mismo tiempo sabía que se arrepentiría en poco tiempo, al comenzar a extrañarla.

- ¿No te quedas? - la voz de Lenna retumbó en la sala silenciosa.

Michael volteó sorprendido por su aparición, ya que hace poco ella seguía durmiendo. Suspiró cansado, sabiendo que ahora debía lidiar con otra despedida más, como cientos más que había tenido. Sacó su mano de la manija para voltear a verla, y asentir. Lenna lo miro seria, sin decir nada más. Era lo mismo de siempre. El silencio reinó entre los dos como era usual; entre ellos no debían hablar para entenderse. La chica rubia asintió sin relajar sus brazos cruzados bajo su pecho, sin decir una palabra.

- Sabes que tengo que irme, no tengo opción. - Michael dijo, sintiéndose mal por abandonarla otra vez.

Caminó lentamente hacia ella dejando un suspiro escapar entre sus labios. Guardó las llaves del departamento de ella en su bolsillo con un movimiento rápido y con ambas manos tomó su delicado rostro, rozando la yema de sus dedos con su piel de porcelana. Él busco su mirada pero ella tan solo evitaba ese contacto. Michael inclinó su rostro dejando un suave beso en los labios de Lenna, pero ella no le correspondió, manteniendo su postura.

Michael suspiró frustrado. - No puedo quedarme siempre, la banda tiene que seguir. - dijo en un tono suave, pero decidido. Estaba cansado de lidiar con el mismo tema con ella.

- Nunca te quedas. - habló.

Michael pasó sus manos por su rostro, soltando un gruñido de frustración desde su garganta mientras miraba hacia el techo blanco. Lenna dio media vuelta y caminó tras la puerta, girando hacia la izquierda en el pasillo. El chico dejó caer con fuerza su mochila al suelo y la vio de espaldas, con tan solo esa vieja remera de Metallica que alguna vez había sido de él. Segundos después siguió su paso hasta la cocina.

La miró apoyándose en el marco de la puerta; tan solo estaba ordenando algunas cosas que habían dejado ambos luego de la cena el día anterior. Había sido pizza solamente, pero había un par de vasos y platos sucios que lavar. Se veía hermosa allí con su ropa, dejando ver sus perfectas piernas. Ella era simplemente hermosa, a pesar de estar molesta con él la mayoría del tiempo.

Se acercó luego de varios largos segundos. Paró detrás de ella, deteniéndose para acariciar sus muslos y subiendo una de sus manos hasta su costado por dentro de la remera. Ella secó sus manos y apoyo las mismas sobre la mesada, evitándolo.

- Vas a llegar tarde, Mike. - susurró con un tono más comprensivo que el de antes.

Michael chasqueó la lengua y volteó a la chica con sus propias manos, para acorralarla de frente contra el mueble.

- No seas así conmigo... - le pidió rozando su nariz con la de ella. Lenna subió sus manos hasta el pecho de él, acariciando lentamente.

- Estoy cansándome de esta rutina, Michael.

- ¿No puedes esperar por mí? - suspiró frunciendo el ceño

- Tú no esperarías por mí siquiera. - contraatacó ella e intento separarse removiendo las manos del chico, y él no intentó detenerla.

Posiblemente sería así. Michael lo sabía, pero también sabía que se arrepentiría desde el primer segundo. Nadie era como Lenna y nunca podría reemplazarla, aunque él lo quisiera. Era tan solo ella; la conocía desde hace demasiados años, era su mejor amiga. Era única. Sabía en su interior que ella había sido, era y sería la mujer de su vida, y nada iba a cambiar eso. Michael volvería a buscarla, como siempre hacía. Y ella esperaba por él siempre, en realidad.

She.   [Michael Clifford]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora