Diana
—¿Con quién estabas ayer? —Gustabo me miraba fijamente, yo le devolví la mirada sin saber qué decir.—¿Por qué lo preguntas, Gustabo? —dijo Torrente, mientras yo los observaba.
—Ayer no vino a dormir a casa —Gustabo lo miró con una expresión de sorpresa.
—Uy, ¿dónde estabas? —Torrente se unió a la locura de Gustabo con curiosidad como un adolescente.
—Estaba conmigo, ¿algún problema, nenas? — Todos miramos hacia la puerta viendo a Conway, con cara de enfado mirándonos a todos. Yo me fijé en la puerta dándome cuenta de que todos entraban cuando querían a mi casa.
—Deberías cerrar la puerta —Entró tranquilo sin cerrarla mirándolos a todos buscando algo que pudiera molestarles.
—Oye, Torrente, ¿no se supone que estabas patrullando? —le preguntó, mientras Torrente se levantaba y se iba con la cabeza hacia el suelo.
Fui a la puerta rápidamente en ese momento vi como alguien había puesto un chicle en la cerradura. Me gire con cara de enfado mirando fijamente al tonto que tengo por hermano, aunque en realidad era mi culpa por haberle enseñado eso a Gustabo cuando éramos pequeños.
En verdad, él estaba de okupa en mi casa desde que vine a la ciudad, ya que no pasa ni dos minutos en su casa. Conway se sentó en el sofá del salón mientras yo quitaba el chicle de la puerta, mirándolo enfadada todo el tiempo. Aunque el que me devolvió la mirada fue Conway mientras encendía un cigarrillo.
—¿Se puede fumar, muñeca? —Asentí restándole importancia, Empezó a encenderlo mientras Gustabo corría a esconderse de mí. Lo seguí enfadada.
—Toma —le dije, entregándole mis llaves de la casa y el chicle.—Ahora no tendrás que poner chicles en la puerta para entrar. Sabes que nos podrían haber robado por tus tonterías. Y además que te habría dado las llaves— Él se rió de mí.
—¿Quién va a querer robar a la chica más guapa del mundo? —se acercó a mí y me abrazó para pedirme perdón. Aunque seguía enfadada, no podía estarlo con él. Le devolví el abrazo. Salí de mi cuarto encontrando a Conway mirándome curioso.
—¿Qué ha pasado? —Le sonreí acercándome a él.
—Nada. ¿Quieres venir a una frutería conmigo?— Él me miró con cara rara aunque respondió igualmente.
—Claro —Bajamos juntos hasta el garaje, saqué miró moto yantes de montarme él me paró.
—Ponte el casco —le miré con una sonrisa.
—Nunca me lo pongo, me quita visión si tengo que disparar —Resoplo mientras se montaba detrás de mí, sujetándose suavemente en mis caderas.
Llegamos a la frutería tiempo después. Según lo que había encontrado, el dueño era chino. Entonces, ¿por qué el chico de ayer era musulmán? Tenía que quitarme la duda, algo olía raro. Entramos a la frutería de buena manera igualmente el chico me paró.
—¿Otra vez tú aquí? —Conway pasó a mirarlo con asco.
—Queremos ver los papeles de la frutería —respondí. El chico fue a la parte de atrás ambos nos quedamos mirando la tienda. Volvió rápidamente con los papeles.
—Aquí los tienes —dijo, entregándoselos a Conway, quien comenzó a leer.
—¿Usted es San Gui lee? —preguntó Conway alzando una ceja.
—No, ese es mi jefe —respondió el chico. Lo miramos con desconfianza.
—¿Puede venir? —El chico se fue y volvió con un hombre chino que se adecuaba a la descripción.
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✨✨✨No lies ✨✨✨
FanfictionUna chica de 26 años llega a la ciudad de los santos intentando rehacer su vida como policía después de una mala pasada en el MI6 lo que no esperaba es encontrar a alguien tan roto como ella ese hombre con olor a tabaco y perfume ese seria su nuevo...