Prologo

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Este libro es la secuela de El Consorte y La Reina, por lo cual les pido que antes de leer este libro lean la primera parte. Muchas gracias.


La ciudad ardía detrás de ellos, abandonaban la ciudad que habían sangrado defendiendo, pero ya nada se podía hacer, Andros Whitewood el consorte real y gran general de los ejércitos de Alban había caído. Malco había tomado el mando de un gran numero de hombres y se había abierto paso por la ciudad hasta llegar a la puerta norte, allí aun resistían algunos centenares de defensores contra una fuerza enemiga que había sido enviada para acabar con los remanentes de defensores que habían quedado esparcidos por toda la ciudad. El gigante mercenario se abrió camino con su potente maza mientras gritaba que abrieran la puerta. Los hombres que defendían la puerta obedecieron y al abrir la puerta se encontraron con algunos cientos mas de enemigos que cargaron a caballo sobre ellos.

La carnicería que se llevo a cabo fue terrible, todos esos días de lucha hubieran sido suficiente de la guerra para cualquiera, y ahora estaban a solo una batalla de poder escapar. Rowan no podía creer aun que Lord Andros hubiera muerto, aquel hombre era una leyenda, había superado grandes retos a lo largo de su vida, todos sabían que era el mejor de los hombres de Alban, pero esta vez había sido demasiado. Rowan sentía un dolor terrible en el hombro donde una flecha lo había alcanzado el día anterior, pero el dolor de haberle fallado a su señor era aun mayor, después de todo Rowan había sido designado por la reina misma el puesto de escudero de Lord Andros, pero le había fallado a todos, a su reina, al reino y a su señor.

Rowan tomo la lanza con ambas manos y la utilizo para asustar a uno de los caballos que cargaba contra el, el caballo se detuvo y se paro sobre sus piernas traseras, el jinete intento controlar a su caballo, pero mientras hacia esto, uno de sus compañeros tomo la capa que tenia el jinete en su espalda y logro hacerlo caer de la silla. Rowan se acerco rápidamente y clavo su lanza en el pecho atravesando una armadura de cuero hervido que no logro resistir la estocada. Rowan no había matado nunca a nadie hasta hacia unas semanas, ahora, luego de todo lo que había vivido junto a su señor acompañándolo en el campo de batalla, quitar una vida ya era normal, lo hacia con frialdad y rapidez, no dudaba y no le producía nada, Rowan se pregunto si su señor Andros había sufrido lo mismo en sus primeros combates.

Malco, el mercenario derribo al ultimo enemigo destrozando su cráneo con su inmensa maza, el yelmo del enemigo salió disparado como una pelota y la parte superior de su cabeza desapareció.

- ¡Vamos! - grito el mercenario con su potente voz - ¡Al bosque de Breen!.

Rowan considero que no era muy buena idea, pero Malco era un guerrero mucho mas experimentado y un comandante probado, incluso había fungido el puesto de consejero y líder de las fuerzas mercenarias al mando del consorte.

Rowan junto con otros hombre rápidamente tomo los caballos que aun podían ser utilizados, ya fuera como medio de transporte, o lamentablemente para que mas adelante funcionaran como alimento. No fueron pocos los que desde la lejanía vieron el destino de los últimos defensores. Desde una colina vieron como el baluarte real, la sede del poder real y su hogar desde que era niño, era tomado, tuvieron una vista clara de como asaltaban la puerta, como una incontenible ola de hombres asaltaba el baluarte. En la mente de Rowan solo estaba la ultima imagen que tenia de su señor, lo vio liderando a los hombres en su retirada al interior del baluarte, vio como una ráfaga de flechas enemigas lo alcanza, vio con horror como el hombre que tanto admiraba caía de espaldas y como su guardia personal, los norteños como los llamaban todos, saltaban en defensa del cuerpo de su señor, Rowan había intentado abrirse camino para hacer lo mismo, ese era su deber como escudero, pero le había sido imposible, sus esfuerzos fueron inútiles, pues los enemigos eran demasiados y al final fueron las fuertes manos de Malco las que lo habían sacado de allí. La ultima vez que vio a su señor, miembros de su guardia personal y la mismísima guardia real llevaban su cuerpo usando sus propias vidas como escudo, pero Andros tenia la mirada perdida, muerta, pálido como nunca lo había visto, esa imagen lo había llenado de furia y fue la furia lo que lo hizo abrirse paso hasta la puerta junto a Malco y todos los hombres que había logrado rescatar.

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