10.

1.6K 66 3
                                    


Habían hablado más de la cuenta. Horas y horas, acostados sobre esas finas sábanas. Ninguno de los dos se percató del tiempo que habían empleado, era como si el tiempo se detuviese cuando estaban juntos. Y sin previo aviso, tenía a _______ abrazando su cintura. Sentía su tibio aliento sobre el cuello, erizándole la piel desde hacía tiempo, con los ojos cerrados, envuelta en un profundo sueño. Se veía mejor cuando dormía. Le provocaba follarla en ese mismo instante. Las ganas de hacérselo no se habían ido, al contrario; habían aumentado. Es que con ella ya no se sabía. Moría por arrancarle la ropa y hacérselo suavemente, despertándola con un delicioso orgasmo que escucharía muy a gusto. Se relamió los labios. Ahora, mirándola dormir, se veía extremadamente bonita y sensual.


Transcurrido cierto tiempo, sintió cómo un ligero suspiro escapaba de entre los labios de _______. Esta abrió los ojos lentamente, encontrándose con el rostro de Mauro extremadamente cercano al suyo.


-¿Pero qué coño...? -Se precipitó a decir, ligeramente horrorizada. Retiró los brazos de la cintura de Mauro. Había dormido mucho, y podía jurar que no recordaba nada de lo que había pasado.- ¿Por qué...? -Susurró, sin entender la razón por la que había despertado entre los brazos de aquel hombre.- ¿Qué ha pasado?


-Pensé que lo recordarías. -Dijo él, con una sonrisa en los labios que no hizo más que incrementar la preocupación de _______.- Tan bien que lo pasamos, beba.


-Basta. Cuéntame qué ha pasado. Por favor. -Le rogó, mientras internamente trataba de recordar al menos un fragmento de lo sucedido.


-Voy a ducharme.


-Mauro, por favor. -Volvió a decir ella.


-Te he follado. -Habló él, emitiendo una suave carcajada después. _______ abrió los ojos, incapaz de creer lo que acababa de decir.- Vos me lo pediste, así que.


-¿Qué?


-Ya me oíste. -Se puso de pie, dejando a la joven tendida sobre las sábanas, en estado de shock.


-¡Eres un capullo!


-Sí, sí, sí... -Mauro abrió las desgastadas puertas del pequeño baño, quitándose la camiseta después.


-¡Un gilipollas es lo que eres!


-Ya bájale, ¿sí?


-¿Disculpa? -Imitó entonces su acción, poniéndose en pie, apresurándose hasta alcanzarle en el cuarto de baño.- ¡Puto cerdo! -Le gritó. Para ese entonces, Mauro la había tomado de los brazos, deteniendo los golpes que trató de propinarle. Pegó su cuerpo contra la pared, impidiéndole realizar cualquier movimiento. Aunque lo intentase, no podría igualar su fuerza.


-Si soy un cerdo, ¿por qué te dejaste hacer lo de ayer, mm? -Le recordó. Una oleada de deseo les recorrió a ambos, al recordar el momento en que ella se había dejado follar por él de todas las formas posibles. Un ligero tono carmesí tiñó las mejillas de _______.- No me insultes más si no querés que repita lo de hace unas horas, linda.


-Te odio.


-Yo también.


-Me das asco.


-Ajá, como vos digas. -Puso los ojos en blanco, ligeramente dolido por sus palabras.- Una cosa más; ni te he follado, ni lo haré jamás. No sos mi tipo. Nunca estaría con una niñita como vos, de esas que se creen la gran cosa y al final...


-Y al final te terminan poniendo tanto, que terminas pajeándote sólo en el baño.


-Qué lindas palabras.


-Dime que es mentira, Mauro.


-No, no lo es. Me masturbé la otra noche, porque jamás terminaría de venirme con alguien como vos.


-Sí, Mauro, cómo no. -Intentó separarse de él para no llorar en frente suyo; en el fondo, sus palabras le dolían mucho. Pero él parecía no notarlo.- ¡Suéltame!


-Aún no terminamos de hablar.


𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora