Eric Morgan
Todo terminará. Eso es lo que le prometí a Lia. Desde que la investigué y descubrimos que no había nada acerca de su padrastro hace tres meses ya era algo sospechoso, que obviamente era muy extraño y que debíamos seguir indagando. Pero jamás podíamos creer que la razón de todo ello fuera esta. Que su padrastro es el mismo tipo al que tantas ganas tengo de matar. ¿Qué casualidad no creéis? Si antes tenía ganas imaginaros ahora que sé que ha hecho daño a alguien que me importa.
Mi prioridad a partir de ya es centrarme en encontrarlo, no voy a perder más tiempo, no voy a seguir esperando en que vaya más lejos ni mucho menos dejar que vuelva a tener la oportunidad de intentar hacerle más daño. A mí no puede causarme más dolor del que ya ha hecho, pero a ella sí y no se lo voy a permitir. Ha intentado jodernos con sus malditos mensajes anónimos. ¿Eso pretende? ¿Mandar mensajes para que ella se aleje y desconfié de mí? Ni en sus sueños. Ni él ni nadie nos va alejar que quede bien claro.
El sonido del timbre de la casa de Aiden suena. He venido para hablar con él puesto que este tema quería que lo lleváramos los dos en secreto, pero ya hay mucho peligro de por medio y tengo que informar a todos. Por eso, esta tarde he organizado una reunión para contar sobre el asunto ya que sabemos lo que está pasando y necesito a todo el mundo trabajando inmediatamente.
-Hola hermano –me saluda mi amigo al abrir la puerta -¿Cómo estás?
-¿Tú que crees? –contesto con desánimo.
-Lo sé, todo esto está siendo una locura.
Le seguí hasta el jardín de su casa y allí nos sentamos en unas de sus butacas. Necesitaba estar un rato tranquilo, relajarme para poder continuar con todo el trabajo que se nos iba a venir encima. Encendimos un par de cigarrillos y Aiden me ofreció beber unos tragos. Acepté y mientras disfrutábamos de un momento de paz hablamos de toda la situación con calma y analizamos todos los detalles.
-Oye tio... sé que le prometí no contarte nada, pero estoy preocupado por ella y tienes que saberlo –suelta en un momento que habíamos dejado en silencio. Le miré con una expresión de no entender nada. ¿A qué se refiere? –Ayer vino aquí Lia -¿qué? Me dijo que iba a casa de Amalia. Me mintió.
-¿A qué vino? –pregunto como si no me molestase que me lo ocultara.
-Quería que le enseñara a pelear, defenderse para poder enfrentarse a él –está loca si piensa que va a poder hacer eso, es lo primero que se me pasa por la mente –intente convencerla de que se quitase esa idea de la cabeza, pero no estoy seguro de que se le haya ido. Por eso te lo digo para que vigiles que no haga ninguna locura.
Creo que no me lo dijo porque evidentemente no iba a dejarla que hiciese nada y por eso recurrió a él. Hablaré muy seriamente con ella y le quitaré todos esos pensamientos y ocurrencias que tiene.
-Esta situación es muy difícil para ella. Está desesperada. Se echa la culpa de la muerte de Alex y eso creo que la ha dejado bastante tocada –suelto un suspiro y me levanto para marcharme - Gracias por decírmelo. La tendré muy vigilada. Luego nos vemos.
-Eric... -dice cuando ya estoy a punto de irme. Me giro para mirarle y me pregunta –¿estás enamorado de ella? –la sorpresa en mi cara es inevitable. ¿Enamorado? ¿Yo? No me había replanteado nunca esa pregunta en todo este tiempo. Nunca lo he estado.
Este sigue mirándome esperando una respuesta por mi parte.
-Nunca he estado enamorado –esa es finalmente mi contestación.
-¿Y qué es lo que sientes por ella? –vuelve hacerme otra pregunta comprometida.
-¿Me estás haciendo un interrogatorio? –intento evitar seguir contestando. Es muy complicado darle una respuesta clara. Este se levanta y camina hasta mí, se queda parado observándome unos segundos para luego mostrarme una sonrisa de diversión y decirme:
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Hasta que logren acabar conmigo
Roman pour AdolescentsLia Blake es una dulce chica de 17 años que tras la muerte de su madre no le queda más remedio que vivir con su padrastro, un hombre que hace que su vida sea un infierno. Un día asiste a una fiesta a escondidas y allí se topa con uno de los chicos m...