ɪᴍᴍᴜɴɪᴛʏ |Volkacio|

05

Horacio se encontraba en una pequeña sala con un par de sofás y una gran mesa en medio, en la cual se hallaban sentados todos los inmunes del Arca, a quienes les guardaba un profundo respeto. No podía mentir, aquella situación le intimidaba, demasiado. Era consciente de que era el nuevo en aquel lugar, y no solo el nuevo, sino el reemplazo de alguien que sí conocían, al que sí apreciaban, y aquello le hacía querer desaparecer.

—Veamos— comenzó Conway— Debido a lo que pasó la última vez, a partir de ahora saldremos allí fuera más preparados. Más protección, mas armas y más balas. Debemos cambiar nuestras rutas e ir a los refugios sólo en casos de emergencia, trataremos de recoger todo lo que podamos de ellos y cambiar de lugares, buscar o hacer nuevos refugios, pero esta vez estarán ocultos. Sólo nosotros sabremos dónde están— Horacio se notaba empalidecer con cada cosa que decía. No tenía ni idea de nada de lo que estaban hablando allí, ni por qué la seguridad había aumentado tanto. Era cierto que un Inmune había muerto, posiblemente a manos de un radioactivo, pero aquello era algo previsible después de todo, ¿por qué se estaban preocupando tanto? Para su suerte, Conway notó la inquietud en el más joven— La mayoría aquí ya lo sabéis, pero la repetiremos para aquellos que no se hayan enterado, ¿Volkov?— giró su cabeza hacia el ruso para que prosiguiera, aunque parecía preguntarle con la mirada si quería realmente volver a contarlo.

Este asintió y se reacomodó en la silla.

—En la última Incursión, cuando volvíamos de recoger suministros, tuvimos que ir a uno de los refugios a los que solíamos ir Ivanov y yo— el de cresta notó cómo se aclaraba levemente la garganta tras decir el nombre de su antiguo compañero— Pero en cuanto llegamos caímos en una trampa— Horacio frunció el ceño, confuso— Los radioactivos, no sé cómo, crearon una red que nos atrapó en cuanto la pisamos. Estuvimos ahí medio día hasta que aparecieron, nos hicieron cortes y nos intentaron apuñalar varias veces antes de bajarnos. Conseguimos escapar, el resto ya lo sabéis.

Se hizo un largo silencio que nadie se atrevía a romper, algunos por respeto y otros por no saber bien qué decir. En el caso de Horacio eran ambas cosas, sin embargo aquello le había dejado con muchas más dudas.

—Creía que los radioactivos no estaban tan evolucionados, que eran...— trató de buscar las palabras para no decir ninguna estupidez— menos inteligentes que el ser humano.

—De alguna forma eso está cambiando, no lo hemos sabido hasta hace una semana, pero si tenían aquella trampa preparada desde hacía tiempo, puede que tengan más conocimientos de lo que pensábamos— respondió Conway de nuevo.

—Pero... ¿pueden hablar?— escuchó a alguien de la mesa reírse ante la pregunta, por lo que la inseguridad que había sentido desde el primer momento que pisó la sala, aumentó— Quiero decir, si pudiésemos conunicarnos con ellos, no sé, sería un gran avance.

—Sí, firmaríamos la paz y les invitaríamos a las cenas navideñas— se burló la misma persona que se había reído antes.

—Cállese Brown— escupió Volkov para asombro de Horacio— Lo único que sabemos hasta el momento es que están evolucionando, así que quizás si que acaben cenando con tu puta madre estas Navidades.

El Inmune masculló algo entre dientes antes de resoplar, resentido.

—Perdón.

—Como íbamos diciendo— continuó Conway cambiando de tema— La estrategia seguirá siendo la misma de los últimos años, huír siempre que se pueda. No estamos como para malgastar munición, y parece que le han cogido el gusto a eso de ir en grupos, así que luchar puede terminar muy mal. Esta semana se reanudarán las incursiones, hay que buscar suministros pero es preferible que volvais todos con vida, asi que centrémonos en eso. ¿Alguna pregunta?— ante la negativa de los presentes, continuó— Bien, podéis marcharos. Horacio, tú no.