4.

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_______ se despertó. Tenía el cuerpo ligeramente cubierto por una fina capa de sudor. Sumándole todo el dolor que sentía por haber dormido en el suelo; seguía algo cansada. No sabía qué hora era, pero gracias a la pequeña ventana que había al fondo de la habitación, pudo observar un cielo nocturno; serían altas horas de la madrugada. Fue hasta el baño, donde había dejado su ropa secando después de haberla lavado como pudo. A pesar de que aún seguía un poco húmeda, volvió a vestirse para sentirse más cómoda, y resguardada del frío. Y justo cuando salió del baño, sus oídos captaron algo que jamás hubiera imaginado percibir.


-¡Sí! -Escuchó gritar a una voz femenina. Agudizó el oído entonces.- ¡Oh, sí! ¡Seguí! ¡Seguí!


La piel de _______ se erizó por completo, a la par que sus mejillas se tornaban de un ligero tono carmesí. En ese estado, intentó abrir la puerta de la habitación poco a poco, asomándose ligeramente en aquella pequeña apertura.


-¡Más! Oh... ¡Sí, más! -La vista se le nubló por completo al observar a Mauro embistiendo con fuerza a una mujer en el diván que había justo en frente de la chimenea del salón.


Tragó saliva. La oscuridad la ayudaba a ocultarse. Asco. Esa mujer no dejaba de gemir cada vez que él entraba en ella con fuerza. Y _______ podía verlo; observaba cómo se retorcía cuando Mauro la embestía con ganas, bombeándola de placer, apretando las manos, gozando hasta el punto máximo ese inmenso deleite.


-¿Te gusta? -Preguntó él. Aquella voz, más ronca de lo usual, la estremeció por completo. Tanto que hasta procedió a morder su labio inferior, deseosa... Sí, deseosa por estar en el lugar de esa mujer.


-¡Sí, Dios... Seguí! -Le ordenó ella. Y desde su posición, _______ también deseaba que siguiera follándola, para poder observarlo todo. Cuando, de repente, los sentidos volvieron a su lugar, y en vez de seguir presenciando aquella escena, se encerró en la habitación de nuevo, haciendo que la puerta sonase con fuerza sin querer.


Los gemidos se detuvieron. _______ sintió que moría, la habían descubierto. Trató de esconderse en el baño, pero antes de poder poner un pie allí, él ya estaba dentro del cuarto.


-Estás pálida. -Dijo al encender las luces. Traía los pantalones a la cadera, desabrochados; además, estaba sin camiseta, ligeramente sudado y despeinado.


-¿Sí? Mm... No sé, debe ser por el frío. -Le respondió ella. No quiso mirarlo a los ojos, porque sabía que se ruborizaría de nuevo.


-Y cómo no vas a estarlo si viste lo de allá fuera. -Soltó Mauro, emitiendo después una pequeña carcajada.


-Ha sido intencional.


-Sí, dale.


-No me gusta ver porquerías. -Dijo ella, molesta.- Al menos deberías tener un poco de respeto por mí.


-Lo tengo.


-Ya, claro. Y por eso traes a una tía a la cabaña mientras yo estoy aquí. -Se ruborizó nuevamente en cuanto terminó de hablar. ¿Por qué le estaba reclamando a su propio secuestrador?


-¿Te molestó, linda? Recordá que esto no es más que un secuestro. -La miró. Ahora él también estaba enfadado, y al notar que ella igual, decidió seguirle el juego.- Además... Si lo hice es porque dormiste casi desnuda.


_______ tragó saliva. Ahora sí sentía sus mejillas arder.


-Es que sólo a vos se le ocurre dormir en ropa interior con alguien que ni siquiera conoce en el cuarto de al lado. -La miró a los ojos, comiéndosela con la mirada. Inevitablemente, su mirada fue a parar entre sus senos, a la vez que el pensamiento sobre lo dulce que estarían en su boca volvía a él. Igual que su sexo.- Y no dudaría... -Susurró, entrecerrando la puerta que daba a la habitación un poco más, comenzando a aminorar la distancia que había hasta ella.- ... En pensar que estás mojada ahora mismo. -_______ tembló por dentro al escuchar esas palabras. ¿Cómo lo sabía? Se relamió los labios de forma involuntaria.- Después de haberme visto haciéndoselo a alguien más. -_______ retrocedía a medida que él se acercaba, tanto, que en pocos segundos alcanzó la pared, chocando su espalda contra la misma; quedando sin escapatoria, pues Mauro se encargó enseguida de aprisionar su cuerpo con el suyo propio.- ¿Me equivoco? -Suavemente posicionó sus manos sobre las caderas de _______. Se había excitado en menos tiempo con ella, que con la prostituta que había contratado para saciar sus deseos. Y es que su mayor deseo era ella. Follarla. Se acercó aún más a _______, hasta conseguir respirar su aliento, a la vez que rozaba su erección contra el vientre femenino, quería hacerla sentir todo lo que provocaba en él. Se movió en círculos, gesto ante el cual la joven no pudo evitar gemir levemente. Ahora sí estaba realmente mojada. Excitada en su punto máximo.- Decíme que querés sentirme dentro de vos. -Susurró él.- Decímelo... Vamos.


-No. -Le dijo ella. El sentido común le volvió justo a tiempo, el cual hizo que lo alejase de un empujón, a pesar de haber tenido las manos de Mauro firmes sobre sus brazos. Al menos tenía una cosa clara.- Jamás estaría con alguien como tú.



𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora