Poema #16

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Todo el tiempo veo el techo

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Todo el tiempo veo el techo.
No hay monstruos en ningún sitio.
Sólo eran mis traumas y miedos cobrando forma.
Acechando de manera misteriosa.

Tal vez podría ser el nuevo Quijote buscando hazañas.
Excepto que no tenía Dulcinea ni ganas de nada.
El monstruo tuerto lleva mis saludos hasta el cielo.
No se si te lleguen o tal vez se pierden.

No quiero ver las noticias.
En este sitio duele más la injusticia.
Lo peor de todo es que ni siquiera deseo matarlo.
Eso sería rápido.

¿Aún desearías que nos pasara a nosotros?
Esa inmunidad emocional que mostrabas,
los maltratos que soportabas...
¿Qué clase de persona aparentabas ser?

«Ella nos querría»
aseguran las criaturas que me acechan desde las sombras.
«Aceptarnos es como bailar frente al proyector»
susurran desde la luz.

Entonces te busqué en las páginas de los libros,
aquellos en los que coincidimos.
Ojalá uno de esos autores nos hubiera escrito.
Sin embargo, lo hice yo.

No logro captar la mitad de tu esencia.
Nunca jamás lo leerás.
¿Lo habrías hecho?
Tal vez me habrías visto raro.

Sí, apuesto a que te hubieras burlado.
Aunque decidí escribir sobre ti,
al final no te lo hubiera enseñado.
No habría tenido el valor.
Por eso lo mejor es tratar de decir adiós.

¿Recuerdas el proyecto?
¿Ese por el que pusiste malos gestos?
Te lo dediqué a ti.
Es este, pero nunca te darás cuenta.
Sólo lo leyó la maestra.

Al principio, cuando te escogí,
faltaba mucho para entregarlo
y nunca pensé que desaparecerías.
Di por sentado varias cosas.

Ese fue mi error.
También del destino,
pero él rara vez es nuestro amigo.

Casi siempre son pocos los bendecidos.
Esos que coinciden con exactitud en el tiempo
y tienen el valor de buscarlo,
son los que terminan encontrándose.

Tú y yo fuimos una singularidad,
de las que no tomas por miedo a lo que sucederá.
Probablemente no hubiésemos funcionado.
En mi cabeza sí, pero en la realidad no.

Ya sabes, los amores reales son falsos.
Tienen que continuar después de la página final.
Es ahí cuando todo se desmorona.
Lo mejor es cerrar el arco en el momento indicado.

Creo que lo haré ahora.
Te diré adiós,
pero debo advertirte que te llevaré conmigo siempre.

Sé que no lo pediste.
Es sólo que no soy capaz de aceptar que te fuiste.

Decir adiós es difícil.
Afortunadamente, no eres tú quien tiene que hacerlo.





Estrellas en el techoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora