Mala idea.
Pero que muy mala.
«¡Por lo que más quieras! Sal corriendo antes de quedar en ridículo» —habló la voz de mi conciencia horrorizada.
Me encontraba de pie en el pasillo frente a una puerta de madera bastante elegante. Después de pasar la jornada anterior y no dormir durante la noche por pensarlo mucho, me entró la duda.
Había decidido ir a ver a Stephen. Le pregunté a Wong donde iba a estar después de comer y me dijo que lo fuera a buscar a su despacho. Últimamente pasaba muchas horas allí.
No sabía si querría verme o no.
Pero no estaba dispuesta a rendirme.
Porqué valía la pena.
Me armé de valor y con la mano di dos suaves toques a la madera. No se oyó nada, ninguna respuesta. Agarré con las dos manos el plato con el que sujetaba la taza de té, esperando a que pasara algo. Pensé que Wong se había equivocado y no se encontraba allí, así que di media vuelta para irme. Antes de que diera un paso más, la puerta se abrió.
—¿Ya te estás escabullendo?
Me giré para verlo allí, con el brazo apoyado en el marco de la puerta, mirándome. Casi se me resbaló la taza.
—Pensaba que no estabas, como no respondía nadie...
—No me daba tiempo a llegar para abrir la puerta. Eres muy impaciente.
—O tú muy lento —le recriminé. Rió por mi respuesta y abrió la puerta por completo, dejando ver el interior de la habitación.
—Anda, pasa —se hizo a un lado y me invitó a entrar extendiendo el brazo. Dudé un poco pero al final accedí. Ya no había vuelta atrás.
Miré con atención mientras pasaba dentro. La sala era muy grande, parecía un piso, ya que tenía varias paredes que creaban diferentes zonas. La decoración iba acorde con el resto de la casa, todo en tonos oscuros y muebles antiguos.
Sentí que el peso de la taza aligeraba y en un impulso intenté agarrarla pero Stephen me lo impidió alejándola sutilmente.
—Es para mí, ¿no? —dijo dejando ver una sonrisa burlona.
—Puede que no. Tal vez es para mí —repliqué.
—No creo. A ti no te gusta el té —cerró la puerta y se desplazó hasta el gran escritorio que había en la parte central de la sala.
«Touché» —lo seguí de cerca y me senté justo en la silla que había en frente.
—¿Y bien? ¿A qué debo tu visita? —preguntó mientras arreglaba todos los montones de papeles y libros que tenía allí esparcidos.
—Nada en especial. Venía a ver si seguías vivo, ya que no se te ve el pelo desde hace días —era una verdad a medias.
—Por suerte o desgracia para ti, sí. Aunque esto empieza a cansarme —dejó caer varios papeles con frustración.
—¿No has encontrado nada nuevo? —negó con la cabeza. —No te lo tomes tan a pecho, a veces las cosas salen solas.
—Solo descansaré cuando se resuelva todo este lío. No antes. —dijo bastante serio.
—Pues déjame ayudarte. No tienes por qué cargar con esto solo —no dijo nada. —Ya sé que eso de trabajar en equipo a ti no te entusiasma mucho. Pero si en algo te puedo ayudar, solo tienes que decirlo. Sé que te encanta hacer el rol de Hechicero Supremo, pero no te pases, ¿vale?
Me miró con una sonrisa de agradecimiento y asintió, dando a entender que consideraría mi propuesta.
—¿Qué tal las clases con Wong? ¿Es muy duro?
—Ni te lo imaginas... Creo que prefiero tu insufrible presencia antes que tener otra lección con él.
—Qué bonita manera de decir que me has echado de menos —rió.
—No te lo creas tanto —intenté disimular mi sonrojo entre bromas y burlas. Parece que no lo llevaba tan mal como pensaba.
Nos quedamos en silencio unos minutos. No sabía qué decir o hacer, así que eché un mejor vistazo a la superficie de la mesa. Había muchas cosas de papelería y objetos varios. Me sorprendió verlo todo tan alborotado, cuando él era de los que lo tenían todo bien derecho en su sitio.
Entre todo aquel desastre pude identificar algo que, sinceramente, no esperaba ver por allí. Era el dibujo que le había hecho en la cocina. No dije nada, pero sonreí al verlo.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó al ver mi expresión.
—Nada, no lo tenía por un hombre desordenado, Doctor —reí, un poco más animada.
—Y no lo soy. Pero como puede comprobar, señorita White, estoy hasta los topes de trabajo y no tengo tiempo para la limpieza —ironizó.
—Se dice que cuando uno quiere hay tiempo para todo.
—Eso dicen los que les sobra —replicó.
—Puede que tengan algo de razón.
Pareció coincidir conmigo, ya que no dijo nada. Nos miramos unos segundos, y no es que no le pudiera sostener la mirada, pero cada vez que lo hacía se me hacía muy difícil no mostrar lo que sentía de verdad. La distancia que había entre nosotros me mataba.
Extrañaba el toque de sus manos, sentir el temblor y la suavidad de estas. Echaba de menos nuestras charlas. Lo extrañaba a él.
Pero, ¿cómo se puede extrañar lo que nunca has tenido?
—Creo que ya es hora de irme. Te dejo para que termines con tranquilidad —me excusé mientras me levantaba. Él hizo lo mismo y me acompañó hasta la puerta.
—Haz el favor de salir un rato de aquí, no está de más que te dé un poco el aire —bromeé.
—Descuida, no pretendo morir de viejo aquí dentro —rió mientras se posicionaba al lado del marco de la puerta. Le sonreí a modo de despedida y cuando estaba dispuesta a marcharme, me llamó. Me giré para confrontarlo.
—Gracias —aquello me confundió, parecía que le costaba seguir con la frase.
—¿Por? —no sabía a qué se refería.
—Por el té —me hizo gracia el tono en el que habló. —Y por pasarte por aquí.
Eso último lo dijo un poco más serio. Nunca lo había escuchado agradecer a nadie. Me daba la impresión de que su ego no se lo permitía y en ese momento agonizaba ante aquellas palabras. Le sonreí negando con la cabeza.
—No hay de qué.
Dicho eso me despedí y caminé en dirección contraria a la habitación. Cuando llegué a la escalera pude oír la puerta cerrarse, a lo que me giré antes de subir el primer escalón.
Lentamente me fui, contenta por compartir esos pequeños momentos. Momentos que llevaría conmigo siempre, por muy insignificantes que pudieran llegar a ser.
No sabía si él sentía lo mismo que yo... Pero de lo que sí estaba segura, era de que no me iba a arrepentir de sentirme así.
El amor nunca debería ser motivo de arrepentimiento.
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𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||
Romance"Si me dieran a elegir entre cambiar el pasado o quedarme con este presente, elegiría la segunda opción. Porque prefiero vivir mil veces todo lo que pasé para llegar hasta aquí, que vivir un presente en el que no estés aquí. Conmigo."