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Su respiración estaba entrecortada, no había hecho acto de presencia en el lugar. Los discípulos lo habían buscado sin cesar por días, se encontraba en lo más oscuro de la cueva helada de Gusu Lan.
Justo donde Wei Ying había adquirido una parte del Hierro Yin.
Su ropa mojada de agua helada, su cuerpo temblando suavemente por el frío de ésta. Sobre la pequeña superficie de hielo que había ahí, se encontraba con su espada apoyada en el suelo, los ojos cerrados y sangre cayendo de las palmas de sus manos.
Tomó una gran bocada de aire y abrió los ojos, estaba desesperado.
Iban a enfrentar a GuangYao en tan solo cuatro días, y él no se creía lo suficientemente capaz para matarlo en tan poco tiempo.
Entrenaba sin parar, una y otra vez.
Alzó la espada sintiendo como su cuerpo descendía un poco ante el peso de ésta y el cansancio físico.

Empezó de nuevo su practica, no había dormido, estaba herido, con frío y cansado.
Sus movimientos eran cada vez más lentos, llegó un punto donde no pudo más.
Cayó en el agua con cansancio, quedó sentado en la orilla mientras se recargaba en el suelo, la espada se hundió en la poca profundidad del agua.
Jin dejó escapar un jadeo y quitó su cabello de su rostro. Le dolía todo, se sentía demasiado débil, su energía espiritual estaba muy baja.
Y entonces cerró los ojos y se dedicó a esperar, sabía que cuando Sizhui llegara de LaLing lo primero que haría sería buscarlo.

El lugar se mantuvo en un silencio mortal, siendo que el sonido de su respiración calmada, mostrando aún señales de vida.
Las siguientes horas las pasó inconsciente, en la fría agua, con su espada a su lado.
Mientras el agua ayudaba a sus heridas a sanar. Siendo que de a poco se cerraban cada vez más.
Después de dos días más ahí dentro, sintió una presión en su pecho. Abrió los ojos de a poco y soltó un jadeo ante la luz que un talismán le propinaba.

Lamió sus labios y soltó un suave quejido al tratar de levantarse, no escuchaba bien las palabras de la persona frente a sí, para ser sinceros, ni siquiera enfocaba bien su rostro.
Sintió como una mano tomaba su cuerpo por la cintura y lo alzaba.
Se dejó hacer con cansancio, ni siquiera era capaz de protestar o siquiera enojarse porque hacían algo sin su consentimiento.
El desconocido caminaba con rapidez, podía escuchar que había muchos gritos, pero no sabía qué decían.
Sus ojos se rindieron ante el cansancio, no tardó mucho en quedar dormido nuevamente.

Un par de horas después abrió los ojos nuevamente, era de noche, estaba iluminado por una pequeña llama de fuego que ardía en una vela sobre un plato blanco.
Pudo aspirar el cálido aroma del incienso característico de los Lan, pero había algo en el aroma. No era el mismo que los demás discípulos usaban.
Dirigió su vista a la habitación y la detalló suavemente mientras recobraba la conciencia por completo.
Sentía su cuerpo con más fuerzas que hace rato, frunció su seño suavemente y se sentó sobre la dura cama, sobresaltando al chico frente a él.

—Oh, A‐Ling. Al fin despertaste—. Estaba pasándole de su energía espiritual al menor, en un intento de que se recuperara. Jin escuchó su voz con la vista algo borrosa y asintió.
Podía reconocer ese suave tono el cualquier lugar, como si de su música favorita se tratase.
La voz de Sizhui.

—¿Mm?—. El mayor acomodó el cabello del chico y dejó un pequeño  beso en su frente.

—Cierra los ojos y déjame terminar—. Pidió amablemente, Rulan iba a protestar pero estaba demasiado cansado para eso.

El proceso tardó un par de horas más, Sizhui cortó la transferencia. Tapó el cuerpo del menor con una manta y apagó la vela que estaba a su lado, ya era de noche.
Se dirigió a  la otra mesa y tomó la escritura que estaba sobre ésta, se encontraba leyendo una antigua leyenda.
Así que se sentó en el suelo y se dispuso a leer.

 Save me ! - zhuiling [CONTINUACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora