Dejó los pasteles encima de la mesa, tenía una sonrisa en el rostro que todavía no se desvanecía. Remus se dio vuelta sobre sus talones para apreciar la escena frente a sus ojos, grabarla en su mente y poder reproducirla, en un futuro cuantas veces quisiera.
—¡Mamá, Lily! ¡Papá, James! —exclamó Harry, con entusiasmo—¡Pete y Lunático!
—¿Y yo Harry? —cuestionó Sirius, levantando del suelo a Harry. El niño le sacó la lengua y luego comenzó a reírse— Ca-nu-to, tío Sirius o solo Sirius; Si-rius.
Harry no hizo ni siquiera amago de responder, y en su lugar se separó de Sirius hasta perder el equilibrio y casi caer al suelo; de no ser por Remus que agitó su varita y lo logró suspender.
—¡Mamá, Él malo! —sollozó Harry, mientras era puesto de vuelta en el suelo con levedad—. ¡Lunático, es bueno! ¡Te quiero!
Las risas de James se volvieron estridentes, Sirius comenzó a lamentarse de su desgracia. Hacía meses que intentaba que Harry lo llamara por su nombre, pero nada. Seguía evitando y el no entendía por qué.
Remus se acercó y le pellizcó la nariz, arrodillándose en el suelo.
—Yo también te quiero mini James.
Lily se levantó del sofá y comenzó a preparar la mesa para tomar el té, siendo ayudado por Peter. Remus se sentó al lado de Sirius, apoyando su brazo en el respaldo, bastante agotado; aunque disfrutando de esa cálida sensación familiar.
—¿Cómo va eso de la herencia? —preguntó Remus a James. Harry logró subirse a las piernas de Lupin y se quedó ahí sentado, fingiendo ser un adulto—. Sigo sin creérmelo todavía.
—Tenían más de ochenta, lunático —aclaró James, suspirando—, aún me queda hacer un poco de papeleo en Gringotts, sin embargo, como soy hijo único todas las propiedades quedaron a mi nombre.
—¿Crees que necesitaras buscar un trabajo? —Sirius se apoyó de poco en poco contra el cuerpo de lunático, aunque Harry sin querer esto, se acomodó entre medio de los hombres— ¡¿Por qué me odias tanto, Harry?!
—Lupin mío. Tú eres malo. —Harry le sacó la lengua y Sirius hizo un mohín con los labios—. ¡Lupin me quiere más a mí!
—Mentir, el niño no miente —se burló Lupin, solo para molestar a Sirius—, es tan pequeñito ¿Cómo no voy a quererlo más que a ti?
James decidió interrumpir la pelea que se avecinaba, agarrando a Harry y poniéndolo en la trona, que estaba dispuesta en el comedor.
—Harry, si no te comportas, no vas a tener torta —regañó James, recibiendo un asentimiento por parte de Harry—. No creo que necesite trabajar, al menos no hasta que Harry entre a Hogwarts. Quiero dedicarme a él plenamente. ¿Verdad, cariño?
Lily, le dio un suave beso en su mejilla, asintió y llamó al resto a la mesa. Los postres se sirvieron por acto de magia, aunque Harry puso mala cara cuando se percató que le había tocado el trozo más pequeño de torta y Sirius percatándose de este detalle, se burló del niño.
Todos estaban tan concentrados en la conversación acerca de los planes futuros de los Potter, que no fue hasta que Sirius quiso darle a un mordisco a su torta, que se percató de que no tenía.
—¿¡Por qué me robaste mi pastel?! —gruñó Sirius, acusando a Lupin, quien frunció el ceño.
—Yo no te quité nada. Quizás ya te lo comiste y ni cuenta te diste.
—¡Pero si no le di ni un mordisco!
—La comida no puede desaparecer así como así —agregó Lily, algo confundida. Las risas de Harry se alzaron sobre la incredulidad del resto— ¿Harry?
El niño sonrió y todos se percataron que en su bandeja tenía dos porciones de torta. La suya, de tres leches y la de Sirius (Ciruela). Algo en especial extraño, considerando que Harry estaba sentado en la otra punta de la mesa.
—¡Es un mago! —celebró James, levantándose de la mesa, mientras iba a darle un gran beso a Harry— ¡Muy bien Harry! ¡Ese es mi chico! ¡Molestando a Canuto!
—¡Oye, dame mi torta!
El resto de la jornada se pasó con James intentando que Harry volviera a demostrar su magia, que resultó siendo un fiasco, al menos hasta que Harry hizo desaparecer un par de bloques.
Los postres, en cualquier caso, habían estado deliciosos.
『 °*• ღ •*°』
45/46
ESTÁS LEYENDO
Nuestro Precioso Hogar (Merodeadores)
Fanfiction𝐖𝐨𝐥𝐟𝐬𝐭𝐚𝐫/𝐉𝐢𝐥𝐲 «-𝐸𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑎 𝑙𝑎 𝑎𝑙𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑚𝑖́ 𝐿𝑢𝑛𝑎́𝑡𝑖𝑐𝑜 ¡𝐓𝐞 𝐚𝐮𝐮-𝐦𝐨!» Su historia ya concluyó, sin embargo, aquello no significa que no haya que contarla. Relatos individuales de los mer...