✈︎🄰🄼🄰🄿🄾🄻🄰☁︎

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Varios meses habían pasado desde las fiesta de fin de año, muy pronto se cumpliría un año desde que Shoyo junto a sus hijos llegaron nuevamente a Japón. La vida era tranquila, claro lo más tranquila que se puede con un par de gemelos revoltosos, pero el amor y la diversión nunca faltaban en sus vidas.

La relación entre Kei y Shoyo iba de bien a mejor, sus salidas románticas, sus cenas en casa, sus paseos junto a los jóvenes, comenzaban a ser una familia unida y hermosa.

—Papá no te olvides-

—Lo sé de su reunión, no se preocupen allí estaré. —le contestó a su hijo mayor.

—Claro que si, siempre lo estás —le sonrió—.Te amamos papá bye~

—¡Adiós tengan cuidado!

Sonrió, sus pequeños estaban creciendo demasiado rápido. En tan solo unos meses comenzarían su tercer año y luego la universidad.

—Bien será mejor apurarme o llegaré tarde para abrir la florería. —tomó sus llaves del auto y fue hacía la puerta pero un mareo repentino lo hizo perder momentáneamente el equilibrio.

Se tomó de la puerta para no caer, de repente también sintió náuseas por lo que fue corriendo al baño dejando allí su desayuno.
Luego de eso todo se calmó, por lo que volvió a su tarea anterior de ir a trabajar no creyendo que fuera algo grave, tal vez solo un malestar temporal.

La mañana pasó rápido y ya era hora de ir a la reunión en la escuela de los gemelos, colocó un cartel de cerrado por algunas horas y fue donde su auto nuevamente. El viaje fue tranquilo, otra razón para pensar que lo que ocurrió en la mañana no era nada importante.
Al llegar Kei lo estaba esperando en el estacionamiento, bajó rápidamente del auto y fue a los brazos del rubio.

—Te extrañé. —dijo el más bajo.

—Nos vimos ayer. —sonrió divertido el rubio.

—Igualmente te extrañé. —se dieron un beso lento, muy tranquilo, hasta que el carraspeo de alguien los interrumpió.

—Casi llegas tarde Shoyo.

—Lo siento Tobio. —sonrió intentando calmar a su mejor amigo.

—Ya vámonos. —entrelazó sus brazos alejándolo del rubio alto quién lo miró con cara de odio.

—Veo que aún le gusta molestarte. —comentó Toru.

—Deberías controlarlo ¿no crees?

—Claro que no, el lleva el mando no yo. Un consejo para el futuro, ellos siempre tienen la razón, aunque tú creas que no, ellos siempre la tienen.

Tsukishima suspiró, claro que nunca agradecería ese consejo, así que solo siguió su camino a la reunión en la cual en realidad no debería estar pero su hermano estaba demasiado ocupado con el trabajo como para asistir.

Nada fuera de lo normal fue tratado allí, la charla sobre la despedida de los chicos de tercer año fue tocada y Shoyo notó la angustia en su pequeño Azami. Hablaron sobre el rendimiento de cada uno, se felicitó a los gemelos por sus grandiosas notas y por lo rápido que se adaptaron a la escuela y sus compañeros, por último se despidieron y allí acabó.

En el camino a la salida se encontró con el resto de sus amigos, hablaban sobre sus hijos y estando ya en la puerta Shoyo sufrió otro mareo que lo hizo casi caer.

—¡¿Estás bien?! —preguntó alarmado Kei.

—Si...solo fue un mareo.

—¿Por qué no vas a descansar por hoy?

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