Capítulo 28

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Chan

—¿Necesitas algo más? —la farmacéutica se mostraba amable, aunque ambos habíamos detectado lo que éramos cada uno en cuanto entré al lugar.

—No, eso es todo —le dije y le entregué el dinero que indicaba la pequeña pantalla arriba de la caja registradora.

La chica me devolvió el cambio correcto y entonces me despedí de los allí presentes.

Sinceramente había esperado que la chica llamara a los miembros de su manada para que me atraparan o simplemente que ella misma me hubiese saltado a la yugular por lo que yo era. Pero nada de ello había ocurrido, sino que me había atendido con normalidad como si no fuera un ser sobrenatural, y me había proporcionado los medicamentos que le había pedido. Puede que hubiese sido simplemente porque el local se encontraba atestado de gente y la chica no quería llamar la atención, pero siempre había creído que los hombres lobo tenían tendencias asesinas hacia todo aquello que los amenazaba, los amigos de June bien lo dejaron en claro, pero parecía ser que me había equivocado. No todos parecían así.

No quise pensar más en ello y salí a la calle. Todavía hacía sol, pero no me importa. Me gustaba caminar bajo el calor que este proporcionaba. Era uno de los placeres de los que todavía disfrutaba.

Al contrario de lo que los humanos creían de nosotros, gracias a todos esos libros de historia mitológica y los mitos, los vampiros si podíamos caminar bajo la luz del sol sin convertirnos en cenizas. Eso era una mera estupidez que a alguien se le había ocurrido en el pasado y había querido dejar en herencia a las generaciones venideras.

Aunque si teníamos en cuenta que, ni mi raza ni la de los hombres lobo, existían para ellos, esos datos absurdos solo habían quedado como una majadería que a alguien se le había ocurrido para pasar el tiempo.

Esperé a que el semáforo se pusiera en verde para cruzar la calle, pero entonces algo a mi derecha captó mi atención.

Agudicé mi vista de vampiro y me di cuenta de que había una chica tirada en el suelo en la calle contigua a la mía. Un hombre a su lado se estaba agachando para ayudarla, pero entonces se colgó su cuerpo sobre el hombro como si se tratara de un simple saco de patatas. Los brazos y el cabello de la chica quedaron colgando como pesos muertos.

Me quedé observándolos hasta que el hombre decidió que era momento de irse y emprendió su marcha en la dirección contraria a la que yo iba.

No le iba a prestar demasiada atención. Lo más probable era que el hombre estuviera paseando con su novia y a esta le había dado un bajón de azúcar. Pero, en cuanto el hombre bajó del bordillo y la chica se sacudió sobre él, pude verle la cara.

Me detuve antes de dar un paso para cruzar la calle.

¿June?

Cerré los ojos y sacudí la cabeza pensando que la vista me había engañado, pero, cuando volví a mirar a aquella chica, podía jurar a ciencia cierta que si se trataba de June.

El hombre se alejaba a gran velocidad con la que estaba segura de que era mi compañera de clases. Olfateé el aire hasta que sentí el ligero aroma a frutos silvestres que ya era tan común en ella.

No me cabía entonces ninguna duda. Era June quien se encontraba siendo cargada como saco de patatas por un hombre al que no había visto en mi vida. ¿Por qué? ¿Qué había ocurrido?

Cuando el semáforo de la calle que me llevaría hasta ellos se puso en verde, y quise cruzar para saber que le pasaba a June, el hombre y ella ya habían desaparecido. ¿Cómo habían desaparecido con tanta rapidez?

Aún así, crucé la calle, esperando poder seguir el rastro del aroma de June para ayudarla si lo necesitaba.

Mis pies se detuvieron cuando observé que había algo en el suelo, justo en el lugar donde había visto a June tirada segundos atrás. Me acerqué hasta ello y lo recogí.

Caminando entre lobos | Stray Kids | Primera parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora