Capítulo 34: Última vez. Epílogo

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Alina.

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Mire el techo blanco de aquella habitación, a petición de Matthew me asignaron una habitación más lujosa que la de antes; me gustaba su atención pero no me sentía cómoda con estos servicios de lujo.

Cada día me sentía más endeudada con Matthew.

Deje de mirar el techo para ver por la ventana el sol del amanecer, hace rato que todos se fueron a descansar; incluido el castaño. Aunque muy en el fondo mi intuición me advertía que no era cierto.

Estaba molesto después de que le dije lo de Keylle. No sabía si le molestaba el hecho de que culpaba a Keylle sin tener pruebas o si de verdad me creía y en realidad estaba molesto con ella.

—Cálmate, Alina —susurré al ver la máquina a mi lado, prestando atención al registro de los latidos de mi corazón.

No había dormido, lo admito. Mi yo mimada y caprichosa quería a Matthew aquí. Lo necesitaba junto a mi para dormir en calma.

Me enderece un poco para alcanzar mi mochila que estaba en la silla de junto, ya se encontraba seca pero necesitaba revisar el interior. La pc de Evely estaba en su estuche de plástico y gracias al cielo, la libreta esta dentro del plástico. 

Ninguno se había mojado. Excepto mi libreta de notas la cual estaba con todas las hojas ondeadas.

—Señorita Campbell —mire a la puerta, una chica ingreso al cuarto, con una bandeja de comida—. Su desayuno.

Deje la mochila a mi lado, recibí la bandeja con una sonrisa amplia.

—El doctor me dijo que me asegurara de que comiera todo —advirtió con diversión.

Mire de reojo la hora en el monitor a mi lado.

—La enfermera del otro turno me dijo que los desayunos salían entre las 8 o 9 —apenas eran las 7:30AM—. Pero no me molesta recibir el desayuno antes.

—Hay una regla distinta para los pacientes de esta área —respondió de prisa, con una risa divertida—. Además, usted es de prioridad gracias a Seth.

Reí con vergüenza, jugando con la pasta que estaba frente a mi.

—Bueno, en realidad detesto que me traten diferente solo por... —guarde silencio de golpe cuando recapitule las palabras de la chica.

"Seth..."

Absolutamente nadie sabía eso.

La mire, estaba revisando mi bolsa de suero y el monitor que confirmaba la estabilidad de mi ritmo cardíaco. Saco una jeringa con un líquido transparente.

—¿Qué es eso?

Inconscientemente mi respiración comenzó a acelerarse, como si mi propio instinto de supervivencia se activará.

—El doctor asignó una dosis de vitamina en el suero para revitalizar su sistema inmunológico y evitar alguna recaída.

Introdujo la aguja sobre el puerto que daba acceso al líquido en la bolsa, inyecto la solución como si nada. Vi como ambos líquidos se unificaban y antes de que corriera por la manguera delgada tire con fuerza de la otra aguja que estaba incrustada en mi antebrazo.

Un punto de sangre emano de mi antebrazo debido a semejante acción. Estaba por presionar el botón rojo de llamado pero la chica lo impidió.

—Tranquila, no estas en manos enemigas —murmuró con calma, bajando mi mano—. Come, no puedes estar con el estómago vacío.

¡Hey, 60544!: EMISORA.EN EDICIÓN.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora