Campanilla, empezamos hablando de la paz, recuerda que la paz es la presencia de Dios vivo, y cuando mis apóstoles reciben la paz, aun sin reconocerme físicamente al ser mi aspecto distinto, reconocieron mi presencia al darle mi paz, y reconocieron con alegría que era el Señor, aunque físicamente era distinto, la alegría es el testigo que en todas las situaciones de su vida sean las que sean, acompañan siempre al Señor con la paz.
La paz lleva la alegría al corazón de los que esperan en Dios, y la alegría les hace reconocer su presencia. No puede estar triste el corazón que ama a Cristo.
Esa alegría es como la paz, solo la siente y sabe que es de Dios, la alegría que brota del corazón no es una alegría pasajera como tampoco la paz es pasajera, como ningún sentimiento que brote del corazón que siente la presencia de Dios es pasajero.
Porque Dios no da sus frutos por momentos, Dios cuando da es para siempre, es el hombre que no pasa del amor humano al amor superior o de Dios el que siente esa alegría por momentos, pero no es porque Dios se la de así, es porque el hombre no quiere morir a sus cosas, a sus trabajos, a sus costumbres, y no sabe perseverar y guardar esos tesoros que son dones de Dios.
Y cuando los hombres no tienen la tierra abonada por el amor de Dios, que es el que le hace pasar del amor humano al divino, corriendo el mal que se pasa de listo reconoce cual es su debilidad, y su debilidad es el miedo a amar a Dios incondicionalmente, sin ponerle condiciones ni decirle "no puedo," por esto o por aquello, que es lo que hacen los hombres.
Conoces a personas que, al salir de unos ejercicios espirituales, de unos encuentros, de vivir una pascua de resurrección, salen eufóricos y contentos, llenos de la alegría de Dios, de haber vivido su presencia, de haberla sentido. Y a los pocos días, los ves como siempre desilusionados, tristes, desganados. ¿Dios le ha quitado la alegría que les dio con su presencia?
¡No! Han sido ellos que, al volver a su rutina, a su vida anterior, a la vida del mundo, a las cosas del mundo, a sus costumbres, se han olvidado de lo principal.
¿Qué es lo principal? Perseverar en la lucha contra el mal que quiere separarlos de Dios. Perseverar en la oración, aunque no sientan nada, la oración, el silencio, la caridad, el amor a los demás, sin ver, sin oír, sin sentir, es la prueba de la fe de los que no tienen fe.
Si ven creen, si sienten creen, si oyen creen, pero se olvidan que para vivir hay que morir.
¿A que hay que morir?
A lo que les impida seguir esperando, aunque sea con miedo y escondidos como hacían mis discípulos, que amaban, pero tenían miedo de las circunstancias, a donde pudiera llevarlos el amor y el seguimiento de Dios, ya que habían visto sufrir y morir a su Maestro por amor, y tenían miedo de que a ellos les pudiera pasar lo mismo al dar testimonio de su amor.
Y como siempre, es Dios quien los sigue amando y les sigue mostrando su presencia, aunque de otra manera, ya no es en su persona, ya es en la persona de cada uno que se aproxime a su vida, si sienten la paz, si saben amar, sentirán la alegría en su corazón, porque la alegría de Dios es su testigo principal.
Para que los hombres puedan reconocer a Dios en los hombres, han de sentir la alegría que brota del corazón, igual que brota la paz cuando sienten su presencia a través de su perdón.
Quien no siente la paz al recibir el perdón, es porque no conoce a Dios, porque no ha buscado lo que no quiere olvidar y lo tienen guardado en el trastero de su corazón, o por que no se perdona así mismo, y si no se perdona así mismo es porque no se ama como es, y quisiera ser lo que no es, o sentir lo que no siente, y no confía en el perdón y el amor de Dios que con el perdón olvida y no vuelve a recordar la ofensa.
La alegría de Dios viene con la paz que la lleva de la mano. Dios es alegre, el amor es alegre, la paz es alegre, porque da alegría en el corazón de los que esperan ver al Señor.
Pero cuidado, que nadie se lleve a engaño, porque a Dios lo pueden ver resucitado en los que están a su lado, y si sienten la alegría, y si vive con la paz que Dios le ha querido dar, sentirá esa alegría por sentir la presencia del Señor en el que vive a su lado.
Si no la siente así, tendrá que ver si no ha querido morir a sus gustos, a sus costumbres, si no ha querido perdonar a quien lo ofende, tendrá que hacer el examen y ver que le impide sentir la paz que es el mismo Dios quien se la da, y sentir esa alegría de ver que vive a su lado con sus penas alegrías, su dolor, y las preocupaciones que suele traer el día, olvidándolas después porque vendrá un nuevo día con sus penas y alegrías, también las preocupaciones que aunque parezcan las mismas son distintas cada día, y en ellas podrás ver, sentir la presencia de Dios viviendo en tú vida, porque viene con la paz en esas preocupaciones o dolores que no puedes aceptar o que te cuestan dolores, y si sientes la alegría ya sabes que está el Señor viviendo tu misma vida, y siempre serás feliz si saber perseverar y puedes sentir la paz encerrada por los miedos que no te dejan andar, y con las puertas cerradas por lo que pueda pasar.
Pero aunque estén cerradas, si el Señor siente el amor que hay en el corazón encerrado por los miedos a morir a tantas cosas como te apartan de Dios, entrará, y con la paz, te traerá la alegría que es testigo del Señor, para que se pueda ver que en tus penas y alegrías está presente el Señor que te trae la alegría, y puedan ver que el Señor está presente en tu vida.
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LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO
SpiritualEN ESTE PEQUEÑO LIBRO PODRAS IR DESCUBRIENDO POCO A POCO Y CADA UNO. LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO. ¡Cómo había cambiado el mundo! ¡Cómo cambian los amigos! ¡Cómo cambió la familia! El cambio en la sociedad. También la iglesia ha cambiado, y oí l...