7.

1.7K 60 3
                                    


El Bolsón amaneció nublado aquel día. _______ se asomó por la puerta de la pequeña habitación, visualizando enseguida a Mauro sentado en el diván del salón. Estaba siendo alumbrado por la poca claridad que había aquel día. ¿Había mencionado lo guapo que era? Mientras lo observaba, recordó que su nombre aún era una incógnita para ella. Lo recorrió de arriba abajo una y otra vez; y pensar que anoche estuvieron a punto de...


-Vení acá.- Le indicó él. La había sentido desde hacía varios minutos. _______ abrió más la puerta para salir.- ¿Me oíste? Vení. -Le dijo de nuevo.


-¿Qué quieres? -Preguntó ella.


-Las claves de tus tarjetas. -Le indicó.- Escribilas en ese papel ya mismo.


-¿Mis...?


-¡Tus claves! -Gritó. _______ observó el papel tendido sobre el diván con un bolígrafo, acercándose a él antes de que Mauro le gritase más.- No tengo ni un solo minuto más, así que escribí las putas claves de una vez.


_______ movió la mano rápidamente; apenas podía recordarlas por lo nerviosa que Mauro la ponía. Escribió un par de dígitos, para luego continuar con un par más hasta completar el grupo.


-Tenés dos tarjetas de crédito a tu nombre, y otras dos de débito. -Protestó él, al darse cuenta que sólo había escrito la clave de una.- Escribí las claves de todas tus putas tarjetas. ¡Ya!


-¡No recuerdo la de las dos últimas! -Exclamó ella, incapaz de mediar su tono de voz en el estado de nervios en el que se encontraba.


-¡Dejá de mentir, pelotuda! -Volvió a gritar. A _______ le entraron ganas de llorar, sin embargo, no lo hizo; permaneció erguida en su sitio, callada.- Mierda... -Pronunció, claramente molesto.


-Te lo juro... No las recuerdo. -Habló la joven, esta vez en un hilo de voz, sintiendo cómo las manos le temblaban.


De repente escuchó un golpe seco en la pared, justo detrás suya. Mauro se encargó de que un segundo golpe tuviera lugar, estrellando su puño contra el desgastado muro. Repitió la acción un par de veces más, desquitándose por completo; lo necesitaba. Necesitaba un descanso de su propio ser, de sus recuerdos, de _______, de lo que había pasado anoche. Golpeó la pared tres veces más, los ladrillos explotarían en cualquier momento; explotarían como él, que no tenía control alguno. Cada vez que recordaba la clase de monstruo que había sido hace unos años, y de lo que había sido capaz, se ponía enfermo.


-Voy a recordarlas. -Se apresuró a decir _______, tratando de ocultar las lágrimas que comenzaron a descender por sus mejillas cuando se dio cuenta de lo que Mauro estaba haciendo. Aunque sus ojos, ligeramente rojizos, la delataban.- Te lo prometo... -Se puso en pie, entregándole el papel, que casi cayó de sus manos por lo temblorosa que se encontraba.


Mauro descansó de sus propios golpes, recibiendo el papel que _______ le daba, con la mirada fija en él; pues no se atrevía a establecer contacto visual con ella. ¿Qué culpa tenía la joven? ¿Acaso ella había tenido algo que ver con sus errores del pasado? La miró cuando se percató de que le había dado la espalda, para explotar en llanto ahora que no estaba justo en frente suya.


-Dejá de llorar. -Le ordenó.- No ganás nada con eso. -_______ trató de detener las lágrimas, lo cual le generó una increíble angustia, que parecía haberse atorado en forma de bola en su garganta. Siendo honesta, prefería al hombre de la noche anterior.- Mientras más rápido salgamos de todo este quilombo, más rápido te irás de acá. -_______ le prestó atención; no había nada que desease más que irse de ese lugar ahora mismo.- Y más rápido te olvidarás de mí.


Dijo aquello sin saber que pronto, eso sería lo que más le dolería.


𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora