20.

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-Tu amigo...


-Espero no te haya asustado, es un gil... Siempre fue así. -Mauro abrió una botella de fernet, ingiriendo un gran trago de la misma. _______ no le quitaba los ojos de encima. Todo lo que había escuchado le hacía dudar de lo que estaba ocurriendo.


-No me ha asustado.


-Pues espero no haberlo hecho yo.


-¿Te puedo hacer una pregunta? -Sus bonitos ojos brillaron de repente. Mauro alzó la mirada, manteniendo el contacto visual; qué bien se sentía perderse en aquellas angelicales orbes.


-Decíme.


-¿Qué harás conmigo? -Se atrevió a cuestionar. Realmente era la pregunta que se había estado haciendo desde que había llegado allí.


Mauro dejó la botella de fernet sobre la encimera de la cocina, pretendiendo darle la espalda a la fémina mientras improvisaba algo que decir; pues ni él mismo lo sabía con exactitud.


-Te tendré acá por un par de días más. -Dijo sin mirarla. No quería que ningún estúpido sentimiento lo recorriese en aquel momento, por lo que evitar el contacto visual era un factor muy importante.


-¿Para qué? -Volvió a preguntar ella. Esta vez necesitaba saber más información; por ello se puso de pie, tratando de verse seria.- ¿Vas a matarme? ¿Es eso?


-No digas boludeces.


-Dime la verdad... He escuchado lo que ha dicho ese tío.


-Ya te dije, es un gil. -Mauro intentó irse, pero ahora fue _______ quien lo detuvo; tomando una de sus manos antes de que pudiera desaparecer de la estancia.


-Sé sincero. -Rogó la joven. Mauro descendió la mirada; la tibia piel de _______ rozaba la suya tan exquisitamente que ni una palabra consiguió emitir. Le gustaba, le parecía tan sublime aquella sensación. Segundos después, volvió a alzar la mirada para fijar sus ojos sobre los ajenos.


-Ya te dije que no. -Murmuró él, con una repentina timidez que detestó. Oh, mierda. Odiaba con el alma sentirse de esa forma. Como si realmente fuera difícil hablarle.


-¿Puedo saber por qué? -Volvió a cuestionar la joven. Y quizás esa era la pregunta más absurda que Mauro había escuchado jamás; su propia víctima preguntándole por qué no la asesinaba.


-Eso no importa, ¿ok? No te interesa, _______. Es cosa mía. -Mauro se deshizo de sus manos, tratando de irse de nuevo.


-Pero quiero saberlo. -Una vez más, _______ lo detuvo, esta vez del brazo. Y a pesar de que él tenía la fuerza suficiente como para desprenderse de aquel agarre, no lo hizo. Sus fuerzas habían desaparecido llegados a ese punto.


-No quiero ir a la cárcel. Sólo quiero la plata, y te dejaré libre.


-¿Sólo eso? -_______ lo miró ansiosa. Quería escuchar más. Tal vez un: No te haría daño. Algo que le diera una pista. ¿Una pista de qué, o para qué? Ya ni siquiera ella misma sabía lo que quería, sólo sabía que necesitaba oírlo.


-Sí, _______. Sólo eso. -Respondió él, decidido a no declarar más.- No quiero ni un puto problema más en mi vida. Ya son bastantes los que tengo.


-Perdón.


Mauro volvió a soltarse de su agarre; esta vez, ella lo dejó ir.


-Y pronto yo también dejaré de ser un problema para vos. -Habló él, como siempre, sintiéndose la mierda más repulsiva del mundo. La persona más cruel. La toxicidad personificada. Él y siempre él. Sin pensar ni por un segundo que tal vez para _______, y sólo para _______, él nunca había sido un problema.- Pronto serás libre.



𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora