Durante los siguientes días todo transcurrió con normalidad. No hubo imprevistos ni nada por el estilo, tal y como dijo Stephen. Yo estaba entrenando con más entusiasmo y perfeccionando mi magia por si tuviera que defenderme en algún momento determinado.
Por otro lado, tuve mucho tiempo para reflexionar sobre otros aspectos de mi vida que me inquietaban de manera distinta.
En la mayoría de ese tiempo pude divagar sobre cierto pelinegro arrogante de ojos azules. Intentando hallar una respuesta a mis sentimientos contradictorios cuando pensaba en él o estaba a su alrededor. Cuando creía saber la respuesta, dejaba el tema de lado y me centraba en otra cosa.
Sonará cobarde, lo sé, pero no me atrevía a confirmarlo. Simplemente, me negaba. No por que no quisiera, sino por que tenía miedo de que fuese verdad...
Me encontraba sentada en una de las butacas del vestíbulo leyendo un libro que no tenía nada que ver con la magia, para variar. Necesitaba despejarme un poco de vez en cuando. De repente sentí corriente en la casa y me dio un escalofrío. Aunque ya estábamos casi en mayo, las temperaturas no dejaban de ser bajas.
Me levanté para encender la chimenea y buscar una manta, pero no encontré ninguna. Sonreí al recordar a Wong dándome la lata por dejar tirada la manta en el cabezal del sofá. Me pasaba a menudo y la cosa se intensificaba cuando llegaba el doctor chismoso y se unía al pleito.
Otra cosa no, pero en esa casa no había tiempo ni manera de aburrirse, eso seguro.
Desistí después de un rato de búsqueda y me volví a sentar en mi sitio, esperando a que el calor de la chimenea calentara el lugar. No mucho después, oí algo aleteando por el piso superior. Miré hacia la escalera para ver a la ya conocida capa roja levitar hacia mí.
—Hola —la saludé con una sonrisa. —Si buscas a tu dueño gruñón, no está aquí. Puede que lo encuentres en la sala de meditación —dije al tiempo que pasaba las manos por mis brazos para darles un poco de calor, encogida en mi asiento a causa del fresco.
Giró levemente para "mirar" la escalera. Esperé a que se fuera, pero no lo hizo. Para mi sorpresa se acercó a mí, desplegándose sobre mis piernas y torso. Levanté las manos en confusión y se moldeó mejor para evitar que el frío pasara a mi cuerpo.
—Vaya, muchas gracias. Supongo que a este paso me iba a congelar —bromeé con agradecimiento y me acurruqué un poco para estar más cómoda. Al tener la prenda muy pegada a mi nariz pude apreciar un olor tan familiar que reconocí al instante.
Y allí estaba otra vez, aquel ligero cosquilleo en mi estómago.
Estaba tan a gusto que debí dormirme sin darme cuenta, ya que me desperté un poco aturdida cuando sentí un suave zarandeo en mi hombro.
Lo primero que vi, fue un par de ojos azules. Un azul precioso que me recordaba al mar. Me sobresalté al ver que estaba a pocos centímetros de mí.
—Por fin se despertó la Bella Durmiente —bromeó.
—No vuelvas a hacer eso, casi me da algo del susto —le dije mientras sostenía una mano en mi pecho por el sobresalto. Intenté que no se notara mi nerviosismo.
—Eso te pasa por estar holgazaneando en vez de dedicarte a estudiar.
—Dame un respiro —le repliqué. —¿Qué haces aquí? —dije cambiando de tema.
—Estaba buscando mi capa, pero veo que tiene nueva dueña —señaló hacia abajo y vi que aún no se había despegado de mí.
—Supongo que le caigo mejor que tú —me burlé.
—Traidora... —le dijo a la prenda, esta solamente levantó un poco uno de sus pliegues pero siguió sin moverse. Volvió su atención a mí. —¿Puedes hacer el favor de levantarte? La necesito.
—Estoy cómoda aquí, gracias —me gustaba llevarle la contraria, así que iba a fastidiarle un poco.
Se acercó a mí y me tomó por el brazo para levantarme, pero la capa hizo la fuerza suficiente como para dejarme en el sitio. Reí al ver su cara de desconcierto y traición a la vez.
—Bien, tendrá que ser por las malas.
Sentí una fuerza invisible tirar de mí hacia arriba, pero no fui lo suficientemente rápida para contrarrestar el hechizo. Me atrapó por la cintura antes de que pudiera caer hacia delante al mismo tiempo que agarraba la capa y la incorporaba a su espalda.
Agarré el brazo que me sostenía por impulso y miré hacia arriba molesta. Pero esa expresión se desvaneció al oír su risa.
Así era imposible, tan solo ver su sonrisa me desestabilizaba.
«No es justo».
—Te lo advertí —dijo solamente cuando paró de reír. Aún no me soltaba y ambos estábamos invadiendo el espacio personal del otro.
No me di cuenta de que estaba aguantando la respiración y el corazón me iba a mil por hora, tenía la impresión de que fuera a explotar. Estábamos tan cerca que seguramente lo podría escuchar.
Y allí estaba yo, perdida. Perdida en esa mirada. En él. Parecía cosa de magia...
Fue en ese momento en el que me di cuenta de que no podía negar lo evidente. No quería seguir engañándome a mí misma. No más.
Poco a poco aflojó su agarre y sentí de todo menos alivio. Quería quedarme así para siempre.
Pero nada dura eternamente.
Aún no se alejaba. Su mirada trataba de decirme algo, pero no me dio tiempo a averiguar el qué.
—Strange, te he estado buscando por todas partes. Vamos a llegar tarde como no te–
Stephen y yo nos separamos por impulso cuando Wong entró en la sala. Este se quedó parado en la puerta, casi congelado.
—Eh... ¿nos vamos? —el asiático no sabía muy bien qué decir y se mostraba nervioso.
—Sí, claro... —habló el doctor a mi lado. Me dio una fugaz mirada y salió del vestíbulo pasando por al lado de su amigo.
—¿He interrumpido algo?
—No, descuida —intenté restarle importancia. Ni yo sabía lo que había pasado allí. —Hasta luego.
Subí las escaleras con rapidez y me encerré en mi habitación. Abrí la ventana del balcón y me alivié al sentir el aire fresco entrar. Me apoyé en la barandilla y observé distraída el bullicio de la gran ciudad.
No hay más ciego que el que no quiere ver. Esa frase era tan cierta como la vida misma.
Y yo no lo había querido ver.
Me había enamorado de un hombre arrogante, excéntrico, irritante y cascarrabias. Pero también de un hombre amable, divertido, carismático y bueno.
«Estoy enamorada de Stephen Strange».
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𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||
Romance"Si me dieran a elegir entre cambiar el pasado o quedarme con este presente, elegiría la segunda opción. Porque prefiero vivir mil veces todo lo que pasé para llegar hasta aquí, que vivir un presente en el que no estés aquí. Conmigo."