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"Después de apagar las luces de tu solitario cuarto"

—Vete a dormir de una vez, no te quiero ver—. El niño asintió y fue lo más rápido que pudo a su cuarto, el cuál tenía la luz apagada, y a causa de su temor a la oscuridad se dirigió a la mesita que se ubicaba a un lado de la cama y prendió su luz de noche.

Solo pudo acostarse en su cama mientras lágrimas resbalaban por su lindo rostro, el cuál desgraciadamente se veía totalmente demacrado a causa de las ojeras por no poder conciliar el sueño, sus labios agrietados y con sangre por tratar de calmar los nervios mordiéndose fuertemente.

Trato de dormir, enserio, lo intento. Pero el esfuerzo fue inútil, una noche más en la que no podía dormir.

Había sido el peor cumpleaños hasta ahora.

Para nada le gustó el regalo de su padre... Y solo logro que se enojara con él por rechazarlo.

—Jisunggie debes comer algo, no quiero que te enfermes— nego con cara de asco, no podía ver la comida, no le provocaba en lo más mínimo, solo le causaba repulsión y su cuerpo expulsaba incluso lo que no tenía —

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—Jisunggie debes comer algo, no quiero que te enfermes— nego con cara de asco, no podía ver la comida, no le provocaba en lo más mínimo, solo le causaba repulsión y su cuerpo expulsaba incluso lo que no tenía —. Han Jisung, no pienso perder tus cachetes por un capricho— el mayor tomo las mejillas de su amigo mientras las pellizcaba.

—¡Félix! Dejá, me duele— Han aparto rápidamente y de manera brusca a su amigo el cual le miro con reproche.

—¿Que tienes? Últimamente te veo muy raro, no me gusta— hizo una mueca.

—Solo no estoy de ánimos.

—Sabes que soy tu amigo y sin importar qué puedes hablar conmigo y no voy a juzgarte ¿Verdad?

—Lo sé, solo que... — Han medito un segundo, mientras, Félix simplemente entendió que debía parar la conversación.

—Esta bien, igualmente solo quería que supieras que estoy aquí para ti, no es necesario que me digas algo, sé que es tu decisión y no voy a presionarte.

Han sonrió aunque sus ojos reflejarán ese vacío interior que le dolía todos los días: —Gracias Félix.

El contrario solo le miro y le sonrió sencillamente.

—Felix— un pelinegro le llamó desde la distancia.

—Dime hyung— respondió al llamado de su primo el cuál se iba acercando a ellos.

—Dame comida, olvide la mía en casa.

—Ups, perdón hyung, no tengo nada más.

El pelinegro suspiro y giro su mirada en dirección al menor del lugar, el cuál al notar su mirada se encogió en su puesto, y luego pensó "¿Por qué no?..."

𝕻𝖊𝖖𝖚𝖊ñ𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora