𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐈𝐈

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"Los gallos ven y huelen la sangre

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"Los gallos ven y huelen la sangre. Saben que son los siguientes, pero no se rebelan. No tratan de del gallinero. Los sirvientes fueron educados para igual."

ADARSH GOURAV- BALRAM

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Estaba descansando en mi cama disfrutando del tan preciado silencio nocturnino, la calma de esta hora del día junto a los sonidos de pequeños animales de la noche como el búho o grillos eran sin duda algo por lo que merecía la pena parar todo lo que estuvieses haciendo para deleitarte por tal agradable armonía.

Las sanguijuelas ya se habían marchado a la academia nocturna y según tengo entendido no van a volver hasta las dos de la mañana. Eso me da un plazo de tiempo libre para ducharme tranquilamente y meditar el cómo debo afrontar esta situación ahora que conozco algo más a los hermanos.

La ducha era un momento de reflexión y relajación, podría decir que era uno de mis momentos preferidos del día junto con el momento en el que me dormía y podía teletransportarme a un mundo lleno de fantasía como era el mundo de los sueños. Lastima que esa sensación fuese efímera puesto que luego debes despertar. Por muy extraño que parezca, algunas veces logro soñar con mi madre, aunque no todos son sueños bonitos, de vez en cuando sueño con el momento en el que la encontré agonizando y luchando por sobrevivir tendida en el suelo.

Los gritos, la sangre, la desesperación junto a la impotencia del momento es algo que sin duda nunca podré llegar a olvidar. Si tan solo hubiese llegado antes podría haberla salvado o al menos podría haber podido ver el rostro del tan infame asesino y así no estaría metida en este embrollo.

Abrí la llave del agua para que la tina se llenase y me permití el capricho de echar un poco de jabón para que la bañera se llenase con burbujas.

—Por fin un momento de paz y tranquilidad — suspiré. La puerta del baño seguía abierta por lo que me acerqué a cerrarla por si acaso, aunque no sirvió de nada — ¡Oye tú! ¿Qué demonios haces aquí? — él no me contestaba, cosa que me impacientaba — Te estoy hablando, quieres hacer el favor de responder o te vas a quedar ahí — pregunté al ver a un pelinegro tumbado en mi bañera ignorándome.

— Tu bañera tiene agua caliente, me gusta y me iba a bañar aquí — se digna a hablar.

—¿Y no sabes girar el grifo de la tuya para que salga caliente? 

—No es tuya, no la has pagado — respondió Viktor de forma tajante.

—Tu tampoco — contra respondí, era exasperante.

—Touché — ¿Pero este chico sabe tener una conversación más larga de ocho palabras ? 

—Como sea, solo vete y déjame — Viktor hizo oídos sordos ante mi petición — Como sea, hay más baños en la mansión — dije ajustando la toalla a mi cuerpo para salir de la habitación.

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