Yvonne
Aquí voy, es lo que toca, luzco un vestido negro como la noche, tiene un escote en el frente y luego se ajusta a cada una de mis curvas.
Cómo no deseo discusiones, después de que maquillaran los golpes que tienen los implicados en la pelea, me cuelo en el copiloto del auto de Ethan, mañana iré a buscar el mío después de la universidad o antes, quiero salir sin depender de nadie.
—Lamento lo que dijo Joe —juego con mis uñas hechas por la tarde.
Ethan aprieta el volante.
—No es tu culpa, Rapunzel —bromea incluso en momentos de tensión.
—Eres un molestoso —arrugo la nariz —. ¿Ella te gusta mucho?
Ethan nunca ha llevado a ninguna chica a casa oficialmente, no es como que no lo haga, pero siempre dicen que son amigas, yo sé lo que hacen. Me sorprendió que reaccionara así por una de las secretarias de la familia.
—Me estoy enamorando —responde.
Chillo sin parecer poco femenina, Ethan nunca me juzga, se ríe conmigo, doy palmaditas.
—¿Cómo sabes que estás enamorado? —curioseo.
Ethan suspira con tanta honestidad que hasta envidia siento.
—En mi caso, mis parejas eran más sexuales que algo más, entonces cuando vez a esa persona especial, tú corazón se acelera.
—¿Sucede desde el primer momento? —prosigo con las preguntas.
—En el primer momento sientes un flechazo, algún cosquilleo, me puse nervioso —mi hermano se ríe y yo también.
Se ve tan tierno.
—¿En dónde?
Ethan se quita el cinturón, ya llegamos, esto está más interesante.
—Puede ser en todo el cuerpo, cada persona es diferente, Rapunzel —recuesto mi cabeza en su hombro, escuchándolo —. Con esa persona especial nunca te aburres, siempre quieres estar con esa persona, que hable lo que quiera, te gusta hasta la más mínima imperfección, yo siento un calor agradable al tener a Emily cerca, empecé a imaginarme escenarios desde que comenzamos, un hogar, una bonita casa, hijos.
Hijos. Yo soñé con muchos pero que luego murieron.
—Emily, bonito nombre —susurro —. Sabe que papá no la va a aceptar.
Mi padre desde que éramos niños nos decía diario que con quién nos casáramos debía ser igual o estar por encima en cuanto a beneficios que nosotros, mamá es más soñadora y nos contaba historias de amor, luego fui tomando sus libros, por eso no me conformo, más bien no me resigno a esta vida.
—Y ahí está el dato más importante, sientes que lucharías contra todo el mundo por estar al lado de esa persona —da un golpecito a mi nariz —. A mí no me importa lo que diga el abuelo o papá, yo quiero a Emily, puede trabajar en mantenimiento, no importa, es un trabajo digno y quiero eso, darle lo mejor para que no tenga que trabajar tanto.
Lo abrazo, Ethan es más como yo, él tomó todo lo que mamá a través de sus historias sin saberlo nos inculcó, amor.
—Quisiera ser como tú —confieso.
Ethan corresponde al gesto, manteniéndonos así.
—Tú puedes ser mejor, me conformaría con que nunca apagues esa chispa, Rapunzel.
Desde niña, Ethan me puso ese nombre y ya que soy adulta, ni así para de decirlo.
—Entonces, ya mi hermanito quiere hacer bebés —le hablo como un recién nacido, pellizcándole las mejillas —. ¿Dónde está la cosita hermosa de la manita?