P. 9. LA SABIDURIA

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La Sabiduría es fruto del Espíritu Santo, pero no estamos hablando de la sabiduría de los hombres, sino de la de Dios que solo la da el amor.

Los hombres pueden tener la sabiduría humana para las cosas del mundo, una sabiduría que le da la razón, pero no es la Sabiduría de Dios, que le da con su amor como fruto a los sencillos, a los que él enseña "sus cosas," que los sabios y entendidos del mundo no las pueden comprender.

Y unido a la Sabiduría como unido al Amor está la Ciencia de Dios, no es la ciencia que viene a través del estudio ni de la investigación, es la ciencia de la vida que, unida a la Sabiduría, Dios pone en el corazón para poder descubrirla en una humilde semilla, la semilla de la vida que los sabios y entendidos no la pueden comprender.

¡Cuantas cosas campanilla te ha enseñado a ti la ciencia!, la que viene del amor del Espíritu de Dios, y esa Ciencia de Dios no es la ciencia de los hombres, la Ciencia de Dios da el Entendimiento para poder comprender, que es, otro fruto del amor.

La Sabiduría, la Ciencia y el Entendimiento, los abre el Espíritu de Dios a los que buscan su amor y se abren a su vida y se dejan guiar por él.

La Ciencia, lo mismo que el Entendimiento, vienen de la misma semilla, del mismo fruto, que, como todos, es vida para darla a los demás.

La ciencia y el entendimiento de los hombres le vienen por la razón, por el espíritu de superación que es quien guía a los hombres.

La verdadera ciencia nace del Espíritu de Dios, la ciencia humana es buena, pues la ciencia humana sabe investigar y descubrir muchos misterios en la vida que benefician a los hombres, pero no sabe descubrirlo todo, porque lo principal, el misterio de la vida y de Dios no lo sabe descubrir.

La verdadera ciencia es Dios, Dios es, con-ciencia, Dios es pa-ciencia, y de esa con-ciencia y de esa pa-ciencia viene la Sabiduría de Dios que es superior a la ciencia de los hombres, porque lleva la verdad como fruto, y lo acompañan todos los demás frutos del Espíritu Santo.

Sabes que hay frutos que nacen enfermos, y por nacer enfermos o limitados no pueden dar vida, los hombres del mundo, los sabios a través de su ciencia le buscan remedios para que puedan dar vida.

Es lo mismo que un hombre que es seducido por el mal, y después puede abrirse al amor, convertirse, y del mal puede nacer nueva vida, pero corrientemente no es así, porque si el mal, a través de la ciencia da vida, todo lo que hace es apariencia, se justifica así mismo viendo sus obras, y enseñándolas a los hombres dice:

¡Que bueno soy mirad lo que he hecho! Hace residencias asilos reformatorios cárceles.... Y pare usted de contar, todo para quitar de en medio lo que los hombres y el mundo suele desechar, es cierto que hay hombres con conciencia, que de su trabajo hacen el bien para los demás, son los que tienen conciencia y de su trabajo hacen un bien.

Sabes campanilla que la conciencia es Dios, que les da a los hombres la verdadera Sabiduría para que puedan conocer el bien y el mal, cosa que la ciencia de los hombres no lo puede descubrir.

Ya sabes campanilla como se justifica el mal, dando vida por un lado a quien no puede dar vida, y matando por el otro a los que ya tienen vida, y el egoísmo del mundo dice que hay que matar porque no los quiere nadie, es darle facilidades a los que no quieren amar, solo aman su cuerpo, y a través de su cuerpo solo se aman ellos mismos sin amar a los demás.

Sabes que la sabiduría humana y la ciencia a través de la razón, buscan como engañar a los hombres creyendo hacerlos felices.

Y eso no puede ser, los hombres y las mujeres cada uno por su lado no pueden tener amor ni tampoco ser felices, porque el amor es feliz cuando puede dar vida.

Y ves campanilla que por culpa del egoísmo el amor se queda estéril y no puede dar la vida, porque se acaba el amor lo mismo que la familia. Como se acaban los hijos por culpa del egoísmo que va matando la vida.

Y esa ciencia no es de Dios mi querida campanilla, que unida con el amor siempre va dando la vida.

¡Como les gusta a los hombres hacer grandes obras y sentirse orgullosos de ellas!

Y, ¡como le gustan a Dios esas obras pequeñitas que nadie se fija en ellas, pero van dando la vida!

Los hombres sin amor, por tanto sin conocimiento de la verdad, desprecian a los demás cuando se las ven hacer, al ser pequeñas no suelen darle importancia, porque no saben amar, ni saben que las obras del amor siendo grandes son pequeñas y al alcance de todos para poderlas hacer, y no sentirse orgullosos al ver que son muy pequeñas, y eso le gusta al Señor, que, a través del amor, él le va dando a los hombres esos frutos pequeñitos que siempre están escondidos, pero son frutos de amor como le gustan a Dios.

Los hombres sin amor, por tanto sin conocimiento de la verdad, desprecian a los demás cuando se las ven hacer, al ser pequeñas no suelen darle importancia, porque no saben amar, ni saben que las obras del amor siendo grandes son pequeñas y al alca...

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