Capítulo XL

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Bastián Callins

Abrí la puerta de la habitación de Cano y la encontré sentada al borde de la cama, con los codos sobre las rodillas y la cara entre sus manos.

Al oír que alguien había entrado, levantó la mirada rápidamente.

— Ah, eres tú — Dijo, volviendo a la posición en la que estaba — Cierra la puerta ¿Quieres?

— ¿Quién más iba a ser? Soy la única persona aparte de ti que tiene una llave del lugar — Dije, cerrando la puerta y sentándome en el suelo, al lado de Cano — ¿Qué ocurre?

— Nada.

— Claro, olvidaba que apoyarte sobre tus rodillas mientras te hundes en frustración y estrés era parte de tu rutina — Respondí. Al ver que ella no decía nada al respecto, continúe — Te conozco lo suficiente para saber cuando te ocurre algo, más te vale decirlo tu si no quieres que lo diga yo.

— Sorpréndeme — Dijo ella.

— Conversaste con mi tío sobre el plan que tenemos para conseguir a Catherine, él te dijo que no planeaba involucrarse en el problema y que no permitiría que me arrastraras a él, eso te enojo porque sientes que el secuestro de Cat es culpa tuya, y ahora, te sientes sola en esto.

— Te odio — Dijo ella, todavía viendo al suelo.

— Mírame — Dije, levantándole la cara desde la barbilla — Estoy contigo en esto.

— Esto es mucho más grande que yo — Susurró ella.

— Es mucho más grande que cualquiera de nosotros. Si Etherus no quiere ayudar, tiene que ser algo increíblemente peligroso, es obvio que no podremos lograr nada si lo hacemos solos — Dije — Por eso, estaremos juntos en cada paso.

— ¿Por qué no quiere ayudarnos? — Preguntó Cano.

— Ha pasado por mucho, Cano. No abrió una taberna por el dinero, durante su juventud reunió una gran cantidad de fortunas y tesoros, solo quiere una vida tranquila y alejada de cualquier tipo de conflicto — Expliqué.

— Es como aquellos soldados retirados que toman una vida tranquila — Dijo Cano, viendo a la nada. Finalmente lo comprendió.

— No hay mejor forma para describirlo.

Etherus se había dado de baja cuando yo tenía casi 2 años de edad, por lo que realmente no recuerdo haber crecido con él bajo labor militar. Realmente siempre estuvo muy presente en mi vida, solía visitar a mi padre seguido y teníamos una habitación reservada para él por si algún día quería quedarse a dormir con nosotros. Él fue quien me enseñó mi primer hechizo, y quién me apoyó cuando decidí abandonar la academia, supongo que, al haber visto que sobresalía en algunas asignaturas como él había hecho, temió que yo acabara viviendo la misma vida de él.

"Mi adultez fue un horror, chico. Presencié la maldad de la humanidad en mi propia carne, el dolor y el lamento de aquellos que pagaban y sufrían una guerra siendo inocentes; la desesperación e impotencia de no poder salvar a mis compañeros y, en ocasiones, de tener que acabar yo mismo con ellos.

Muchas personas nos aclaman y adoran como héroes y protectores. Pero ¿Qué honor hay en salvar a un pueblo, dañando a otro? No soy digno de admiración, pues a muchos dejé sin familia, ni digno de odio por aquellos a quiénes salvé. La guerra te coloca en un limbo entre el bien y el mal, un limbo dónde eres amado y odiado por igual, y, cuando comprendes que ninguno de los dos pueblos está equivocado, terminas encadenado en el medio de muchos caminos cruzados".

Caminos Cruzados (Saga Pecados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora