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Capítulo 33: Cartas finales.

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Cinco años atrás.

Matthew. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

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Le di una profunda calada al cigarrillo que reposaba entre mis labios, comencé a frotarlo contra el cenicero para extinguir el fuego en su interior, una hilera de humo ascendió por el techo y al cabo de unos minutos apareció la castaña.

Al verme, su sonrisa se amplio a tal modo que hacia competencia con ese dichoso gato sonriente, corrió a mi, sentándose sobre mi regazo.

—¡Te extrañé!

Abrazo mi cuello y repartió besos sobre mi cuello y mentón.

—Keylle —evadí su tan cariñoso saludo—, ya hablamos de esto.

Trate de levantarme, a regañadientes se puso de pie con una expresión de fastidio, me puse de pie y besó cortamente mis labios.

—¿Cómo te fue con los premios? —se alejó y comenzó a desvestirse.

Le di la espalda, analizando la decoración de su camerino el cual tenía varias fotografías de otras modelos de la marca.

—Gané dos categorías.

—¡Felicidades amor!

Se lanzó a mi, abrazando mi espalda, sus manos acariciaron mi abdomen y descendieron lentamente.

—Deberíamos festejarte.

—Keylle...

Se arrodilló sin más al posarse frente a mi, sus manos desabrocharon mi cinturón junto a mi pantalón, era claro que no me rehusaba ante semejante tentación. A cualquier hombre le gusta una buena mamada y Keylle es excelente con la boca.

Pero no podía desviarme.

—Salgamos de aquí, tengo algo importante que decirte —me alejé, acomodando mis prendas y dejándola arrodillada.

—¿En serio es más importante que pasarla bien, Matthew?

—Sí, Keylle —tome mi chaqueta de la silla en la que estaba sentado—. Terminamos.

—¿Qué?

Me coloque dicha prenda sin mirarla, ya mucho me había distraído de mi propósito de vida que era encontrar el famoso 60544. No tenía ni puta idea a que se refería el universo pero debía encontrarlo ya.

Keylle solo estaba siendo una distracción, un pasatiempo que prolongaba cada vez más mi búsqueda. Me gire para darle la cara.

—Sí, no podemos seguir, así que esto es el adiós —camine hacia ella. Sus ojos verdes miraban a un punto fijo, procesando mis palabras—. Espero que el día que volvamos a coincidir, lo hagamos en paz.

Rápidamente se lanzó a mi, aferrándose.

—Por favor, Matthew... —lloró sobre mi pecho—. No me dejes, yo te amo...

—Pero yo a ti no —tome sus brazos para alejarla de mi—. No te hagas más daño, sabias a lo que te enfrentabas cuando iniciamos esto, te lo advertí y decidiste seguir.

—¡Porque te amo!, es lo que una persona hace por amor a otra.

—No trates de romperte en mil pedazos por mi —tome su rostro una vez que se relajo—, no vale la pena que lo hagas por alguien como yo, Keylle.

—Volverás conmigo —susurró cuando nuestras miradas conectaron, dos lágrimas descendieron por sus mejillas, arruinando su maquillaje—. Lo juro.

—No lo intentes, no sucederá.