6.

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-Eso es. -Dijo Mauro, animándola a que se dejara tocar por él; permitiéndole explorar su máximo esplendor.- Te gustará, beba... -Se colocó de rodillas entonces, la mejor posición posible para poder disfrutar de aquel apetecible sexo. Se relamió los labios. La imagen era tan intensa; con tan solo verla aferrada a la pared, a punto de comenzar a gritar debido a sus atenciones, se estremecía más y más, con muchas más ganas de hacérselo en ese mismo instante. Tenía los labios húmedos, y podía percibir que la feminidad de _______ también lo estaba. La abrió de piernas; la joven ya no ponía resistencia. ¿Y cómo hacerlo? Si le gustaba tanto lo que sentía... Tanto, que se sentía desfallecer. Meneó las caderas, demostrando ciertas ansias en entregarle más a Mauro.- Gritá todo lo que quieras, beba, estamos muy lejos... Nadie te escuchará. -La miró pícaro durante apenas un segundo, antes de continuar con sus acciones. Mordió uno de sus muslos, para luego deslizar la lengua por el adverso, desde arriba hacia abajo. Acercó los labios hacia su feminidad; le satisfacía tanto ver eso... No tardó en besar aquella zona.


-Mm... -Murmuró la joven, completamente poseída por él. Mauro repitió la acción, besando esta vez con más intensidad.


El mayor continuó con sus acciones, repartiendo besos húmedos a lo largo y ancho de la entrepierna de _______; pero fue cuando se atrevió a deslizar su lengua por aquella zona, cuando la fémina emitió un pequeño gemido ahogado. Dicha expresión se hizo más sonora cuando Mauro introdujo su lengua en ella; una oleada de placer la recorrió de pies a cabeza.


-¡Oh, joder! -Exclamó ella. Mauro volvió a bombearla con la lengua, tan intensamente como podía; en el fondo deseando que fuese su miembro el que ocupase aquel lugar.


-Decíme que te gusta, linda.


-Sí, joder... Me encanta... -Respondió ella. La cabeza de Mauro no dejaba de moverse al compás de su lengua, acoplándose a la perfección con los sonoros gemidos de ella. ¡La re puta que la parió! Si se la seguía comiendo de aquella forma, eyacularía sin siquiera haber terminado. Cuánto poder tenía aquella mujer. Sus pantalones reventarían en cualquier momento; necesitaba follarla. Era más que un simple deseo. Era algo que su propio cuerpo le imploraba hacer.


-Necesito follarte. -Pidió él, deshaciendo el camino de besos que había realizado, hasta alcanzar nuevamente el rostro femenino.


Se miraron durante interminables segundos. Los ojos negros de Mauro atraparon las orbes de _______. El deseo seguía ahí, sin embargo... Hubo algo más fuerte. Algo que congeló el cuerpo y la mente del hombre. _______ sostenía su mirada, tratando de mostrar entereza, pero lo único que sus ojos reflejaban era miedo. Aunque había disfrutado del momento, sabía que Mauro la tenía en sus manos, y podía hacer lo que quisiera con ella, incluso sin su consentimiento. De repente, él no quería hacerlo. No así.


Se distanció entonces. Pequeños recuerdos invadieron su mente. Recuerdos que le dolían muchísimo. Prefería masturbarse por su propia cuenta, antes que volver a cometer un error de esa magnitud. Sin decir nada más, se encerró en el baño de la habitación, mientras que _______ se apresuraba en volver a colocarse bien la ropa interior; más avergonzada que nunca. Y en medio del silencio lo escuchó emitir suaves gemidos desde el baño, seguramente imaginándosela. Si no había terminado de comérsela fue por una razón... Se prometió a sí mismo que jamás volvería a abusar de una mujer.


𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora