Capítulo 10

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Mi corazón me está traicionando.

Departamento de Giotto.

Lady Alexia.

No podía creer que estuviera sucediendo nuevamente y mi cuerpo respondiera tan bien por lo que estaba pasando. Lo tenía aquí conmigo, frente a mí y me estaba besando otra vez. No lo sentía como si fuera el mismo arrogante imbécil de siempre y eso me preocupaba un poco porque no era Giotto. Estaba besando los labios más cálidos y suaves que pude haber imaginado alguna vez. Quería besarlo, abrazarlo y por alguna razón extraña, quería poseerlo y hacerlo mío.

Sé que somos perros y gatos, pero en este momento solo somos él y yo. No hay arrogancia ni deseo de impresionarme. Solo hay un chico preocupado por mí y que desea recibir amor. Amor y no reproches. Un amor donde no lo juzguen y solo sea algo natural.

Alguien muy similar a mí.

—Giotto —hablo, en un intento de recobrar la cordura, pero él seguía dando pequeñas caricias en mis mejillas cada vez que me besaba—. Gio, detente. Por favor.

Me tomó con su mano libre por mis caderas y me alzó con facilidad para que yo quedara a horcajadas sobre él. Pasé mis brazos alrededor de su cuello mientras seguíamos besándonos. El muy imbécil besaba tan bien que no quería sinceramente que se detuviera. Me sentía bien, cuidada, deseada y hasta querida y no quería que acabara. Nuestras respiraciones estaban a la par, los dedos de mi mano sana pasaban por su cabello, él profundizó el beso, haciéndome gemir. Estaba excitada y mi calor ahí abajo se desprendía por primera vez en mucho tiempo, también sentí la dureza que había entre sus pantalones.

Deseo.

Eso sentíamos el uno por el otro, pero debía detener está locura, no podía acostarme con él. Debía llegar virgen al matrimonio y aunque no lo parezca, lo era. La única persona que había amado había sido Jasper y él era homosexual. Podía haber vivido una vida muy alocada, pero respetaba las directrices de mi familia en cuanto a las normas de la realeza. Realmente moría porque Giotto me hiciera suya, pero tengo miedo de que se acueste conmigo y se marche.

Mi corazón latía con tanta fuerza que sentía que en cualquier momento se me saldría.

—Alexia... —su voz ronca me excitaba muchísimo—, te deseo y no te imaginas cuánto.

—Giotto, debemos detener esto —él me ve con esos penetrantes ojos, buscando otra respuesta—. No podemos continuar con lo que sea que está sucediendo.

—¿Por qué no? —su nariz jugaba con la mía, mientras seguía acariciando mis mejillas—. Sabes claramente que nos está pasando algo. ¿Por qué no podemos continuar y hacer realidad lo que deseamos?

—Porque me metería en problemas con mi familia —piensa unos segundos, asiente, me da un casto beso en la frente y me deja de tocar—. ¿Todo bien, Giotto?

—Lo estará —suspira, bajándome de su regazo y levantándose—. ¿Creías que te iba a dejar en el suelo? Soy un caballero, princesa —me extiende su mano—. Ahora vamos a tratar esa herida y veamos alguna serie de moda. Debes sanar pronto, para poderte ayudar a convertirte en una mujer empoderada, Fiona.

Tomo su mano y me levanto.

—No seas así conmigo, por favor —frunce el ceño—. Porque se pueden confundir las cosas y claramente sabes que yo amo a Jasper para siempre.

—Para siempre es mucho tiempo —me despeina—. Estoy siendo bueno porque estás herida, pero necesito a mi asistente de regreso lo más pronto posible porque tengo mi agenda vuelta un desastre y nadie más que tú puede acomodarla.

El EmpresarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora