23.

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-Háblame de ti. -Le dijo ella, tomando la taza de café caliente con ambas manos. Subió la manta hasta sus brazos, mientras lo observaba fijamente.


-No, _______. -Negó con la cabeza mientras reía suavemente.


-¿Por qué no? No eres el único que ha hecho cosas malas en su vida. -_______ puso los ojos en blanco, provocando que Mauro quisiera besarla justo en ese instante. Se veía muy bonita cuando era así de inocente con él.


-No. -La miró a los ojos.- Mi vida está llena de problemas, ¿ok? Por qué no mejor me contás sobre vos.


-Porque mi vida está llena de cosas aburridas. -Tomó un pequeño trago de su taza.


-Contámelas.


-Sí claro. No creo que te interese mucho la vida de alguien como yo.


-No digas eso. Me importa todo.


-¿Todo de mí?


No respondió, no se atrevía a decirlo en voz alta; se limitó a asentir con la cabeza, sin dejar de mirarla fijamente. _______ se ruborizó ligeramente.


-Bueno, iba a graduarme... -Comenzó ella, encogiéndose de hombros, a la vez que descendía la mirada hacia su taza de café, fijando la vista en el líquido.


-No digas "iba".


-Es que tendría que haberme graduado ya, pero...


-Te voy a dejar libre. -Aclaró él; aunque al hacerlo, algo le golpeó el corazón con fuerza. ¿Así se suponía que debía sentirse esto?


_______ volvió a alzar la mirada hacia sus ojos. Tenía que decirle algo. Ahora, o quizás nunca más tendría la oportunidad. Se relamió los labios, mientras veía cómo inhalaba una calada del cigarro que había encendido hacía unos minutos.


-Mauro.


-¿Sí?


-¿Qué vas a hacer después de esto? -Aquella pregunta hizo que el contrario permaneciese en silencio durante unos segundos, al parecer, tratando de elegir bien sus palabras.- Si puedo saberlo, claro.


-Qué sé yo, aún no pensé en ello.


-Ah... -_______ dejó la taza de café sobre la pequeña mesita que había frente al diván. Aquel diván... No pudo evitar recordar un pequeño fragmento de la noche tan sublime que pasaron allí.- Quiero decirte algo. -Sus manos comenzaron a sudar. Estaba nerviosa. ¿Por qué? Ya no comprendía nada de lo que ocurría en su interior; de las emociones que aquel hombre despertaba en ella. O tal vez sí, sólo que no aún no estaba preparada para admitirlo.


-¿Qué?. -Pronunció mientras se acercaba al cuerpo femenino, comenzando a acariciar uno de sus muslos suavemente. Ella tragó saliva.


-No sé, es que...


-Va, decíme.


-Te vas a reír de mí.


-No lo haré.


-Sí lo harás.


-Te prometo que no.


Ella respiró hondo, dándose ánimos a sí misma. Aquello que le diría había estado rondando su cabeza desde el momento en el que sintió algo más que atracción física hacia el argentino. Aquello que tenía guardado en lo más profundo de su ser, y se había negado a dejar salir; no mientras se tratara de un hombre como él, cuyos sentimientos parecían escasear.


-Quiero irme contigo.


𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora