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8 años.

En una casa algo apartada de la ciudad de Seoul, se encontraban una familia pequeña de cuatro personas cenando en una mesa redonda, el más pequeño de todos estaba entusiasmado por que su madre le había dicho que después de cenar, en su cama le esperaría una pequeña sorpresa.

Sus pequeños pensamientos trataban de adivinar que era, lo que sacaba al menor del mundo real y lo hacía entrar en un mundo paralelo, donde solo el existía, pero eso no duro mucho, ya que una voz lo saco de aquel sitio.

- Bebe, termina de cenar, para que puedas ir y ya no tengas curiosidad.

Hablo su madre.

- Si madre, ya casi acabo, estoy untecia- otuciam-...

- Entusiasmado- corrigió su hermano mayor con una sonrisa plasmada en su rostro.

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Al terminar de cenar, el pequeño fue corriendo a su recamara, demasiado perdido en su mundo como para sentir que su familia lo sequía desde lejos, emocionado ya que el casi nunca recibía un obsequio, y aun que no esperaba nada grande, si esperaba que lo que fuera pudiera tenerlo el resto de su vida.

Entrando a la habitación, el menor empezó a buscar por toda la habitación, analizándola, pero no encontraba algo nuevo, disgustado, fue a la puerta, donde su madre y sus hermanos lo esperaban con pequeñas sonrisas en el rostro.

- No hay ninguna sorpresa, me han mentido.

- ¿Estás seguro?

- Si, revise en todos lados; dentro del armario, debajo de la alfombra, en la ventana...

Siguió enumerando el menor, sin prestarle atención a sus mayores, quienes solo se reían.

- ¿Y acaso revisaste en la cama?

El niño al escuchar sobre aquel sitio, se dio cuenta de que no había observado allí, y su acción siguiente fue voltear su cuerpo, para observar la caja mediana que había encima del lugar citado.

Con emoción, chillo y corrió hacia su cama, sentándose y con cuidado puso la caja en su regazo, abriéndola con igual cuidado y encontrando un pequeño conejo de peluche, hecho con lana color turquesa y un pequeño listón azul marino como collar que sostenía un pequeño cascabel.

El niño abrió los ojos en demasía, al igual que su boca formando una sonrisa, la cual fue la más bonita que su madre pudo presenciar, y con sigilo fue a donde se encontraba su niño, quien analizaba el peluche con entusiasmo, se sentó a su lado y lo abrazo con sutileza.

- ¿Te gusto el obsequio, mi niño?

- Si, muchas gracias madre, me encanto, lo voy a mantener conmigo siempre.

Entrando en su mundo nuevamente, el niño no escucho como su madre suspiraba, se levantaba y poco apoco se retiraba y mucho menos como ella le decía algo y cerraba con cuidado la puerta de la recamara del pequeño.

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Un ruido algo fuerte perturbo el sueño de el más pequeño de la casa, el cual aún medio dormido, se había levantado de la cama para averiguar de donde provenían aquellos murmullos, que subían de tono a medida que se acercaba a las escaleras para bajar al primer piso, esto le generaba curiosidad al pequeño, ya que esto casi nunca lo lograba despertar.

Con cuidado el menor salió de su recamara, aun medio dormido, y miro el reloj de pared al final del pasillo, en el cual justamente daban las 2 de la mañana, logrando confundir aún más al menor, ya que a esa hora nadie de la casa permanecía despierto, según su madre.

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⏰ Última actualización: Apr 21 ⏰

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