12.

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Llevo aquí exactamente tres semanas, y sigo haciéndome la misma pregunta... ¿Cuándo me dejará libre? No lo sé, de lo contrario, no estaría escribiendo esto. Por si alguien me encuentra alguna vez, y quiera saber cómo fueron mis últimos días de vida. Por si muero... Por si él acaba conmigo... Qué sé yo, ya no sé qué esperar. No de él. ¿Qué harías tú si estuvieras aquí? ¿Qué harías si estuvieras en mi lugar? Encerrada entre cuatro paredes. Secuestrada.


Dejó el lápiz y el papel bajo las sábanas, para luego regresar a la pequeña sala. Tan sólo quería expresarse un poco. No le veía sentido a las cosas. Mauro llevaba más de cuatro horas fuera, otra vez retiraría dinero de su cuenta. A este paso, estaría a punto de liquidar hasta el último euro. Qué más daba. Lo único que le importaba en ese entonces era irse. Dejarlo. No volverlo a ver nunca más. Mudarse. Olvidarse de todo lo que estaba viviendo; pero entonces, una leve oleada de sentimientos se abrieron paso en su estómago. ¿De verdad quería olvidarse de todo aquello? Sí. Quería. ¿Y por qué dudaba? ¿Qué motivo tenía para empezar a dudar? No, _______. Se dijo a sí misma, cerrando los ojos. Se conocía perfectamente, por lo que sabía identificar los síntomas cuando empezaba a...


Mauro abrió la puerta de la cabaña, cerrándola de inmediato. Se detuvo unos segundos antes de girarse en su dirección. No quería hablar, no tenía ganas, y _______ supo la razón en cuanto pudo observar su rostro; con la mandíbula hinchada, y ligeramente morada. Había sido golpeado. Su corazón se contrajo de inmediato al verlo así. Le observó en silencio, asustada; y no sabía por qué pero le dolía. Sí, le dolía verlo así.


-Mauro...


-Déjame, estoy piola.


-Dios mío. ¿Qué te han hecho? -Avanzó de inmediato hacia él. Antes, cogió lo más cercano que tenía; un pequeño trapo sobre la mesa. Intentó pasarlo con delicadeza sobre su mentón, pero Mauro cerró los ojos, apartándola, a la vez que negaba con la cabeza.


-Que estoy bien.


-No necesitas hacerte el duro conmigo. -Le dijo ella, con una pequeña, pero bonita sonrisa en los labios, que logró tranquilizar al contrario. Mauro también sonrió de forma leve, sin saber muy bien por qué, sólo lo hizo. _______ fue hasta el fregadero de la cocina, donde humedeció el trapo, para después volver hacia donde se encontraba el mayor.- Está muy hinchado.


-He estado peor.


-¿Qué te han hecho?


-¿Acaso te importa?


-No quiero pelear, ¿vale? Intento estar bien.


-Lo digo en serio. ¿Te importa? -Sintió cómo sus manos rozaban su mentón mientras retiraba algunos restos de sangre seca con aquel trapo. Un roce que había sentido en lo más profundo de su ser. Se relamió los labios, muy cerca a los de ella, de nuevo sintiendo aquella punzada tan intensa en su pecho. Maldito sentimiento... Qué bien se sentía poder tener aquellos carnosos a esa distancia.


-Sí. -Contestó ella, de forma casi inaudible; aunque lo sintió desde lo más profundo de su corazón. Más allá del rencor que sentía hacia él, le importaba. Sí, y mucho.


-Pues lo sabés, me golpearon.


-¿Quiénes?


-Un hijo de la re mil puta. -_______ lo miró mal. El trapo se había helado, pero aún así, lo deslizó un par de veces más por su mentón; al menos el frío ayudaría a bajar la inflamación. Finalmente lo dejó a un lado, concentrándose entonces en la mandíbula de Mauro.


-Pues ese "hijo de la re mil puta" te ha dado bien.


-Él quedó peor.


-¿Quién fue? -Insistió, verdaderamente preocupada, colocando sus brazos sobre su cintura, consiguiendo verse más graciosa que autoritaria. La enorme sudadera que Mauro le había comprado le quedaba un poco más arriba de las rodillas, por lo que no usaba pantalones.


-Un tarado, ¿sí? Uno de los que se llevó a una de las pibas que estaban con vos aquella noche.


A _______ la recorrió un escalofrío de pies a cabeza. Recordar aquella noche en particular, le erizaba la piel por completo.


-No querés escuchar esto, créeme. -Mauro la esquivó, caminando hasta la habitación; tratando por todos los medios de evitar aquella dulce mirada sobre la suya.


-Dímelo. -Volvió a insistir, siguiendo sus pasos.


-Sos tan terca... -Refunfuñó él.


-No me afectará.


-¿Querés escuchar la verdad? -Le preguntó, empleando aquel tono frío que hacía tiempo no usaba con ella. _______ le sacaba de quicio. Ella asintió.- Mataron a tres de tus amigas. -Dijo sin escrúpulos. Un sepulcral silencio tuvo lugar. Los ojos de _______ se humedecieron por completo, sólo le faltaba cerrarlos para estallar en llanto. El cuerpo se le debilitó, sentía que lo único que la sostenía en pie, era la mirada fija de Mauro. La mataría... Sí... Ese fue el plan desde un principio.- ¿Y sabés? -Le preguntó.- Sólo quedás vos y otra más. -Las lágrimas comenzaron a humedecer sus mejillas sin piedad. Sentía cómo su cuerpo se paralizaba, realmente asustada; sentía cómo las manos le sudaban.- La diferencia es que yo no pienso hacerte nada.


𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora