Capítulo 1: Cambios

20 0 7
                                    

Quizás había sido todo el esfuerzo realizado ayer al desempacar cosas, pero estabas muy cansada.

Te habías cambiado de ciudad debido a la Universidad y el proceso de la mudanza era demasiado para ti. Ni siquiera tenías ganas de ir a la pizzería de la vuelta, así que decidiste llamar y pedir delivery.

El día de ayer fuiste a comprar unas rebanadas de pizza, así que tenías una tarjeta del local.

Pediste la pizza y a los 15 minutos llegó a tu puerta. Al abrir la puerta, viste al repartidor más guapo que hayas visto.

—Serían 150 pesos —te dijo el apuesto repartidor extendiendo su mano en espera del dinero.

—Claro, aquí están —depositaste el dinero en su mano y tomaste la pizza.— Muchas gracias.

—Provecho —añadió para después irse.

A pesar de no haberse quitado el casco, levantó su visor, por lo que viste su cara.

Mientras comías, pensabas en lo que escuchaste ayer cuando fuiste a esa pizzería por primera vez: "Lo que hizo Austin".

Tú no tenías ni idea de quién era él, pero lo que escuchaste te dejó intrigada. Aparentemente, se había metido en peleas con varios amigos ya que intentó pegarle a familiares de ellos. No escuchaste más puesto que las chicas que estaban hablando de eso, se fueron del local, pero querías investigar.

Pasados unos días, fuiste a dar un paseo por la ciudad. Caminando por el parque, viste a un chico parecido al repartidor de la otra vez.

Te acercaste disimuladamente para confirmarte que sea él. Pero apenas llegaste atrás de él, un perro cachorro se interpuso en tu camino.

Tenía apariencia callejera y no viste a personas cerca o preocupadas por alcanzar a su mascota, así que lo tomaste en brazos y decidiste llevarlo a la veterinaria.

Después de encontrar una por el GPS, llevaste al perro en brazos hasta allá.

—El cachorro se quedará cinco días para estar en tratamiento y revisión. Pase a pagar a la caja —dijo el veterinario mientras abría la puerta indicando que debías irte.

—Claro, muchas gracias.

La cantidad pagada hizo que un tema invadiera tu cabeza: deudas.

No habías tenido hasta el momento, pero era claro que ibas a empezar a tenerlas. Ya habías gastado dieciséis mil pesos desde que llegaste a la ciudad y diez mil habían sido para pagar el veterinario. Sólo te quedaban $34 000; podría sonar mucho, pero el dinero se te estaba yendo demasiado rápido.

Apenas salías de la veterinaria y tropezaste por no recordar el escalón afuera del local, cayendo encima de una persona que apenas pudo mantener el equilibrio.

—Lo siento —dijiste mientras levantabas la mirada, encontrando unos ojos grises mirándote fijamente. Era aquel repartidor

—No te preocupes —respondió y subió por las escaleras de un edificio cercano.

Todo el camino a casa, sólo pensaste en el encuentro y no podías evitar sonrojarte de la pena.

Pasado un rato, pediste de nuevo pizza por teléfono, con la esperanza de que aquel repartidor fuera llegase a tu casa.

—En treinta minutos llega la pizza —dijo el empleado al teléfono y colgó.

"¿Eso no será mucho tiempo? ¿Y si su turno terminó?" Pensaste.

Pasado el tiempo, escuchaste el timbre de tu casa sonar. Cruzaste por todo el pasillo hasta llegar a la puerta, donde estaba ese repartidor junto a la pizza.

—Serían 250 pesos —dijo extendiendo su mano, en espera del dinero.

—Claro, aquí están —le diste el dinero y recibiste la pizza.

—Provecho —añadió para dar vuelta e irse.

Pasaron dos semanas y al fin terminaste tu mudanza. Tenías al cachorro contigo y le compraste lo necesario. Te sentías aburrida y no sabías qué hacer para matar el tiempo mientras empezaban las clases. Así que decidiste salir a caminar un poco junto a tu nueva mascota.

Mientras caminabas por el parque, viste un grupo de chicos que se veían de tu edad. Tenían muy bonita ropa y te sentiste apenada por salir en pijama y unos tennis. Cada que daban un paso, atraían miradas por todos lados.

Llegaron hasta donde estabas tú, obligándote a hacerte a un lado, debido a su nula intención de moverse.

Entonces, escuchaste una conversación de unos muchachos cerca de ti.

—Vaya que sin Austin lucen más —afirmó un chico.

—¿Se te hace? Yo siento que él los hacía ver mejor. Después de todo, es el más guapo de todos ellos —respondió otro.

—Nah, ellos solos están mejor. Se ahorran problemas sin Austin.

—Eso sí. Él sólo es una fuente de problemas —dijo entre risas y se fue junto a su amigo.

"¿Qué tan conocido era Austin como para que hablen así de él?" Pensabas y pensabas, mientras tu nuevo amigo cachorro se paraba sobre tus muslos e intentaba alcanzarte.

Lo tomaste en brazos, y antes de que se terminara de acomodar, empezó a ladrar con todas sus fuerzas hacia una persona en específico.

Levantaste tu mirada y viste pasar a aquel repartidor. Te volteó a ver, alzó su mano y te saludó, para luego seguir su camino.

No alcanzaste a devolver el saludo, aunque eso no te importó en el momento, pero sí mientras llegabas a casa.

Llegaste a tu casa feliz por aquel saludo, y a pesar de saber que sólo era por cortesía, sentías una emoción recorrer tu cuerpo por completo.

Recostada en tu sofá viendo series, escuchaste tu celular sonar. Lo alzaste y viste que era un artículo sobre Austin.

Pausaste la serie y leíste el artículo. Artículo que contenía una foto de él, dándote cuenta que era el repartidor.

– Fin capitulo 1 –

Nota: La cantidad de pesos que se mencionan, vendrían equivaliendo a pesos mexicanos.

Gracias por leer 🦆
No sé con qué frecuencia esté subiendo los capítulos, pero trataré de hacerlo seguido.

Espero que les guste la historia, estará mejorando conforme pasen los capítulos. ^^

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 17, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi repartidor favorito (Austin Backyardigan y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora