26.

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_______ estaba asomada por la pequeña ventana del salón de la cabaña. Había amanecido sola. Al parecer Mauro se había ido hacía bastante tiempo. ¿A dónde iba cada mañana? Ya se lo preguntaría. Aquel día había amanecido de otra forma. Más feliz. Sin ganas de pelear. Era otra, definitivamente.


Con solo recordar la noche anterior... Con solo pensar cómo Mauro la había tratado; le erizaba la piel por completo. Fue diferente a la primera vez que tuvieron sexo; lo sintió más dulce, como si no viniera de él, más bien de un Mauro que solo ella conocía. ¿Era posible, o se lo estaba imaginando? Joder, todo aquello hacía que su estómago se estremeciese, que se le pusiese la piel de gallina. Pensar que Mauro podría sentir algo más por ella era...


Alguien tocó la puerta de la cabaña con fuerza.


-¡Abra la puerta! -Gritaron desde afuera. A _______ se le congeló la sangre.- ¡Policía de España! ¡Abra la puerta! -Volvieron a gritar. Los ojos de la joven se abrieron como platos; atónita, tragó saliva.


¿Quién lo diría? Hacía un mes moría por irse de allí, porque la encontraran, por no volver a ver a su secuestrador nunca más; y ahora deseaba todo lo contrario. El policía comenzó a golpear la puerta. Dos. Tres. Hasta cuatro veces. La desgastada madera empezó a quebrarse justo por el medio. De repente, ella ya no estaba sola en la cabaña; diez hombres armados la estaban apuntando directamente a la cara.


-_______... -Murmuró uno de los policías; por su expresión de alivio y sorpresa, supuso que era quien estuvo a cargo de la investigación sobre su desaparición.- No te muevas, tranquila.


-No hay nadie aquí. -Murmuró ella, agradeciéndolo internamente.


-¿Dónde está Duki? -Cuestionó el oficial. El resto bajaron las armas al percibir que el criminal no se encontraba en la cabaña.


-No lo sé, no sé nada de él. -Insistió _______, segura de no decirles nada más, pues jamás delataría a Mauro. Jamás. No después de todo por lo que habían pasado, después de todo lo que el argentino había despertado en ella; de tantas cosas que por pequeñas que hayan sido, a ella le parecían especiales.


-¿No vas a decírnoslo? -Volvió a preguntarle el oficial.- _______, nosotros somos los buenos, hemos venido a rescatarte. ¿Sabes lo preocupada que está toda tu familia por ti?


-Ya le he dicho que no sé nada de Duki. -Era la primera vez que se refería a él por su apodo; se le hizo extraño. _______ lo miró a los ojos, percibiendo que el policía comenzaba a enfadarse. Hizo unas señales al resto de oficiales, quienes se colocaron estratégicamente en la ventana, y otros en la puerta.


-¿Lo vas a defender? ¿A ese criminal que te secuestró, y planea matarte?


_______ guardó silencio. No, _______, tú confías en él... Confías en Mauro.


-Vaya, vaya... Veo que ese desgraciado ha sido inteligente esta vez. -Le dijo el oficial.- Tanto, que hasta has llegado a creerle.


La joven se tensó. Aquel maldito hombre parecía conocer muy bien a Mauro. Ante el silencio de la fémina, el señor volvió a hablar.


-Bien. No me dirás dónde encontrarlo.


-Que no lo sé.


-Sí, claro... Claro. -La miró mal. De acuerdo, no colaboraría, pero al menos descubriría quién era Mauro Lombardo realmente; quién era el hombre del cual se había enamorado.- Tú y yo vamos a hablar, y después, veremos si sigues con tantas ganas de protegerlo.


***


Sentía sus orbes humedecerse; su corazón, decepcionado. Necesitaba gritar. Se sentía como la chica más estúpida del mundo. Una más del montón. Otra secuestrada que Mauro había enamorado, a la cual le había hecho perder la cabeza, y que finalmente acabaría muerta y enterrada en algún rincón del mundo. Olvidada. ¿De verdad significaba tan poco para él? ¿De verdad solo era una más? ¡No! ¡No! Oh, joder... Comenzaría a llorar en cualquier momento.


El oficial le enseñó otra foto. Una foto más. Otra secuestrada. Otra historia. Otra aventura.


-Basta. -Pidió ella, a punto de romper a llorar. Tenía un enorme nudo en la garganta que apenas le permitía respirar.- Lo he pillado, ¿vale? No me interesa a quién más haya matado. Me da igual. Les juro que no sé dónde está ahora mismo.


-Y te creemos. -El policía trató de acercarse a ella.- Lo atraparemos de todas formas, no te preocupes por eso.


Te odio. _______ rememoró aquellas palabras en su mente; cuánto le hubiera gustado sentirlo realmente en aquel instante. Odiarlo. Odiarlo muchísimo; para así olvidarlo más rápido. ¿Cómo había sido tan estúpida como para enamorarse de él? Sí, enamorarse. No le hicieron falta más detalles para darse cuenta. Estaba completamente enamorada de Mauro Lombardo.


***


Mauro iba prácticamente corriendo hacia la cabaña. Se le había hecho tarde. _______ seguramente ya estaría despierta, con ganas de desayunar, con ganas de verlo. ¿De verme? Se rió sólo en mitad del camino. ¿Me habrá extrañado? Seguramente sí. Ya mismo llego, linda. Susurró en su mente. Voy a decírtelo todo.


Quiso doblar el cruce para llegar a la vieja cabaña, pero se detuvo en seco un par de metros atrás, al darse cuenta que dicha zona estaba repleta de coches blindados. Se apresuró a ocultarse tras un grueso árbol, desde donde observó a gente extraña en la cabaña siendo interrogada. Una situación que reconocería en cualquier parte.


La concha de su madre. Pensó, abandonando su escondite para desviarse del camino y tomar otro distinto. Lo habían encontrado. Habían dado con su paradero; el suyo, y el de _______. ¡_______! Pensó. ¡Puta madre! Estás ahí dentro. Supo entonces que sólo tenía dos opciones; seguir su camino, y desaparecer con el dinero de su secuestrada, o quedarse. Quedarse y no permitir que nadie le quitara a _______. Su _______. De él. Porque así lo sentía.


Dale, Mauro, pensá... Pensá en algo para sacarla de allá... No la dejes... Vos... Vos la querés, hijo de puta. Volvé a por ella.


𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 // Mauro Lombardo y tú.{𝗛𝗢𝗧}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora