25.

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Mauro apretó sus caderas aún más, apoderándose así de todo su cuerpo. La cargó con delicadeza, sin apenas esfuerzo, para acostarla después sobre el diván. Poco a poco la desnudó; le gustaba tanto hacerlo. Hacérselo a ella. Quitarle la ropa con deseo. Quitársela toda hasta verla desnuda como hacía unas horas. Era preciosa. _______ se encargó de bajarle los pantalones con los pies, rozando en incontables ocasiones el miembro de Mauro. Erecto. Listo para ella; para hacerla disfrutar. El argentino se recostó con cuidado sobre ella.


-¿Lo sentís? -Preguntó él. Su miembro crecía cada vez más, a punto de explotar. Ver a _______ desnuda era mejor que cualquier otra cosa. Le ponía en demasía. Estaba extasiado. Con ganas de más. Comenzó a frotar su miembro sobre su feminidad, sin atreverse todavía a penetrarla. _______ se relamió los labios.


-Mm... -Gruñó ella.- Más... -Le pidió. Los ojos de Mauro se inyectaron en lujuria de forma automática. Eyacularía ahí mismo si no se la metía de una vez.


-¿Más? -Preguntó él, queriendo provocarla.


-¡Sí, más! -Exclamó ella, en cierto tono de molestia por tener que expresarlo en voz alta. Aquello hizo que Mauro sonriese. Te daré más. Pensó.


Y eso fue lo siguiente que hizo, embestirla con fuerza; con todas sus putas fuerzas, haciéndola gemir sonoramente ante el repentino impacto.


-¡Oh, joder! -Gimió. Volvió a bombearla. Le estaba gustando. Mucho. Muchísimo. Era perfecto. Eso nunca fallaba. La embistió nuevamente con fuerza. _______ se agarró a su espalda, clavando los dedos en la susodicha. El miembro de Mauro estaba completamente dentro de ella, tanto, que hasta a él se le hacía difícil respirar. La escuchó gemir un par de veces más. Eso es, linda, te gusta. Sé que te gusta. El movimiento se hizo cada vez más rápido. Oh, sí. Le encantaba. La agarró de los muslos, queriendo concentrarse en su siguiente misión.


-Voy a hacerte ver las estrellas, te lo prometo. -Murmuró él. _______ se tensó ante aquellas palabras, que provocaron que una oleada de calor la recorriera de arriba abajo. Sintió cómo Mauro apretaba su trasero, tirando del mismo para dejar el cuerpo femenino aún más tumbado; en esa posición, introdujo su miembro en su intimidad con fuerza.


-¡Mauro! -Gimió entonces. Él se excitó aún más al escucharla gritar su nombre. Llega, linda. Vamos, córrete para mí. Quería verla alcanzar la cima, gritando hasta que su voz se tornara ronca. Hasta que no sintiera las caderas.


Embistió su cuerpo una vez más; entraba y salía con tanta facilidad. Pronto él sería quien se correría. ¿Y _______? Joder, lo necesitaba. La presionó más contra él. Podía oler desde esa posición lo mojado que estaba allá abajo; su delicioso sexo estaba a punto de correrse. De dárselo todo. Volvió a embestirla; ella gritó nuevamente, agitando las caderas esta vez para que él la bombease más y más. Todo con un intenso y acelerado ritmo. Cuanto más la embestía, más levantaba las caderas en su dirección, arqueando la espalda al unísono.


-Córrete. -Le ordenó con voz ronca, sintiendo que no podría aguantar mucho más.


El fino líquido de la feminidad de la joven cubrió todo su miembro, tras varios minutos de sexo después. Absolutamente todo. Se sintió liberada. Respiró con tranquilidad, mientras él reducía el ritmo de sus embestidas.


-Oh, Dios... -Murmuró ella, en apenas un hilo de voz.


Y él, completamente conforme, se limitó a abrazarla. La apretó de forma firme contra él; había quedado saciado con tan solo hacerle llegar a ella. Repitiendo lo que hizo la primera vez que tuvieron sexo, retiró el cabello de su frente para poder depositar un delicado beso en ella. _______ emitió un suspiro, exhausta. Aquello se había sentido diferente. No sabía por qué, pero no lo sintió como un simple polvo más. No había follado a una mujer más aquella vez. Fue distinto; como si en esa historia solo importaran ellos dos. Solo ellos. Había sentido y escuchado cada gemido de ella, cada palabra, cada respiración, cada caricia; aquella vez había sentido algo más. Nunca había disfrutado tanto con una mujer como con ella. Nunca lo había entregado todo como esa noche. Nunca le había entregado todo a ninguna mujer. A nadie. Y es que nunca había sentido esa necesidad de tener a alguien consigo todo el tiempo, porque nunca había sentido que necesitaba a una persona. Pero el simple hecho de que _______ dijese que quería irse con él, que con él se sentía diferente... Le había hecho reaccionar. Le habían dado unas inmensas ganas de decirle que él también quería que se fueran juntos, pasara lo que pasara; porque nunca permitiría que ningún imbécil la tocara. Porque _______ era su chica, su secuestrada. Y porque esa noche, había hecho el amor con ella. Y eso solo significaba una cosa.


Una cosa que necesitaba decirle cuanto antes.


𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora