Tú, mi serendipia.

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¿Sabes? Nunca te había buscado.

Esa es la pregunta que una vez me hiciste, y yo no supe cómo contestarte, pero ahora lo sé. Sé, y soy lo suficientemente consciente como para decirte que en ningún momento mi intención fue caer a tus no intencionales encantos.

Porque sí, me encantas.

No te busqué y aún así llegaste a mi con tu luz y con tu aura de Ángel caído del cielo justo para mí. Y sí, tengo la suerte de mil dioses por haberte conocido.

Incluso tal vez yo sí quise caer, porque sin darme cuenta me encontraba cada mañana en tu puerta para llevarte al instituto con la intención de que llegaras a salvo, y llegué al punto de volverme irritante para ti para ver si así podía llamar tu atención, con la excusa de que solo me gustaba molestarte. Cuando apenas llegué no te creí una amenaza.

Pero joder, si que eras una amenaza para mí pobre corazón.

Pasé incontables noches con tu presencia rondando en mi mente haciéndome retorcer de la dulzura, nunca pensé que podría verte de la manera en que lo hago ahora.

Adoro y guardo tu más preciosos gestos, tus bromas sarcásticas y tus lindas quejas, recuerdo con claridad cada palabra que me dices y todo lo que me expresas con tan solo tus miradas, atesoro nuestros momentos más inoportunos e incluso insignificantes solo por el hecho de compartirlos contigo.

Ya no puedo mirarte con ojos de amistad. Tal vez nunca he podido hacerlo.

En algún momento, y no se en cuál exacto pero mi visión cambió rotundamente, y ya no puedo observarte sin que cada parte de tu detallado cuerpo me haga perder la poca cordura que guardo, mi mente fantasía con escenarios en donde tu hermosa presencia aparezca y tu alma sea cercana a la mía.

Sufro por ti, te padezco cada día en que no puedo verte. Corro en contra del tiempo solo para llegar a verte y poder molestarte, porque se que no puedo besarte. Mi ser entero sufre al tenerte tan cerca y no poder tocarte ni un pelo, porque me contengo y trato de ser decente para no hacer nada indebido. Pero vaya que es difícil.

Nada sale como lo planeo. Nunca puedo controlar mis acciones ni mis palabras cuando se que rondas cerca. ¿Acaso alguna vez lo has notado? Me tienes bajo control y aún no has aprendido a usarme.

¿Debo dar un paso hacia delante? No puedo. Me da miedo a que me rechaces y perderte para siempre.

¿Soy tan irritante para ti como finjo que tú lo eres para mí? Lo siento. Lamento tener tal intensidad a veces, siento haberte hecho enojar incontables veces y sacarte de tus casillas. Aunque me gusta cuando eso pasa, me alienta saber que pierdes la razón y a veces mi sola presencia te descoloca. Porque eso es lo que yo siento contigo.

La primera vez que tuvimos un encuentro sin pelear fue porque estabas triste, y no pude ser igual de imbecil que siempre. Esa vez traté de consolarte discretamente, pero supongo que te diste cuenta de la manera en que mi corazón latía tan rápido al abrazarte con delicadeza. Sé que pensaste que te odiaba y que lo hacía por lástima, pero no fue así. Te estaba protegiendo, quería resguardarte en mis brazos y nunca soltarte, no hice una cara de asco como tu me dijiste que hice, no sé porque pensaste eso. Jamás haría eso.

No soy una persona tan arrogante como tú crees, solo lo soy contigo en un intento fallido de parecerte interesante. ¿Alguna vez has tenido curiosidad de mi? ¿De lo que hago? ¿De dónde estoy y en qué estado? Porque yo siempre me pregunto eso de ti.

Lamento estar molestándote siempre, es que no puedo alejarme mucho tiempo de tu lado.

Pero también lamento haber causado esto, siento haber pensado que usar una personalidad falsa contigo sería la mejor manera de llevarte a mí. Siento haberte hecho pensar cosas que no eran, solo por seguir fingiendo por ti. Nunca te creí insoportable ni menos un perro rabioso como te dije aquella vez.

Por favor, olvida las cosas que no son ciertas. Eso no es lo que yo le diría a la persona que se adueñó de mis más profundos sentimientos. Y si no es mucho pedir, no me alejes. No soporto estar viéndote de lejos o amándote en un silencio tortuoso. Por favor, espero que todo lo que estoy haciendo para que veas que no soy como te lo he hecho creer todo este tiempo funcione para que así me dejes entrar. Déjame entrar a tu mente, sé que tu corazón también late desenfrenado cuando me tienes detrás tuyo como chicle en el zapato. No luches contra mí, voy a dejar que me ganes sin importar cuán alto sea el precio que pagar por perder ante ti. No temas porque yo no te usaré como piensas que puedo hacerlo, no dudes de la clase de persona que soy, porque te aseguro que lo que te he hecho creer ver acerca de mí no son más que puras mentiras para acercarme a ti, o en alguna ocasión para alejarte de mi en un desesperado intento de romper el hechizo que has creado en mí.

Porque estoy justo aquí esperando por nosotros.

Es cierto que siempre lo he estado, quebrando mi paciencia de a pedazos microscópicos para que sea duradera todo lo necesario.

También es cierto que mis deseos más oscuros también aguardan por ti, aumentando día a día con cada pizca de piel nueva que veo de tu figura. A veces lo haces a propósito, y lo sé. Pero no me importa, disfruto de ver tu frágil e impecable piel hasta de tus párpados.
Si es posible nunca dejes de mirarme con esos ojos repletos de dulzura y a la vez sarcasmo. Disfruto de ver relucir tus hermosos orbes color dorado a la luz del atardecer pegando directamente en tu detallado rostro.

Vamos, nunca dejes de mirarme con esa complicidad secreta.

Es inefable la sensación que me causas con cada respirar. Incluso hasta lo suntuoso de tu cabello moviéndose con el viento me hipnotiza cada maldita vez.

Agradezco que seas lo mejor que me pasó sin siquiera buscarlo.

Tú, mi Serendipia.

𝑺𝑬𝑹𝑬𝑵𝑫𝑰𝑷𝑰𝑨 | jeon jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora