14.

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Mauro cerró los ojos. Al menos quería descansar por un momento; dormir no... No. Tampoco es que pudiera hacerlo. No con _______ en su cabeza, es decir, pendiente de ella; de que no intentara nada contra él o algo peor, después de lo que le había contado aquella noche. Aunque dudaba que se atreviera a hacer algo. En todo caso, él estaría preparado.


_______ se secó el cabello, recién terminaba de ducharse. Y aún con la toalla más grande enredada en su cuerpo, se asomó por el borde de la puerta de la habitación. Se mordió levemente el labio inferior al observarlo descansando sobre el diván; Sin camiseta. Entonces, se dio fuerzas a sí misma para salir de la habitación, contoneando sus caderas de la forma más sutil, pero provocadora, que conocía.


Encendió las luces. Mauro enseguida se irguió para observar lo que pasaba.


-Perdona... ¿Te he despertado? -Cuestionó ella, con una expresión angelical. Mauro quedó embobado, mirándola de arriba abajo, sintiéndose incapaz de responder. Sus ojos se pasearon indiscretamente por todo su cuerpo, enredado por una toalla que él había usado varias veces; ese pensamiento le hizo tensarse por dentro. Aún más. Con solo saber que aquel trozo de tela conservaría el olor de _______...


-No, no estaba dormido. -Le dijo él; de inmediato, se sentó sobre el diván. Se restregó los ojos. Joder. No era un sueño; de esos que le hacían despertarse excitado. No, era _______. Era ella de verdad. La vio parada frente a él, con gotas de agua aún recorriendo su cuerpo.- ¿Qué hacés acá?


-No soy capaz de dormir. -Pronunció ella, tratando de sonar convincente.- Así que probé a ver si una ducha me relajaba pero... -Se sacudió el cabello hacia atrás, de forma ligera. Mauro notó cómo su miembro comenzaba a erectarse inmediatamente.- ... Me ha despertado más. -Admitió, esbozando una bonita sonrisa, que hizo sonreír a Mauro también; aunque por dentro, estaba más caliente que nunca.- ¿Tienes algo para el insomnio?


Yo. Entre tus piernas.


-Mirá en la cocina. -Le indicó. _______ asintió, paseando en frente de él para alcanzar el pequeño espacio de la cocina, comenzando a abrir los viejos estantes de madera que había allí.


Él se relamió los labios; qué bonita vista. El perfecto trasero de _______ empapado y envuelto en una toalla, con el cabello rozándole los pechos. Quiso voltearla y hacérselo en ese mismo instante, sobre la encimera, o en el lugar que fuera. Estaba erecto. Excitado. Y pronto eyacularía si no la metía en algún sitio. _______ le ponía de maneras inexplicables. El solo hecho de pensar que la tenía para él y solo para él, pero que todavía no había podido hacerla suya... Le ponía, le gustaba, le excitaba de infinitas maneras. La quería para él. Suya. Recorrer todo su cuerpo. Tocárselo. Tocárselo todo, hasta el último milímetro; abrirle las bonitas piernas, y saciarla hasta escucharle gritar su nombre.


_______ encontró una pequeña caja de nervinetas, somníferos que ella misma había tomado más de una vez. Pero cuando intentó bajarlos del estante más alto, ya tenía las manos de Mauro tomándola de las caderas. Un pequeño suspiro escapó de sus labios.


-Tengo algo que hará que duermas mejor. -Murmuró en su oído, enterrando el rostro en el cabello de la joven.


-¿Qué? -Cuestionó ella, ahora con la voz debilitada; su plan comenzaba a dar resultados. Soltó la cajita de somníferos, dejándolos caer al suelo, detalle que a ninguno de los dos pareció importarles. Mauro la volteó en su dirección para poder observarla frente a él.


-Yo. -Dijo, atacando sus labios de forma inminente. Sus manos apretaron el cuerpo de _______ contra el suyo, mientras que poco a poco ella sentía la enorme erección de Mauro contra su vientre. Emitió un pequeño gemido al sentir cómo Mauro mordisqueaba su labio inferior entre beso y beso.- ¿Lo sentís?


-Sí... -Murmuró ella. Bajó la mirada para observar el bulto que lucía en los pantalones, deseoso por salir de allí. Se atrevió a descender las manos lentamente, comenzando por acariciar su torso, hasta llegar al borde de su cintura, terminando por alcanzar la pelvis.


-Tócalo. Vamos. -Le pidió él, con la voz ronca. _______ cedió ante su petición, colando la mano bajo los pantalones de Mauro para acariciar la punta de su erección. Jamás había hecho eso en su vida, siempre le había parecido desagradable; pero con él... Todo había cambiado. Primero lo acarició de forma suave, escuchando los leves gemidos roncos que Mauro emitió.- Joder, beba... Quiero hacértelo. -Tras esto, volvió a atacar su boca, mezclando su deliciosa y húmeda lengua con la de _______.


-Hazlo, fóllame.


𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora