5.

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-Suéltame. -Murmuró ella. Mauro deslizó sus manos suavemente por sus brazos, haciéndola estremecer; conocía cada movimiento que deseaba de él.- Hay alguien que espera por ti. -Le indicó, dirigiendo su mirada hacia la puerta.


-La concha de su madre... -Mauro se volteó, fijando su mirada en la prostituta que lo esperaba en el borde de la entrada de la habitación. _______ no había logrado vislumbrarla bien con la oscuridad de hacía unos minutos, pero ahora sí; era muy guapa a decir verdad, alta y pelirroja. Mauro caminó hasta ella sin dedicarle una sola palabra a _______. Estaba enfadado, tanto, que cerró la puerta de la habitación con fuerza, provocando que la joven se estremeciera en su sitio. ¿Y cómo no enfadarse después de haberlo dejado con las ganas? Le pagó lo acordado a la mujer que había contratado para saciarse, despidiéndose de ella después. Una bonita argentina que había sabido complacerlo, pero no lo suficiente, pues _______ lo había empalmado en menos tiempo.


Inmadura. Numerosos calificativos recorrieron su mente. ¿Se cree la gran cosa? No se lo podía creer, ninguna mujer lo había rechazado de esa forma jamás. En otros casos, si hubiera llegado a ese nivel con cualquier otra, esta hubiera sucumbido a sus encantos. ¿Pero _______? Mierda. ¡Puta! ¡Puta! ¿Aún conservaba la erección? Bajó su mirada; claro que sí. ¿Y cómo no? Si con tan solo rozar su piel... Su miembro había reaccionado como si hubiera despertado después de un año de abstinencia. ¿Qué tenés, _______? Pensó. ¿Qué tenés que me gusta tanto? Y que por alguna razón, no se lo quería dar. Abrió con rudeza la puerta de la habitación; _______ se volteó sobresaltada. Menos mal que esta vez no la encontró en ropa interior. Cerró la puerta, haciendo ruido de nuevo.


-Es muy tarde.


-Ya no tengo sueño.


-¿No confías en mí?


-¿En serio tengo que responderte?


-Obvio, linda.


-Joder, que no me gusta que me llames así. -Respondió ella.


-Y a mí no me gusta tenerte acá. -La retó él.


-Ese es tu problema.


-¿Ah, sí? -Dijo, comenzando a caminar a paso lento. _______ sintió cómo aquella fuerte oleada de calor volvía a ella. Qué hombre, cuánto le ponía.- Hay alguien acá que no tiene idea de lo que puede pasarle si sigue portándose mal. -Habló, empleando aquel tono ronco que era incapaz de abandonar, debido a su estado. Se había acercado peligrosamente a su rostro, _______ trataba de no mirarlo demasiado, concentrándose en cualquier punto de la sala que no fuera él.- Y de lo bien que la puede pasar... -Mauro le acarició el mentón con su labio inferior, rozándolo como una tercia pluma.- ... Si se porta correctamente.


-¿Tantas ganas me tienes?


-¿Vos qué crees? -Apretó su cintura entonces, haciendo que su respiración se cortase durante una fracción de segundo. Aproximó ambos cuerpos, pegándolos; una sensación increíble.- Agradecé que contraté a esa prostituta para no follarte antes, me estoy aguantando mucho. -Acarició su cintura con la yema de los dedos, alzando ligeramente la fina tela que le cubría las caderas. Era todo un deleite sentir la tibia piel de _______.


-Te lo he dicho, jamás estaría con alguien como tú. -Sentenció ella, entrecortándose con algún pequeño gemido, pues Mauro había posicionado los labios sobre su cuello, recorriéndolo tan sensualmente como podía, a base de caricias y besos húmedos. Ella cerró los ojos. Mauro alzó la mirada al escucharla hablar, sabía lo bien que la estaba haciendo sentir en ese momento debido a su tono de voz. Estaba excitada. Sólo le faltaba un pequeño empujón, así que trató de besar sus labios de una vez; quería enredar su lengua con la impropia, y hacerla disfrutar tanto como podía. Pero ella volvió a separarse.- ¿No me escuchas? Jamás dejaría que alguien como tú me besara.


Esa fue la gota que colmó el vaso. Mauro la tomó con fuerza, estampándola contra la pared después. Su mirada era otra, sus ojos, ahora envenenados por la lujuria, la recorrieron de arriba abajo sin importarle lo que podría venir después. Le quitó la ropa tan rápido como pudo. Ahora ella no tenía cómo defenderse, ni siquiera las palabras podrían calmar a esa bestia que había despertado, y estaba deseosa por devorarla. Semidesnuda, las ganas tampoco fueron pocas. Observaba todo lo que hacía; de qué manera la tomaba, y cómo se excitaba más y más cuando contemplaba todo lo que tenía ante él.


-Nadie va a besarte los labios, linda. -Le advirtió él. _______ sintió las manos de Mauro apretarle el trasero tan fuerte, que logró hacerle sentir la erección que lucía contra su vientre.- Será todo lo contrario. -Dejó de observar su rostro; de un momento a otro, tenía a Mauro besándole el estómago mientras suavemente descendía por sus caderas. Por su parte, _______ se aferró a la pared para contener esos enormes gemidos que quería soltar. Los dedos de Mauro la tocaron de forma inesperada, metiéndolos en el espacio entre su piel y tanga. Los besos de aquel hombre la persiguieron por todo el cuerpo, ahora sentía que la tocaba por abajo, justo ahí... Donde ella no tardaría en comenzar a gritar. Sus dientes mordieron ligeramente el tanga por la parte del costado, comenzando a bajarlo; ella se estremeció. ¿Qué se estaba dejando hacer?


-Ah... -Murmuró ella, un primer gemido que la ayudaría a emitir los demás. De repente recordó a la prostituta gritando... Gritando por él, por lo bien que debería ser sentirlo dentro, muy dentro de ella. Se mordió el labio inferior. Sin darse cuenta, tenía el tanga por las rodillas.


𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora